Jorge Zavaleta Alegre.-La iglesia Nuestra Señora de la Paz, a pocas cuadras del cementerio general de la ciudad peruana de Trujillo, está llena de familiares de aquellos soldados que arriesgaron y sacrificaron sus vidas enfrentándose contra subversivos y terroristas de Sendero Luminoso, hace 27 años en Altizabara y otros pueblos vecinos de Santiago de Chuco de La Libertad y provincias vecinas de Ancash,
Es domingo 12 de Agosto del 2018. El sacerdote católico Roosvelt Rodríguez, alzando el cáliz invoca a los fieles a desterrar el odio, a perdonarse los unos a los otros, a vivir con sencillez y de corazón, ordenadamente, en tanto la justicia es relativa.
Los fieles rezan por quienes lucharon en diferentes frentes de La Libertad como en Asia de Buldibuyo y caseríos vecinos.
Sensible a los efectos que genera la profunda corrupción enraizada en el Perú, el padre Rodríguez advierte que diferentes estratos políticos y económicos de este país latinoamericano, el dinero robado, sustrae atención de las necesidades y derechos de los jóvenes, a quienes se les niega el futuro, la educación, la salud y hasta la capacidad de soñar.
Según documentación suscrita por el general de división Jorge Ferreyros Seguín, en Altizabara perdieron la vida, en una emboscada, Andrés Castro Araujo, Pablo Vargas Miranda. Marco Silva Ortiz, Dileo Bustamante Rodríguez, Ulises Juárez Charún, a quienes hasta ahora, sus familias han sido privadas de un derecho a la subsistencia.
Similar derecho les debe corresponder a quienes se enfrentaron ante un enemigo que actuaba con acciones terroristas, y se salvaron de morir. Ellos tampoco recibieron asistencia médica especializada. Los efectos de esa guerra siguen siendo traumáticos, que en la mayoría de los casos aún no han sido superados.
En tiempos electorales reaparecen parlamentarios que respaldan candidaturas a gobiernos municipales prometiendo atender las demandas familiares de todos los héroes de la Sierra de La Libertad. Argumentan que pronto será posible ampliar los derechos otorgados por la Ley 1169, con el voto mayoritario del Congreso, aunque no aseguran que el presidente Martín Vizcarra decida la promulgación.
Parece ser que el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) no ha incluido aún el capítulo de la violencia en el Norte del Perú. Si es un espacio del Ministerio de Cultura debería incluir información a fin de ampliar el diálogo en torno a temas de derechos humanos, enfocándose en los hechos de violencia ocurridos durante el periodo 1980 - 2000 en el Perú.
La historia de los familiares de quienes integraron el Batallón 323 o los sobrevivientes pueden ofrecer más luces sobre la guerra que desató Sendero y el MRTA, cuyo cabecilla fue militante de la juventud del Apra, la Alianza Popular Revolucionaria Americana, que fundó Haya de la Torre, en México 1917.
El periodo de violencia terrorista que afectó al Perú es como una cicatriz en nuestra historia que muchos ciudadanos saben cómo la obtuvieron, pero otros tantos no saben cómo apareció.
Este es el caso de una gran cantidad de jóvenes, incluso adultos. El Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social es esencial para conocer los eventos que causaron la muerte de 69,280 peruanos, la respuesta por parte del gobierno, las Fuerzas Armadas y movimientos ciudadanos y las consecuencias que generaron.
El cineasta Héctor Gálvez. Explica los atentados en los pueblos de Putis y Uchuraccay (Ayacucho) y Puerto Bermúdez y Puerto Ocopa (Junín) y cómo estos pueblos han logrado recuperarse de la tragedia.
Víctor Yangali, entonces alcalde de Huanta, y su madre, fueron asesinados por Sendero Luminoso en la puerta de su hogar, en 1987.
Cirila Pulido, sobreviviente de la masacre de Accomarca, opina que el LUM permite que los jóvenes "conozcan sobre el conflicto armado en el Perú" y qué pasó. Ella cuenta que su madre y su hermano de ocho meses fueron asesinados por el Ejército en 1985.
