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Esos viejos, dicen

OPINIÓN de Ana De Luis Otero.- Cumplir años antaño era un grado y ahora se ha convertido en una enfermedad, en un despido, en una jubilación anticipada. Condenar a los mayores a ser abuelos y con ello someterlos, al otro grado, el de la sinrazón, es todo uno cuando vemos que muchos de los que hoy cumplen 60 años o incluso menos, están fuera del circuito de lo que se llama ser cool.

Y no señores, no. Volviendo al grado que concede la experiencia, las personas mayores que llegan a una edad provecta por fortuna, son el muro que contiene a este país de viejos, porque ciertamente los niños no nacen. Personas que han tenido que conformarse, que adaptarse, que reinventarse llegado el caso porque han pasado de ser ingenieros en una gran multinacional a poner un puesto de pipas porque de algo hay que vivir.

Esas mismas personas que llegan a tener nietos pasan a pasear al parque al niño de turno sin más concesiones que las que se les dan porque si no son necesarios se aparcan y si se tercia pasan a ser la guardería más barata de la historia llegado el caso. Y en ese título que en España se considera despectivo, ser abuelo que antaño era lo mejor del mundo ahora es sinónimo de inútil, de viejo, de inservible si nos ponemos a hablar como si fuera una cosa, esa cosa, el viejo llamado padre porque padre si tiene la fortuna de ser sigue siendo.

Y en el día internacional de las personas mayores que en Europa son un verdadero grado, según Naciones Unidas se debe reivindicar este derecho porque este grupo etario verdaderamente es importante. Estos que además de tener edad pueden convivir con una discapacidad, con una enfermedad crónica, con una pobreza extrema si son prejubilados, pasan a ser de líderes a cuidadores, de padres a estorbos y sin acritud llegan a querer morirse cuando son aparcados en algún lugar que parece ser un hotel pero no es otra cosa que una residencia de mayores, sí, mayores.

Desde 1991, cada 1 de octubre es el Día Internacional de las Personas Mayores. Eso se proclamo el día 14 de diciembre de 1990, en la Asamblea General, en su Res 45/106, en prosecución de las iniciativas de las Naciones Unidas a través del Plan de Acción aprobado en la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento celebrada en Viena en 1982 y respaldado, el mismo año, por la Asamblea General.

El 1 de octubre se estableció con el objeto de favorecer la toma de conciencia sobre la prolongación de la vida y el valor que esto tiene; la necesidad de trabajar para lograr sociedades inclusivas, integradoras y más justas y con el objeto de reflexionar sobre la importancia de desarrollar políticas orientadas a mejorar la calidad de vida de la población de adultos mayores.

Dentro de la Agenda 2030 y de los objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se reconoce que el desarrollo puede existir si no desaparecen grupos de edad porque la sociedad se compone de todos. Incluir a nuestros mayores, garantizar su inclusión, reducir las desigualdades, hacerles participar de la vida social, económica y política así como sus cuidados y lo que supone que estos tengan una atención médica correcta de forma que sean cubiertas todas sus necesidades.

Nuestros mayores, nuestros padres y abuelos se han adaptado al WhatsApp, a los ordenadores, a vivir con el móvil y a sacar una tarjeta simplemente porque quieren ir en metro, no les pidamos mucho más porque realmente han hecho un esfuerzo importante por seguir en este mundo de gente guapa en donde no cabe la gente que no oye, la gente que deja de ver, la gente que se queda coja y ya anda mal o aquellos que de repente se dan cuenta que alguna vez fueron jóvenes. Ahí vamos a llegar todos y necesariamente no querremos que nos tilden de viejos muebles que alguna vez sirvieron para algo.

Su dignidad debe seguir intacta y su vida después de la vida laboral puede suponer cerca de 20 o 30 años si tienen suerte. Esos viejos a los que se les procura vivir las otras cosas de la vida, de esa que merecen después de tanto trabajo, sacrificio y esfuerzo. Esos viejos, somos nosotros en unos años, y si no, al tiempo. Solo hacen falta políticas sociales, eliminación de desigualdades y romper los estereotipos que afectan a todo cuanto pasa por tener más de 50 años y dejar de ver a todo un país como una carga que les lleva a tener aislamiento social y por tanto, soledad; enfermedades y depresiones por su tristeza y otras cuestiones que lejos de valorarse ya ni siquiera se cuantifican.

Gracias por tanto queridos mayores. Gracias por enseñarnos el camino.




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