OPINI脫N de Joan del Alc脿zar.- Aquellos que ya estamos en una edad madura, aunque no necesariamente provecta a煤n, recordamos perfectamente que lo primero que hac铆amos a帽os atr谩s al salir de casa cada d铆a era acercarnos al quiosco a comprar el peri贸dico. Los d铆as de fiesta el segundo paso era sentarse en una cafeter铆a, a ser posible en una terraza o en una mesa pr贸xima a una ventana amplia, para tomar un caf茅 o un cortado mientras le铆amos ese diario con el que acab谩bamos de hacernos. Para m铆 aquel placer llam茅mosle c铆vico ven铆a de la mano de la lectura cuidadosa y exhaustiva de un diario al que fui fiel durante d茅cadas. Comprar El Pa铆s era una experiencia particularmente deseada, por ejemplo, despu茅s de aterrizar en Madrid procedente del otro lado del Atl谩ntico. Sentarme con un cortado y un Ducados en una cafeter铆a de Barajas mientras esperaba el enlace para Valencia, y leer mientras tanto El Pa铆s, era casi una necesidad fisiol贸gica. Claro que hablo de una 茅poca que hace mucho que concluy贸, y no s贸lo porque ya no se puede fumar en las cafeter铆as.
No, ese diario por el que sent铆a tanta devoci贸n, y al que otorgaba una inmensa credibilidad, es hoy como un 铆ntimo amigo del pasado del que, por razones insuperables, me distanci茅 completamente. Est谩 claro que la cabecera existe, pero no me reconozco en ella, no la reconozco tampoco en tanto que ha perdido para m铆 toda la credibilidad de aquel otro tiempo del que hablaba. Claro que hay firmas de columnistas o de colaboradores a los que todav铆a tengo el placer y el deseo de leer, pero son cada vez menos. Han sido muchas las firmas de referencia que han abandonado, o se han distanciado, de aquel diario que ya no es ni una caricatura de lo que fue.
La prensa escrita ha sido sacudida por una nueva realidad, y acus贸 tantos golpes como ha recibido. Los condicionantes ligados a la simple supervivencia empresarial de los medios, las novedades tecnol贸gicas, la generalizaci贸n de Internet, la inmediatez de la informaci贸n, la ca铆da de la publicidad, la precarizaci贸n infame de la profesi贸n period铆stica, etc., etc., etc., son realidades que no se pueden obviar. Estamos, por supuesto, en otra 茅poca, y aunque deploremos mucho de lo que ha ocurrido, no debemos quedarnos paralizados en el lamento. Cada tiempo tiene sus bondades y, por supuesto, tambi茅n sus inconvenientes. Aquel del que hablaba es un tiempo que no volver谩.
Ahora repasamos las ediciones digitales de varios diarios cada d铆a. Seguimos a varios columnistas, conocemos las l铆neas editoriales de cada empresa y sabemos que es lo que tenemos delante, ya sea en la pantalla del ordenador, ya sea en la del tel茅fono. Podr铆a decirse que, personalmente, estoy mejor informado que antes; que soy m谩s responsable de mi nivel de informaci贸n, s铆. Pero, tambi茅n, tengo que aceptar que es dif铆cil navegar entre tanta informaci贸n, que los 谩rboles pueden ocultarme el bosque. No son s贸lo las ediciones digitales de la prensa escrita (dejemos ahora la radio y la televisi贸n, que tienen sus particularidades), son tambi茅n las redes sociales las que replican un gran volumen de informaci贸n que, a menudo, procede, igualmente, de esta prensa escrita en sus ediciones digitales.
Lo que he echado de menos, lo que entiendo que perdimos en los 煤ltimos a帽os ha sido la credibilidad en esa prensa escrita.
"Los pol铆ticos nos mean, los medios dicen que llueve", fue una consigna repetida durante aquella primavera del 15-M. Este a帽o, y en su informe, la Asociaci贸n de la Prensa de Madrid dice que: "En unos tiempos en que la faena de los periodistas ha sufrido el embate de una gran crisis econ贸mica, (...) no es extra帽o que la credibilidad del periodismo y los periodistas se haya convertido en uno de los elementos centrales del debate profesional".
Seg煤n el 脥ndice de Confianza Social (ICS), elaborado por la Universitat Ramon Llull, la credibilidad de los medios de comunicaci贸n espa帽oles en septiembre de 2017 era 98,9 puntos sobre 200, que es la nota m谩s baja de todo el hist贸rico del ICS. Seg煤n el informe, son los ciudadanos que se sit煤an a la izquierda los que menos creen en los medios de comunicaci贸n -les dan 82 puntos-, una confianza que aumenta hasta los 112,1 puntos entre los ciudadanos que se auto ubican a la derecha del abanico pol铆tico.
