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En donde reina un ratón se prohíbe la canción

OPINIÓN de Arturo del Villar, presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio

Como una alegoría de lo que es un reino triste, cuando el monarca es un tirano que castiga severamente a quien se atreve a cantar, se introdujo una secuencia que ya es histórica en la película musical norteamericana titulada en castellano Levando anclas. Dirigida en 1945 por George Sydney, en color, muestra la aventura de dos marineros de permiso en Hollywood, Gene Kelly y Frank Sinatra, con José Iturbi como estrella invitada.

La secuencia más alabada mezcla la acción real con el cine animado, unos efectos especiales muy bien resueltos en 1945. En ella Kelly relata a unos niños un cuento, musical, por supuesto, en el que escenifica su sorprendente llegada a un reino poblado por animales afligidos, porque su rey es un tirano que habita en un maravilloso castillo, pero él está muy triste, y ha prohibido a sus vasallos cantar bajo la amenaza de graves penas.

El marinero decide entrevistarse con el rey para tratar de convencerle de que revoque esa orden, y se introduce dando espectaculares pasos de baile en el salón del trono. Allí descubrimos al tirano sentado en su trono, con la corona real distintiva de su rango en la cabeza, y resulta ser el ratón Jerry, el compañero de aventuras del gato Tom en los dibujos animados realizados por William Hanna y Joseph Barbera para la Metro—Goldwyn—Mayer entre 1940 y 2005, con los que obtuvieron siete premios Oscar a los mejores cortometrajes animados. Por lo tanto, Jerry es todo un personaje, que bien podía alternar con Kelly y Sinatra, e incluso Iturbi.

Para animar al rey ratón a superar su melancolía, Kelly le invita a compartir con él unos excelentes pasos de baile, de efectos especiales muy bien logrados, hasta conseguirlo. Así que Jerry se siente alegre, le entrega una medalla para agradecerle el trabajo realizado, y levanta la prohibición de cantar a sus vasallos, por lo que el reino queda muy feliz.

La secuencia del baile, añadida al argumento como un complemento para justificar una actuación especial de Kelly junto al dibujo, fue considerada una alegoría: deseaba animar al pueblo estadounidense a recobrar la alegría de vivir, una vez superada la etapa de la guerra mundial. Una manera sencilla de sentir la felicidad se consigue cantando, según confirma otra excelente película musical de Kelly, filmada en 1952 y aquí titulada Cantando bajo la lluvia: aunque parezca que la situación en la que se encuentra una persona es negativa, con una canción se puede modificar y conseguir que una noche de lluvia torrencial parezca un día radiante. Una canción aporta felicidad a un país, sus cantantes deben ser homenajeados.

Desde luego, el guión de Levando anclas aprovecha esa teoría para condenar la tiranía de un rey que por hallarse triste obliga a estarlo también a todos sus vasallos. Y ese rey resulta ser el más insignificante de los habitantes del reino, un minúsculo ratón. Cualquiera de sus vasallos le aventaja en figura, pero él dispone del poder para dictar órdenes, por tiránicas que sean. La de castigar con la cárcel a los vasallos que quieren cantar es la más odiosa. Tenía que ser un ratón quien la promulgara.

No se puede tolerar que un rey imponga el silencio al reino. Las canciones sirven para expresar los más variados sentimientos, entre ellos la crítica a las decisiones erróneas de los monarcas en contra de las libertades públicas. La música invita a rebelarse contra la tiranía, como lo es el hecho de condenar a un cantante a la cárcel por el presunto delito de querer cantar.

Arturo del Villar, presidente del colectivo republicano tercer milenio.

Radio Rebelde Republicana





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