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Perú: de la pandemia a la reconstrucción


Foto © Luisenrrique Becerra | Noticias SER

OPINIÓN de Pablo Najarro Carnero

Qué pena que al gobernante se le ocurra hablar de retorno a la “nueva normalidad”. Esto es como cuando Noé escapó del castigo de Dios por la humanidad pecadora. No digo que el covid-19 sea un castigo de Dios. Despacio. Pasado el diluvio, no sin antes prevenirse si ya había acabado, vuelve a sembrar una tierra nueva. Es verdad que todavía quedaba – incluso en los hijos – la maldad, pero, es construir desde cero.
Cuando los colonos de Inglaterra se van a lo que luego serían los Estados Unidos por iniciativa de la misma reina, lo hacen respondiendo a su afán de colonizar nuevas tierras, pero llegado el  momento, estos deciden su independencia, y cortar el cordón umbilical con su madre patria. Con ello,  deciden una nueva forma de gobierno, de religión y de costumbres, que luego signficó matar a los nativos.
Al llegar los españoles a nuestra América, también marcan nuevos estilos de vida. La corona tendrá de lejos buenas intenciones, muy cristianas por cierto con los nativos, pero, aquí las cosas no son así. Primó el afán explotador al máximo. Años después la “independencia” de los criollos fue para no pagar nada a la corona.Después de la guerra con Chile tuvimos años de incertidumbre. Pasaron cincuenta años hasta el retorno de Tacna. Tiempo de reconstrucción en el que surgieron ideas nuevas en los campos económicos, sociales, culturales.
Estamos pasando una crisis fortísima. Hablar de volver a la “normalidad” es lo más estúpido que puede haber. Este barco llamado Perú hizo agua por todos lados. Todos los soportes del barco, que en teoría eran buenos, no servían para nada. El capitán sabía que el barco era inútil. Pero flotaba. Era lo que importaba, que flote, todos los que íbamos en ese barco – llámese peruanos – estaban contentos y nadie sabía que este barco llamado Perú era inútil. Vino la tormenta y como el barco era inútil, entró en zozobra – y los peruanos – recién se dieron cuenta de la realidad.
No faltaron los amigos del dueño del barco que decían que el barco estaba bien y comenzaron a vender promesas. Otros comenzaron a vender ilusiones, comenzaron a estafar. No faltaron los rapaces que aprovecharon para vender lo más necesario a más precio. Pastillas que valían un sol se vendieron a ciento treinta, y la lista es larga: oxígeno, mascarillas, etc.
El tiempo postpandemia tiene que significar volver a cero. Es el tiempo de reconstruir las instituciones. La Constitución permitió desde siempre lo que vimos en la pandemia. No es delito vender a sobreprecio. La ley dice que es libre mercado. La ley dice que la economía en el Perú se mueve por la oferta y la demanda. No es delito, y por tanto no habrá sanción a las clínicas por vender una pastilla a ciento treinta soles.
Se debe conformar un Comité de Reconstrucción Nacional. Luego de nuestra derrota con Chile, el Mariscal Cáceres la emprendió, pero como siempre los políticos que viven de la riqueza del Perú la bloquearon. Se necesita ¡YA! constituir este espacio con los mejores elementos pensantes del país, el plan prospectivo del nuevo Perú. Quizá el Acuerdo Nacional podría sea el organismo rector. Es urgente anunciar a los peruanos que va a pasar dentro de una semana, un mes, y un año, necesitamos que el presidente, los congresistas y el gobierno nos digan que hay después de la noche oscura.
El gobernante debe dar esperanzas, debe dar luz a los peruanos. Hasta ahora no hay ninguna señal, palabra de esperanza para la gente de a pie que gana para el pan de cada día. Ha habido palabras y respuestas para los grandes – como siempre – a quienes se les generó fondos a intereses bajos. A los de a pie se le reprimió, se les obligó a usar máscaras, se les puso obstáculos para trabajar y hasta para subir a un microbús. Abrieron primero los supermercados extranjeros, mientras que a los mercados de barrio se les puso todos los obstáculos. A los llamados de “primera línea” los mandaron a la batalla con lo mínimo, para un día.
No hay esperanza, por eso hay desesperación. Y la verdad es justa, es necesaria la salida a las calles para buscar el pan, ya no para ellos, sino para sus hijos, a los cuales no les puedes explicar que estamos en una pandemia. El Perú no es el mismo. Tenemos que tomar nuevos rumbos. Nueva tierra.
Dice la Biblia que “Nadie corta un trozo de un vestido nuevo para arreglar un vestido viejo. De hacerlo así, echará a perder el vestido nuevo; además el trozo nuevo no quedará bien en el vestido viejo. Ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo hace que los odres revienten, y tanto el vino como los odres se pierden. Por eso hay que echar el vino nuevo en odres nuevos. Y nadie que beba vino añejo querrá después beber el nuevo, porque dirá que el añejo es mejor”.
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