El LUM debe acercarse a La Libertad, a través de videos con testimonios, infografías, recortes periodísticos, fotografías e instalaciones de arte. Para nunca más olvidar es indispensable recorrer el Perú y escuchar a los protagonistas del dolor y de la guerra. Evitar que los políticos tan desprestigiados trafiquen con los sentimientos de los pueblos.
Es domingo 12 de Agosto del 2018. El sacerdote católico Roosvelt Rodríguez, alzando el cáliz invoca a los fieles a desterrar el odio, a perdonarse los unos a los otros, a vivir con sencillez y de corazón, ordenadamente, en tanto la justicia es relativa.
Los fieles rezan por quienes lucharon en diferentes frentes de La Libertad como en Asia de Buldibuyo y caseríos vecinos.
Sensible a los efectos que genera la profunda corrupción enraizada en el Perú, el padre Rodríguez advierte que diferentes estratos políticos y económicos de este país latinoamericano, el dinero robado, sustrae atención de las necesidades y derechos de los jóvenes, a quienes se les niega el futuro, la educación, la salud y hasta la capacidad de soñar.
Según documentación suscrita por el general de división Jorge Ferreyros Seguín, en Altizabara perdieron la vida, en una emboscada, Andrés Castro Araujo, Pablo Vargas Miranda. Marco Silva Ortiz, Dileo Bustamante Rodríguez, Ulises Juárez Charún, a quienes hasta ahora, sus familias han sido privadas de un derecho a la subsistencia.
Similar derecho les debe corresponder a quienes se enfrentaron ante un enemigo que actuaba con acciones terroristas, y se salvaron de morir. Ellos tampoco recibieron asistencia médica especializada. Los efectos de esa guerra siguen siendo traumáticos, que en la mayoría de los casos aún no han sido superados.
En tiempos electorales reaparecen parlamentarios que respaldan candidaturas a gobiernos municipales prometiendo atender las demandas familiares de todos los héroes de la Sierra de La Libertad. Argumentan que pronto será posible ampliar los derechos otorgados por la Ley 1169, con el voto mayoritario del Congreso, aunque no aseguran que el presidente Martín Vizcarra decida la promulgación.
Parece ser que el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) no ha incluido aún el capítulo de la violencia en el Norte del Perú. Si es un espacio del Ministerio de Cultura debería incluir información a fin de ampliar el diálogo en torno a temas de derechos humanos, enfocándose en los hechos de violencia ocurridos durante el periodo 1980 - 2000 en el Perú.
La historia de los familiares de quienes integraron el Batallón 323 o los sobrevivientes pueden ofrecer más luces sobre la guerra que desató Sendero y el MRTA, cuyo cabecilla fue militante de la juventud del Apra, la Alianza Popular Revolucionaria Americana, que fundó Haya de la Torre, en México 1917.
El periodo de violencia terrorista que afectó al Perú es como una cicatriz en nuestra historia que muchos ciudadanos saben cómo la obtuvieron, pero otros tantos no saben cómo apareció.
Este es el caso de una gran cantidad de jóvenes, incluso adultos. El Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social es esencial para conocer los eventos que causaron la muerte de 69,280 peruanos, la respuesta por parte del gobierno, las Fuerzas Armadas y movimientos ciudadanos y las consecuencias que generaron.
El cineasta Héctor Gálvez. Explica los atentados en los pueblos de Putis y Uchuraccay (Ayacucho) y Puerto Bermúdez y Puerto Ocopa (Junín) y cómo estos pueblos han logrado recuperarse de la tragedia.
Víctor Yangali, entonces alcalde de Huanta, y su madre, fueron asesinados por Sendero Luminoso en la puerta de su hogar, en 1987.
Cirila Pulido, sobreviviente de la masacre de Accomarca, opina que el LUM permite que los jóvenes "conozcan sobre el conflicto armado en el Perú" y qué pasó. Ella cuenta que su madre y su hermano de ocho meses fueron asesinados por el Ejército en 1985.
El LUM debe acercarse a La Libertad, a través de videos con testimonios, infografías, recortes periodísticos, fotografías e instalaciones de arte. Para nunca más olvidar es indispensable recorrer el Perú y escuchar a los protagonistas del dolor y de la guerra. Evitar que los políticos tan desprestigiados trafiquen con los sentimientos de los pueblos.