Como tantas otras cosas, tambi茅n la prensa escrita parece a menudo prostituida, al servicio de intereses poco o nada honorables, adscrita m谩s a la propaganda que a la informaci贸n; una tarea en la que cabeceras y muchos periodistas evidencian estar a sueldo de empresas, entidades y organizaciones que no dudan en mentir y ocultar lo que les estorba, como tampoco dudan en ofender y difamar a sus adversarios. No son pocas las ocasiones en las que editoriales, titulares, noticias y columnas de opini贸n son burdas o sofisticadas manipulaciones de la realidad. La informaci贸n y la opini贸n no se diferencian, no son planos distintos de la noticia, y periodistas y opinadores se aplican con entusiasmo a estas falsificaciones. No en vano a finales de 2017 el t茅rmino "posverdad" se convirti贸 en aceptado por la RAE, y eso para designar la "distorsi贸n deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en el opini贸n p煤blica y en actitudes sociales".
脷ltimamente, sin embargo, estamos asistiendo a un fen贸meno esperanzador: la consolidaci贸n de la prensa exclusivamente digital -sin edici贸n en papel- como una alternativa a la prensa escrita que gana seguidores y suscriptores. Con dificultades e inmenso esfuerzo de quienes en ella trabajan, y con el apoyo creciente de los lectores, determinadas cabeceras est谩n librando una batalla tan dura como admirable para ofrecer una informaci贸n de calidad para un p煤blico, para unos lectores que no nos resignamos a ser enga帽ados y manipulados por los intereses bastardos que hay detr谩s de determinadas cabeceras period铆sticas.
La denuncia a prop贸sito de todas las ilegalidades, incluso los presuntos delitos, que hay detr谩s del m谩ster de Cristina Cifuentes, la presidenta de la Comunidad de Madrid, ha situado a eldiario.es en una posici贸n de honor en cuanto el compromiso con el periodismo de calidad, con el que se ense帽a en las facultades en las que se forman los futuros periodistas. Otras cabeceras como Infolibre.es, Elconfidencial.com o Ara.cat son medios en los que los lectores encontramos informaci贸n y opini贸n sobre lo que como ciudadanos nos interpela a prop贸sito del mundo en que vivimos.
No se trata, en ning煤n caso, de prescindir de la prensa que tambi茅n se edita en papel, ni de dejar de lado a ilustres periodistas que todav铆a hay que leer a diario, pero hago 茅nfasis en la enorme relevancia que otorgo a la profesionalidad y la credibilidad de la nueva prensa digital. Ignacio Escolar o Jes煤s Mara帽a, por citar s贸lo dos nombres, pueden ser los referentes de los que hablo.
Hay, por tanto, que entender que de la misma manera que antes pas谩bamos cada d铆a a comprar el peri贸dico por el quiosco, hoy hay que hacerse socios de estas nuevas plataformas period铆sticas. Es la 煤nica forma de combatir la perversidad de la posverdad, la m谩s efectiva decisi贸n para que los intereses bastardos que se esconden detr谩s de determinados diarios de la prensa editada en papel no terminan imponi茅ndose y ahog谩ndonos.
No, ese diario por el que sent铆a tanta devoci贸n, y al que otorgaba una inmensa credibilidad, es hoy como un 铆ntimo amigo del pasado del que, por razones insuperables, me distanci茅 completamente. Est谩 claro que la cabecera existe, pero no me reconozco en ella, no la reconozco tampoco en tanto que ha perdido para m铆 toda la credibilidad de aquel otro tiempo del que hablaba. Claro que hay firmas de columnistas o de colaboradores a los que todav铆a tengo el placer y el deseo de leer, pero son cada vez menos. Han sido muchas las firmas de referencia que han abandonado, o se han distanciado, de aquel diario que ya no es ni una caricatura de lo que fue.
La prensa escrita ha sido sacudida por una nueva realidad, y acus贸 tantos golpes como ha recibido. Los condicionantes ligados a la simple supervivencia empresarial de los medios, las novedades tecnol贸gicas, la generalizaci贸n de Internet, la inmediatez de la informaci贸n, la ca铆da de la publicidad, la precarizaci贸n infame de la profesi贸n period铆stica, etc., etc., etc., son realidades que no se pueden obviar. Estamos, por supuesto, en otra 茅poca, y aunque deploremos mucho de lo que ha ocurrido, no debemos quedarnos paralizados en el lamento. Cada tiempo tiene sus bondades y, por supuesto, tambi茅n sus inconvenientes. Aquel del que hablaba es un tiempo que no volver谩.
