Más de 151.000 firmas de personas han firmado la petición para prohibir el uso de perros en cacerías, una práctica legal en Galicia con varias modalidades contra diferentes especies de fauna silvestre.
El acoso de los canes a especies no consideradas cinegéticas, incluso en época de cría y nidificación, la relación entre la transmisión de enfermedades hacia otros animales o las personas, y la violencia provocada por los propios lances, que en no pocas ocasiones se convierten en peleas consentidas por los propios cazadores, motivan una iniciativa ciudadana cada vez más numerosa “ante estas prácticas crueles”.
Caza con perros
La Asociación Animalista Libera y la Fundación Franz Weber han apelado al respaldo social para que la Xunta de Galicia adopte, de una vez por todas, un veto al uso de perros, al entender que existe un argumentario suficiente como para iniciar una prohibición ya implantada en países como Austria, Dinamarca o Luxemburgo, y que busca garantizar un bienestar mínimo en el Medio Natural.
En este sentido, informa un comunicado, la campaña #CazaEsViolencia también pone el foco sobre la autorización de supuestas competiciones deportivas cinegéticas, cuya finalidad es producir el mayor número de muertes de, por ejemplo, zorros, para obtener diferentes recompensas, una actitud que los animalistas han censurado y responsabilizan al ejecutivo autonómico de una auténtica banalización de lo que supone una verdadera actividad deportiva saludable.
Batidas de perros
Los defensores de los animales denuncian que en estos campeonatos pueden participar menores de edad y que el número de perros empleados produce un grave desequilibrio a los ecosistemas, además del uso de plomo, “que contamina el medio y llega a resistir a la degradación durante cientos de años, pudiendo ser ingerido por otros animales, como las aves”.
Las batidas con perros, subraya la nota, también son responsables de la muerte de animales domésticos, como sucedió recientemente en el municipio de Carballo (A Coruña), donde una jauría atacó y mató a un gato casero entre las risas y la inacción de los escopeteros de la cuadrilla. EFEverde
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