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Una ruta en blanco y negro

El camino de migrantes en Ecuador y Perú.
Salieron de su país por necesidad. No tuvieron elección


Miles de kilómetros los separan de su país natal, pero ellos no dejan de caminar porque buscan un futuro mejor. Foto: Jesús Moya Choy / CICR

Cuando decidieron dejar su país y caminar miles de kilómetros en la búsqueda de un futuro mejor, las personas migrantes no solo partieron hacia un destino desconocido. Sus familias se separaron, muchas madres tuvieron que salir para poder mantener a sus hijos desde lejos. Muchos hijos se despidieron con la promesa de encontrar mejores condiciones de vida para sus padres. Para todos ellos, el abrazo del adiós significó la esperanza de reunirse algún día y la necesidad, el principal motor para emprender su camino.

En las fronteras de Ecuador con Colombia y Perú con Ecuador, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) brinda apoyo a quienes se encuentran en situación de movilidad humana. "Nuestra ayuda ha consistido, principalmente, en llamadas por teléfono celular y conexión a internet para que conversen con sus familiares en redes sociales, actividades lúdicas para el entretenimiento de los niños, alimentos y agua. Solo en 2018, se realizaron 35.500 llamadas en Ecuador y 14.700 en Perú".


Algunos tienen mejor suerte. Reciben ayuda de ciudadanos o autoridades que van por la carretera y los llevan de la frontera hacia la ciudad, un nuevo terreno desconocido. Foto: Jesús Moya Choy / CICR


En Ecuador, 6.000 migrantes recibieron paquetes con artículos de higiene y mantas el año pasado. También instalamos sistemas de purificación de agua en la frontera con Colombia y brindamos apoyo para el reacondicionamiento y la mejora de tres centros de recepción temporal.

"En Perú, además del apoyo en las fronteras, hemos realizado una campaña de sensibilización contra la xenofobia de la que son víctimas las personas migrantes, en lugares tan cotidianos como los vehículos de transporte público"


En el día, niñas y niños juegan y se distraen mientras descansan a la espera de volver a partir hacia sus destinos. Foto: Jesús Moya Choy / CICR


"Como sucedió en muchos de nuestros países, miles de personas tuvieron que abandonar su lugar de nacimiento y migrar por necesidad. Su situación de vulnerabilidad, ante los riesgos que supone la ruta, requiere de atención. Ellos no tuvieron opción. Tú sí la tienes.

Tenderles una mano de manera solidaria es el equivalente a ese abrazo que tanto añoran cuando vuelvan a reunirse con sus familias.

Todos somos migrantes".














En Tumbes, Perú, caminamos junto con ellos para conocer sus necesidades de primera mano.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



Quienes aún conservan sus zapatillas, gastadas como una marca del terreno recorrido, siguen adelante con un paso firme y una sonrisa que no se les borra.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



Algunos tienen mejor suerte. Reciben ayuda de ciudadanos o autoridades que van por la carretera y los llevan de la frontera hacia la ciudad, un nuevo terreno desconocido.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



En los centros de atención fronteriza, hacen largas colas para realizar sus trámites de ingreso al país al que se dirigen, como en Perú y Ecuador.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



Desde el CICR, trabajamos en Tumbes (frontera peruano-ecuatoriana) junto con Cruz Roja Peruana brindando el servicio de Restablecimiento de Contacto entre Familiares.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



En Huaquillas, del otro lado de la frontera, seguimos el trabajo conjunto con Cruz Roja Ecuatoriana para quienes deseen hacer uso del servicio de llamadas gratuitas.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



Buscamos por todos los medios posibles para que puedan tener ese pequeño momento de vínculo con sus familias, que a la distancia se mantienen pendientes de la ruta que están siguiendo.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



La hidratación es fundamental en los tramos largos. Son los niños quienes más la necesitan y siempre es importante que toda persona migrante tenga agua a su alcance para poder afrontar el camino.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



Incluso las mascotas viajan con sus dueños y no debemos olvidar que también requieren de alimentos y agua. El camino tampoco es fácil para ellas.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



Cuando cae la noche, muchos migrantes se exponen a las condiciones climáticas y deben dormir a la intemperie.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



En el frío del cemento y la oscuridad de la noche, las madres reciben colchones para al menos pernoctar de una manera más digna con sus menores hijos.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



Luego del descanso, llega la hora de irse. Las fronteras son solo un paso más hacia los lugares de destino de las personas migrantes.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



Pasajeros de todas las edades parten en buses exponiéndose a riesgos como la violencia de las zonas que transitan.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



Desde los más grandes hasta los más pequeños siguen la ruta con la esperanza de encontrar un nuevo horizonte.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



No solo la Cruz Roja acompaña este camino. Cada uno de nosotros puede aportar su granito de arena.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR



Demos el ejemplo, como lo da la ciudad de Tumbes, cuyos ciudadanos pintaron este mural en señal de brazos abiertos hacia las personas migrantes.
Foto: Jesús Moya Choy / CICR




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