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"Yo vine aquí para cantar y para que cantes conmigo"

Se cumplen 114 años del nacimiento de Pablo Neruda. En el marco de la conmemoración, se presenta “Cantalao: el secuestro de un legado”, documental que indaga en lo acontecido con la última voluntad de Pablo Neruda. 


Yo aquí me despido, vuelvo 
a mi casa, en mis sueños, 
vuelvo a la Patagonia en donde 
el viento golpea los establos 
y salpica hielo el Océano. 
Soy nada más que un poeta: os amo a todos, 
ando errante por el mundo que amo: 
en mi patria encarcelan mineros 
y los soldados mandan a los jueces. 
Pero yo amo hasta las raíces 
de mi pequeño país frío. 
Si tuviera que morir mil veces 
allí quiero morir: 
si tuviera que nacer mil veces 
allí quiero nacer, 
cerca de la araucaria salvaje, 
del vendaval del viento sur, 
de las campanas recién compradas. 
Que nadie piense en mí. 
Pensemos en toda la tierra, 
golpeando con amor en la mesa. 
No quiero que vuelva la sangre 
a empapar el pan, los frijoles, 
la música: quiero que venga 
conmigo el minero, 
el abogado, el marinero, 
el fabricante de muñecas, 
que entremos al cine y salgamos 
a beber el vino más rojo.

Yo no vengo a resolver nada.

Yo vine aquí para cantar 
y para que cantes conmigo.

“Que despierte el leñador”


Este jueves se conmemoran los 114 años del nacimiento de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, conocido como Pablo Neruda, quien llegó al mundo el 12 de julio de 1904, en Parral, Chile y cuya obra Canto General ha sido leída por miles de personas alrededor del mundo.

Hoy recordamos con algunos de sus poemas su lucha contra la opresión de los pueblos y su derecho a la autodeterminación.



Aquél hombre 

Después Sandino atravesó la selva
y despeñó su pólvora sagrada
contra marinerías bandoleras
en Nueva York crecidas y pagadas:
ardió la tierra, resonó el follaje:
el yanqui no esperó lo que pasaba:
se vestía muy bien para la guerra
brillaban sus zapatos y sus armas
pero por experiencia supo pronto
quiénes eran Sandino y Nicaragua:
todo era tumba de ladrones rubios:
el aire, el árbol, el camino, el agua,
surgían guerrilleros de Sandino
hasta del whisky que se destapaban
y enfermaban de muerte repentina
los gloriosos guerreros de Luisiana
acostumbrados a colgar los negros
mostrando valentía sobrehumana:
dos mil encapuchados ocupados
en un negro, una soga y una rama
Aquí eran diferentes los negocios:
Sandino acometía y esperaba,
Sandino era la noche que venía
y era la luz del mar que los mataba.
Sandino era una torre con banderas,
Sandino era un fusil con esperanzas.
Eran muy diferentes las lecciones,
en West Point era limpia la enseñanza:
nunca les enseñaron en la escuela
que podía morir el que mataba:
los norteamericanos no aprendieron
que amamos nuestra pobre tierra amada
y que defenderemos las banderas
que con dolor y amor fueron creadas.
Si no aprendieron esto en Filadelfia
lo supieron con sangre en Nicaragua:
allí esperaba el capitán del pueblo:
Augusto C. Sandino se llamaba.
Y en este canto quedará su nombre
estupendo como una llamarada
para que nos dé luz y nos dé fuego
en la continuación de sus batallas
(Pablo Neruda. Poema a Sandino)


América insurrecta

Nuestra tierra, ancha tierra, soledades,
se pobló de rumores, brazos, bocas.
Una callada sílaba iba ardiendo,
congregando la rosa clandestina,
hasta que las praderas trepidaron
cubiertas de metales y galopes.

Fue dura la verdad como un arado.

Rompió la tierra, estableció el deseo,
hundió sus propagandas germinales
y nació en la secreta primavera.
Fue callada su flor, fue rechazada
su reunión de luz, fue combatida
la levadura colectiva, el beso
de las banderas escondidas,
pero surgió rompiendo las paredes,
apartando las cárceles del suelo.

El pueblo oscuro fue su copa,
recibió la substancia rechazada,
la propagó en los límites marítimos,
la machacó en morteros indomables.
Y salió con las páginas golpeadas
y con la primavera en el camino.
Hora de ayer, hora de mediodía,
hora de hoy otra vez, hora esperada
entre el minuto muerto y el que nace,
en la erizada edad de la mentira.