Ahora repasamos las ediciones digitales de varios diarios cada d铆a. Seguimos a varios columnistas, conocemos las l铆neas editoriales de cada empresa y sabemos que es lo que tenemos delante, ya sea en la pantalla del ordenador, ya sea en la del tel茅fono. Podr铆a decirse que, personalmente, estoy mejor informado que antes; que soy m谩s responsable de mi nivel de informaci贸n, s铆. Pero, tambi茅n, tengo que aceptar que es dif铆cil navegar entre tanta informaci贸n, que los 谩rboles pueden ocultarme el bosque. No son s贸lo las ediciones digitales de la prensa escrita (dejemos ahora la radio y la televisi贸n, que tienen sus particularidades), son tambi茅n las redes sociales las que replican un gran volumen de informaci贸n que, a menudo, procede, igualmente, de esta prensa escrita en sus ediciones digitales.
Lo que he echado de menos, lo que entiendo que perdimos en los 煤ltimos a帽os ha sido la credibilidad en esa prensa escrita.
"Los pol铆ticos nos mean, los medios dicen que llueve", fue una consigna repetida durante aquella primavera del 15-M. Este a帽o, y en su informe, la Asociaci贸n de la Prensa de Madrid dice que: "En unos tiempos en que la faena de los periodistas ha sufrido el embate de una gran crisis econ贸mica, (...) no es extra帽o que la credibilidad del periodismo y los periodistas se haya convertido en uno de los elementos centrales del debate profesional".
Seg煤n el 脥ndice de Confianza Social (ICS), elaborado por la Universitat Ramon Llull, la credibilidad de los medios de comunicaci贸n espa帽oles en septiembre de 2017 era 98,9 puntos sobre 200, que es la nota m谩s baja de todo el hist贸rico del ICS. Seg煤n el informe, son los ciudadanos que se sit煤an a la izquierda los que menos creen en los medios de comunicaci贸n -les dan 82 puntos-, una confianza que aumenta hasta los 112,1 puntos entre los ciudadanos que se auto ubican a la derecha del abanico pol铆tico.
Como tantas otras cosas, tambi茅n la prensa escrita parece a menudo prostituida, al servicio de intereses poco o nada honorables, adscrita m谩s a la propaganda que a la informaci贸n; una tarea en la que cabeceras y muchos periodistas evidencian estar a sueldo de empresas, entidades y organizaciones que no dudan en mentir y ocultar lo que les estorba, como tampoco dudan en ofender y difamar a sus adversarios. No son pocas las ocasiones en las que editoriales, titulares, noticias y columnas de opini贸n son burdas o sofisticadas manipulaciones de la realidad. La informaci贸n y la opini贸n no se diferencian, no son planos distintos de la noticia, y periodistas y opinadores se aplican con entusiasmo a estas falsificaciones. No en vano a finales de 2017 el t茅rmino "posverdad" se convirti贸 en aceptado por la RAE, y eso para designar la "distorsi贸n deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en el opini贸n p煤blica y en actitudes sociales".
脷ltimamente, sin embargo, estamos asistiendo a un fen贸meno esperanzador: la consolidaci贸n de la prensa exclusivamente digital -sin edici贸n en papel- como una alternativa a la prensa escrita que gana seguidores y suscriptores. Con dificultades e inmenso esfuerzo de quienes en ella trabajan, y con el apoyo creciente de los lectores, determinadas cabeceras est谩n librando una batalla tan dura como admirable para ofrecer una informaci贸n de calidad para un p煤blico, para unos lectores que no nos resignamos a ser enga帽ados y manipulados por los intereses bastardos que hay detr谩s de determinadas cabeceras period铆sticas.
La denuncia a prop贸sito de todas las ilegalidades, incluso los presuntos delitos, que hay detr谩s del m谩ster de Cristina Cifuentes, la presidenta de la Comunidad de Madrid, ha situado a eldiario.es en una posici贸n de honor en cuanto el compromiso con el periodismo de calidad, con el que se ense帽a en las facultades en las que se forman los futuros periodistas. Otras cabeceras como Infolibre.es, Elconfidencial.com o Ara.cat son medios en los que los lectores encontramos informaci贸n y opini贸n sobre lo que como ciudadanos nos interpela a prop贸sito del mundo en que vivimos.
No se trata, en ning煤n caso, de prescindir de la prensa que tambi茅n se edita en papel, ni de dejar de lado a ilustres periodistas que todav铆a hay que leer a diario, pero hago 茅nfasis en la enorme relevancia que otorgo a la profesionalidad y la credibilidad de la nueva prensa digital. Ignacio Escolar o Jes煤s Mara帽a, por citar s贸lo dos nombres, pueden ser los referentes de los que hablo.
Hay, por tanto, que entender que de la misma manera que antes pas谩bamos cada d铆a a comprar el peri贸dico por el quiosco, hoy hay que hacerse socios de estas nuevas plataformas period铆sticas. Es la 煤nica forma de combatir la perversidad de la posverdad, la m谩s efectiva decisi贸n para que los intereses bastardos que se esconden detr谩s de determinados diarios de la prensa editada en papel no terminan imponi茅ndose y ahog谩ndonos.
