Diego Gómez, agricultor de una finca ecológica, observa unos tomates cherry en su finca en Níjar, Almería. Almería es un ejemplo de sostenibilidad en sus explotaciones agrícolas, tal y como demuestra que, de acuerdo a datos de la Junta de Andalucía, esta provincia destina actualmente el 23,6 % de su superficie agraria útil a producción ecológica, un modelo en el que juegan un papel fundamental unos insectos, los “bichitos buenos”, que combaten las plagas. EFE/Ricardo García
Una trabajadora ténico-agrícola observa el cultivo de berenjenas en la finca ecológica de Diego Gómez, un agricultor que ha apostado por lo ecológico porque era un “reto personal”, además de una forma de “ir mejorando, siendo más respetuoso y ofreciendo un producto más saludable”. Almería es un ejemplo de sostenibilidad en sus explotaciones agrícolas, tal y como demuestra que, de acuerdo a datos de la Junta de Andalucía, esta provincia destina actualmente el 23,6 % de su superficie agraria útil a producción ecológica, un modelo en el que juegan un papel fundamental unos insectos, los “bichitos buenos”, que combaten las plagas. EFE/Ricardo García
Patricia Rivas, trabajadora ténico-agrícola, comprueba el estado de las plagas en las hojas de las berenjenas en la finca ecológica de Diego Gómez, un agricultor que ha apostado por lo ecológico porque era un “reto personal”, además de una forma de “ir mejorando, siendo más respetuoso y ofreciendo un producto más saludable”. Almería es un ejemplo de sostenibilidad en sus explotaciones agrícolas, tal y como demuestra que, de acuerdo a datos de la Junta de Andalucía, esta provincia destina actualmente el 23,6 % de su superficie agraria útil a producción ecológica, un modelo en el que juegan un papel fundamental unos insectos, los “bichitos buenos”, que combaten las plagas. EFE/Ricardo García
Almería es un ejemplo de sostenibilidad en sus explotaciones agrícolas, tal y como demuestra que, de acuerdo a datos de la Junta de Andalucía, esta provincia destina actualmente el 23,6 % de su superficie agraria útil a producción ecológica, un modelo en el que juegan un papel fundamental unos insectos, los “bichitos buenos”, que combaten las plagas.
En Campohermoso, una pedanía de Níjar, tiene una finca invernada en la que se cultivan tomates cereza y berenjenas Diego Gómez, un agricultor que ha apostado por lo ecológico porque era un “reto personal”, además de una forma de “ir mejorando, siendo más respetuoso y ofreciendo un producto más saludable”.