Patria, naciste de los leñadores,
de hijos sin bautizar, de carpinteros,
de los que dieron como un ave extraña
una gota de sangre voladora,
y hoy nacerás de nuevo duramente
desde donde el traidor y el carcelero
te creen para siempre sumergida.

Hoy nacerás del pueblo como entonces.

Hoy saldrás del carbón y del rocío.
Hoy llegarás a sacudir las puertas
con manos maltratadas,con pedazos
de alma sobreviviente, con racimos
de miradas que no extinguió la muerte,
con herramientas hurañas
armadas bajo los harapos.



Volviendo a Puerto Pobre

Mientras sube el laurel a las victorias
de Cuba, y brilla por el orbe entero,
una saeta me atraviesa el alma
y vuelve a Puerto Rico mi desvelo.
Puerto Pobre, ¿por qué no tienes voz?
Y ahora que cantaron nuestros pueblos
¿por qué de pronto fue como una herida
la cadena mortal de tu silencio?
Cuando llegó la libertad a Cuba
temblaron las banderas en el viento,
pero faltaba una bandera hermana:
faltaban los colores de tu pueblo.
Cuando cantó cada nación su canto
salido de victoria y sufrimiento
cada voz nacional dijo su estrofa.
Tú bajaste los ojos en silencio 


Sandino

Fue cuando en tierra nuestra
se enterraron
las cruces, se gastaron
inválidas, profesionales.
Llegó el dólar de dientes agresivos
a morder territorio,
en la garganta pastoril de América.
Agarró Panamá con fauces duras,
hundió en la tierra fresca sus colmillos,
chapoteó en barro, whisky, sangre,
y juró un Presidente con levita:
«Sea con nosotros el soborno
de cada día.»
Luego, llegó el acero,
y el canal dividió las residencias,
aquí los amos, allí la servidumbre.
Corrieron hacia Nicaragua.
Bajaron, vestidos de blanco,
tirando dólares y tiros.
Pero allí surgió un capitán
que dijo: «No, aquí no pones
tus concesiones, tu botella.»
Le prometieron un retrato
de Presidente, con guantes,
banda terciada y zapatitos
de charol recién adquiridos.
Sandino se quitó las botas,
se hundió en los trémulos pantanos,
se terció la banda mojada
de la libertad en la selva,
y, tiro a tiro, respondió
a los «civilizadores.»
La furia norteamericana
fue indecible: documentados
embajadores convencieron
al mundo que su amor era
Nicaragua, que alguna vez
el orden debía llegar
a sus entrañas soñolientas.
Sandino colgó a los intrusos.
Los héroes de Wall Street
fueron comidos por la ciénaga,
un relámpago los mataba,
más de un machete los seguía,
una soga los despertaba
como una serpiente en la noche,
y colgando de un árbol eran
acarreados lentamente
por coleópteros azules
enredaderas devorantes.
Sandino estaba en el silencio,
en la Plaza del Pueblo, en todas
partes estaba Sandino,
matando norteamericanos,
ajusticiando invasores.
Y cuando vino la aviación,
la ofensiva de los ejércitos
acorazados, la incisión
de aplastadores poderíos,
Sandino, con sus guerrilleros,
como un espectro de la selva,
era un árbol que se enroscaba
o una tortuga que dormía
o un río que se deslizaba.
Pero árbol, tortuga, corriente
fueron la muerte vengadora,
fueron sistemas de la selva,
mortales síntomas de araña.
(En 1948
un guerrillero
de Grecia, columna de Esparta,
fue la urna de luz atacada
por los mercenarios del dólar.
Desde los montes echó fuego
sobre los pulpos de Chicago,
y como Sandino, el valiente
de Nicaragua, fue llamado
«bandolero de las montañas.»)
Pero cuando fuego, sangre
y dólar no destruyeron
la torre altiva de Sandino,
los guerreros de Wall Street
hicieron la paz, invitaron
a celebrarla al guerrillero,
y un traidor recién alquilado
le disparó su carabina.
Se llama Somoza. Hasta hoy
está reinando en Nicaragua:
los treinta dólares crecieron
y aumentaron en su barriga.
Ésta es la historia de Sandino,
capitán de Nicaragua,
encarnación desgarradora
de nuestra arena traicionada,
dividida y acometida,
martirizada y saqueada


