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Guillermoprieto: El desencanto con el periodismo es desencanto con la realidad

Alma Estela Guillermo Prieto adoptó su seudónimo de Guillermoprieto cuando, huyendo de la danza, se adentró en el mundo del periodismo hace 40 años, cuatro décadas en que ha visto como entre la sociedad crecía un cierto desencanto hacia su oficio que considera relacionado con un desencanto hacia la realidad.




"El desencanto con el periodismo tiene que ver en parte con un desencanto con la realidad, la gente no quiere leer noticias tan malas. Por otro lado tiene que ver con el periodismo escandaloso que la gente identifica con todo el periodismo", asegura Guillermoprieto en una entrevista con Efe en Bogotá.

Su labor incansable de narrar América Latina con el cariño y el esmero propios de quien ama su profesión le valieron este jueves para ser galardonada el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2018.

El premio le ha alterado temporalmente la tranquilidad de su hogar en Bogotá, donde vive desde hace un lustro, atraída por la tranquilidad de un barrio en medio de los Andes rodeado por el caos de la capital colombiana.

En el ojo de calma que es su casa en medio del huracán bogotano recibe hospitalaria y con paciencia el aluvión de periodistas que estos días se acercan a conocer sus impresiones.

Al repasar los recuerdos de su carrera sostiene que los periodistas "por personalidad" buscan "historias tristes o terribles", lo que reconoce que ella misma ha hecho.

"Pero la realidad es más ancha que esa, incluye una enorme gama que los humanos no hacemos para ser felices y eso lo reporteamos poco, eso nos ha desprestigiado", asegura Guillermoprieto.

La periodista, nacida en Ciudad de México en 1949 y criada en Nueva York, ha dedicado buena parte de su vida ha escribir en medios estadounidenses, lo que le ha convertido en un puente entre las dos regiones de las Américas.

"Yo antes de entrar a la reportería era traductora bilingüe, entonces como que hay algo en mí que se presta a ser ese puente, a saber comunicar de un lado para otro. No me cuesta trabajo", explica la periodista con un acento meloso en el que apenas quedan rastros de su México natal.

Confiesa que no sabe si lo hace bien o mal, pero sí que tiene claro que "quince años después" de escribir una crónica "un peruano puede tomar un artículo que yo hice sobre su país y lo reconoce y dice claro, así era o así fue".

"Me parece que yo he podido transmitir no solo los hechos sino una cultura, que es lo más importante. En vez de presentar un retrato como si fuera una foto es contar algo más tridimensional", agrega.

Ese estilo se contrapone a otro que, "por las prisas", lleva a "los reporteros de diario" a acercarse a zonas de conflicto, con una situación de violencia o de pobreza extrema "y lo que toman es eso, lo aparente, porque no tienen tiempo tal vez o porque no tienen espacio".

Frente a ello, asegura que ha tenido "el lujo" de poder trabar durante un mes en el terreno, sentarse luego el mismo tiempo a escribir y finalmente que el editor dedique otros 30 días para que "lo que salga de ese reportaje no sea horror, horror, horror".

"La base del periodismo es encontrarse con la realidad lo más cerca posible, es llegar a la piel de la realidad, eso no ha cambiado y eso es lo que me mantiene interesada", sostiene Guillermoprieto que sigue manteniendo la elegancia natural de una bailarina de ballet.

Esa esencia, que todavía tiene pese a la evolución de las comunicaciones, "es lo que emociona a los lectores", la "posibilidad de estar en contacto a través de otros", de quienes los periodistas son "sus ojos y sus oídos con esa realidad que no alcanzan a tocar".

Principios como esos considera que deben de permanecer pese a los cambios y el ruido que se genera en las redes sociales porque el periodismo sigue siendo "el garante del derecho a la información".

"Su tarea es incomodar a los poderosos y empoderar a los que no tienen nada. La tarea del periodismo es molestar, decir verdades que no son bien recibidas, pintar el mundo. De ahí también vienen las amenazas que sufrimos y los asesinatos que sufrimos, porque nuestro trabajo es incomodar", concluye.

Gonzalo Domínguez Loeda




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