A Fidel

Fidel, Fidel, los pueblos te agradecen
palabras en acción y hechos que cantan,
por eso desde lejos te he traído
una copa del vino de mi patria:
es la sangre de un pueblo subterráneo
que llega de la sombra a tu garganta,
son mineros que viven hace siglos
sacando fuego de la tierra helada.
Van debajo del mar por los carbones
y cuando vuelven son como fantasmas:
se acostumbraron a la noche eterna,
les robaron la luz de la jornada
y sin embargo aquí tienes la copa
de tantos sufrimientos y distancias:
la alegría del hombre encarcelado,
poblado por tinieblas y esperanzas,
que adentro de la mina sabe cuándo
llegó la primavera y su fragancia
porque sabe que el hombre está luchando
hasta alcanzar la claridad más ancha.
Y a Cuba ven los mineros australes,
los hijos solitarios de la pampa,
los pastores del frío en Patagonia,
los padres del estaño y de la plata,
los que casándose con la cordillera
sacan el cobre de Chuquicamata,
los hombres de autobuses escondidos
en poblaciones puras de nostalgia,
las mujeres de campos y talleres,
los niños que lloraron sus infancias:
ésta es la copa, tómala, Fidel


Su adhesión al partido comunista le obligó a emigrar de Chile y a vivir largos períodos en Europa. Tras el triundo de la Unidad Popular fue embajador de Chile en París.

Su abundante obra poética, en la que despliega una capacidad verbal extraordinaria, se aplica en buena parte a denostar a sus adversarios políticos, pero lo mejor de ella está consagrada a celebrar a la naturaleza, ante la cual Neruda se siente en su elemento.





Reposa tu pura cadera y el arco de flechas mojadas/ extiende en la noche los pétalos que forman tu forma/ que suban tus piernas de arcilla el silencio y su clara escalera/, dice Neruda en uno de los 20 versos encontrados recientemente.


Eliécer Neftalí Reyes Basoalto (Parral, 12 de julio de 1904 – Santiago, 23 de septiembre de 1973)

Nacido en realidad el 12 de julio de 1904 en Parral, el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma, al decir de Gabriel García Márquez, fue hijo de Rosa Neftalí Basoalto de Reyes y de José del Carmen Reyes Morales. Su nutrida obra inició desde joven. En 1921 publicó La canción de la fiesta, su primer poema, con el seudónimo de Pablo Neruda, en homenaje al poeta checo Jan Neruda, nombre que mantuvo a partir de entonces y que legalizó en 1946.

En 1924 salió a la luz una de las obras que lo inmortalizaría, Veinte poemas de amor y una canción desesperada, obra que, junto con Tentativa del hombre infinito, distingue la primera etapa de su producción poética.

En 1926 emprendió su carrera consular y que lo llevó a residir en Birmania, Ceilán, Java, Singapur y, entre 1934 y 1938, en España, donde se relacionó con los escritores García Lorca, Aleixandre, Gerardo Diego y otros representantes de la Generación del 27. También fundó la revista Caballo verde para la poesía.

Neruda apoyó a los republicanos al estallar la guerra civil y escribió España en el corazón (1936). Progresivamente sus poemas experimentaron un tono más sombrío al percibir el paso del tiempo.

Volvió a Chile en 1939, e ingresó en el Partido Comunista. Su obra tuvo un giro hacia la militancia política cuando escribió Canto general.

Su prestigio internacional fue reconocido en 1971, cuando se le concedió el Premio Nobel de Literatura.


Entre sus obras destacan Crepusculario (1923), Canto General (1950), Los versos del capitán (1952), Cien sonetos de amor (1959), Las manos del día (1968) y Las piedras del cielo (1970). Su obra póstuma es Confieso que he vivido (1974), un libro que recoge las memorias del poeta chileno.

En Chile, la Fundación Pablo Neruda recopiló recientemente una serie de poemas inéditos del autor. Según la Fundación, los manuscritos originales de Neruda están guardados en cajas de conservación y en condiciones controladas de temperatura y humedad.

"Reposa tu pura cadera y el arco de flechas mojadas/extiende en la noche los pétalos que forman tu forma/que suban tus piernas de arcilla el silencio y su clara escalera/peldaño a peldaño volando conmigo en el sueño/yo siento que asciendes entonces al árbol sombrío que canta en la sombra/Oscura es la noche del mundo sin ti amada mía,/y apenas diviso el origen, apenas comprendo el idioma,/con dificultades descifro las hojas de los eucaliptos".

Este poema fue encontrado en la Caja 52, que contiene materiales muy diversos. Los originales son mecanografiados y no se halló una versión manuscrita del mismo.

En total, son más de veinte los poemas inéditos del poeta chileno Pablo Neruda hallados durante una revisión de los archivos del autor por parte de la Fundación Pablo Nerud y publicados por la editorial Seix Barral.

Los poemas fueron encontrados en unas cajas que contenían los manuscritos de las obras del poeta, durante una revisión exhaustiva por parte de la Biblioteca de la Fundación Pablo Neruda, bajo la dirección de Darío Oses.

En esta revisión se comprobó que algunos poemas manuscritos de extraordinaria calidad no se habían incluido en las obras publicadas correspondientes a cada caja.

Para Seix Barral, la certificación de la autoría de estos más de veinte poemas "los convierte en el mayor hallazgo de las letras hispanas en los últimos años, un acontecimiento literario de importancia universal".

La relevancia de este hallazgo reside en que los poemas encontrados fueron escritos con posterioridad a "Canto general" (1950), en la época de madurez de Pablo Neruda.

Previamente, solo habían aparecido dos trabajos inéditos de Neruda: El río invisible (Seix Barral, 1980), que incluía poesía y prosa de juventud, y sus poemas de adolescencia, Cuadernos de Temuco (Seix Barral, 1996).


Cantalao. El secuestro del legado de Neruda



En el marco de la conmemoración de los 114 años del nacimiento del poeta, se presenta “Cantalao: el secuestro de un legado”, que indaga en lo acontecido con la última voluntad de Pablo Neruda. El nombre corresponde a un lugar mítico que fue escenario de la única novela de Neruda, “El habitante y su esperanza” (1926), y que posteriormente el poeta revivió para entregar un espacio que promoviera y estimulara a los nuevos creadores e investigadores científicos.
Dirigida por Diego del Pozo, “Cantalao: el secuestro de un legado” muestra la investigación que el equipo realizador hizo sobre el deseo inconcluso de Pablo Neruda de crear una fundación para acoger a poetas, artistas y científicos. ¿Quién quedó a cargo del proyecto? ¿Qué acciones han realizado en este tiempo? Son algunas de las interrogantes que conducen al film.

A un poco más de cuatro décadas del fallecimiento de Pablo Neruda, se presenta este documental que relata lo acontecido con el legado post mortem del Nobel, y lo sucedido con su último gran proyecto “Cantalao”, una residencia que estaría ubicada en un acantilado ubicado en la costa de la V Región. El nombre corresponde a un lugar mítico que fue escenario de la única novela de Neruda, “El habitante y su esperanza” (1926), y que posteriormente el poeta revivió para entregar un espacio que promoviera y estimulara a los nuevos creadores e investigadores científicos.

Este proyecto fue el que ocupó los últimos meses de vida de Pablo Neruda, el que sería construido con la colaboración de la CORMU (Corporación de Mejoramiento Urbano) durante el gobierno de Salvador Allende. Sin embargo, los hechos acontecidos luego del Golpe de Estado de 1973 y la muerte del poeta, truncaron su último deseo.

La fundación se convirtió en un proyecto que nunca llegó a concretarse, pero que se mantuvo en la memoria de quienes participaron en su concepción.

El documental invita a revisitar la historia reciente de nuestro país, donde la fundación Cantalao, la imagen de Neruda, y el destino de Chile, quebrados por el Golpe Militar, aparecen como metáforas inequívocas la una de la otra.

Según el director Diego del Pozo “La historia post-mortem de Neruda es una perfecta metáfora de la Dictadura Militar y luego la Concertación, donde los intereses económicos y la superficialidad de la cultura se establecieron como prioridades, y el caso de Neruda no fue una excepción. Cantalao, el proyecto de Neruda, es también una invitación a pensarnos nuevamente como país.


http://www.neruda.uchile.cl/fundacion.html

http://www.elmercuriodigital.net/2014/07/un-holograma-de-pablo-neruda-recorrera.html




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