Ir al contenido principal

No son dos modelos: es capitalismo dependiente en dos modalidades

Uno es peor que el otro, que resulta el mal menor

OPINIÓN de Sergio Ortiz



LA CARTA VACUNA

Sobre el final se politizó un poco la desteñida campaña electoral para las PASO. Eso es positivo aunque quizás no alcance para sacudir la indiferencia de amplios sectores. Como lo han reflejado varias encuestas, hay bastante gente que no decidió su voto e incluso duda si ir a votar o hacerlo en blanco, en señal de desencanto.

Es que esta vez la grieta se ha dado entre esa población, por una parte, y los candidatos del Frente de Todos (peronismo) y Juntos (macrismo-larretismo), por la otra. Éstos hablaban, con sus diferencias, de ideas mediocres y expuestas muy pobremente en discursos y spots. La gente no se ha sentido interpretada porque no hablaban de sus necesidades concretas y cómo avanzar en resolverlas. No quieren magia, pero sí pasos concretos, porque las cuatro comidas al día hoy son un vago recuerdo para los indigentes, el trabajo es otra pesadilla para los desocupados y que el salario llegue a fin de mes es una utopía para los asalariados (y más para los jubilados).

Esa dicotomía entre candidatos en campaña y gente buscando parar la olla puede reflejarse en una abstención del 40 por ciento del padrón. ¿Quién saldrá favorecido por eso? Quién lo sabe…

El oficialismo tiene una buena carta, la carta-vacuna. Con 51 millones de dosis arribadas a Buenos Aires y distribuidas a las 23 provincias y la Ciudad de Buenos Aires, hasta ayer se había vacunado el 39,45 por ciento de argentinos con las dos dosis, y el 62,63 con una. Y eso ha incidido fuerte en el descenso de contagios y muertes por COVID-19, que al viernes 10 eran 5.211.809 y 113.282 respectivamente.

Esos son números dolorosos, pero hay que reconocer -por supuesto la oposición no lo hace – que empezaron a bajar en paralelo al avance inmunizatorio, más allá de las justas e injustas críticas al “vacunatorio VIP”.

El oficialismo agitó eso como eje de campaña y estuvo a full en los discursos en Tecnópolis, el jueves, y en otros actos en la provincia de Buenos Aires, CABA y capitales de provincia. Alberto Fernández y Cristina Fernández repitieron contra sus rivales de Juntos que ambas fuerzas políticas encarnan “dos modelos” antagónicos. Por ejemplo, dijeron bien que el actual gobierno prestó gran atención a la Salud y la Educación públicas, a diferencia del macrismo que degradó al primer ministerio y al de Trabajo, en tanto achicó los presupuestos de Educación, considerando penoso “caer en la educación pública” (Macri dixit).

MACRISTAS Y SU CARTA ANTIOBRERA

A partir de allí el discurso oficialista fue casi todo sarasa, en el sentido de que lo suyo es nacional y popular, como un modelo opuesto por el vértice con el de Juntos. Mi opinión es que ambas formaciones defienden un mismo modelo, el capitalismo dependiente de los monopolios, banqueros, agrogarcas y gran burguesía, sujeto a BlackRock y el FMI. Dicho en criollo, se trata del capitalismo dependiente, aunque con modalidades que no son diferencias menores, tales como si el eje debe ponerse en la industria o en la financiarización. Eso sí, se trata de la gran industria capitalista, los K con el “Vasco” José Ignacio De Mendiguren, actual titular del BICE, y Miguel Acevedo (Aceitera General Deheza), y los de Juntos con Daniel Funes de Rioja y Paolo Rocca (Techint).

Los de Juntos, sobre todo en terreno porteño y bonaerense, pero asimismo en el resto del país, venían cabalgando sobre asuntos que tenían “la profundidad de un océano” de 15 centímetros de profundidad (creo que Rodolfo Walsh acuñó esa expresión). O quizás menos, porque su caballito de batalla primero fue “dame la Pfizer”, diría Ignacio Copani, y después el escandalete del cumpleaños de Fabiola Yáñez.

Cuando lo de la vacuna yanqui se terminó, porque AF firmó un decreto para dar todo lo que ese laboratorio pedía, y lo de Olivosgate aburrió, habiendo tantos otros asuntos importantes para la sociedad, entonces el macrismo-larretismo tuvo un momento de quietud y confusión.

Y arrancó para el lado menos pensado, en la voz de su presidenciable 2023, Horacio Rodríguez Larreta, quien adhirió a la tesis empresarial de eliminar la indemnización por despido. Supuestamente de ese modo, al bajar “los costos laborales”, los empresarios tomarían más personal. Total, si el negocio no evoluciona como lo pensaron, le dan una patada en el traste al nuevo empleado y sanseacabó. La UIA de Funes de Rioja lo venía proponiendo desde hace años pero ahora hizo mutis por el foro para que hablara uno de los jefes de la oposición de derecha afín a sus intereses.

Martín Tetaz, que va como segundo de María Eugenia Vidal en CABA, tomó esa propuesta, que en sus tiempos de economista había ventilado por todos los medios. Para él no sólo debe haber ese cambio regresivo sino mucho más en reforma laboral, jubilatoria e impositiva, de acuerdo al latiguillo de que acá al empresariado lo matan los impuestos. Cuando tuvieron que pagar por única vez un aporte de las grandes fortunas, con alícuota del 2,5 a los dueños de más de 200 millones de pesos, armaron un escándalo político, mediático y judicial. Y apenas lo pagaron 10.000 ricachones en un población de más de 45 millones de personas.

Los especialistas en Derecho Laboral, como Héctor Recalde, muchos abogados laboralistas y hasta el ministro de Trabajo Claudio Moroni, dijeron que aquella propuesta regresiva además de injusta era inconstitucional. Violaría la CN reformada en 1994 y las leyes laborales, que no permiten “ir hacia atrás” en cuanto a derechos.

Llamó la atención, o no tanto porque la CGT no está muy metida que digamos en los asuntos de la clase trabajadora, que la entidad de Azopardo 802 no dijera ni mu sobre la discusión. Y ahí radica la debilidad de quienes defienden la actual legislación laboral que en algunas de sus partes favorecen a los asalariados. Muchas veces sólo en el papel, como se vio con el DNU que prohibía despidos y suspensiones durante la pandemia, irrespetado entre muchos otros por Techint. Es el capitalismo dependiente, estúpido.

“CAPITALISMO PRODUCTIVO”

La variedad del capitalismo productivo, a la que adscribe el kirchnerismo, ha mostrado que no se necesita de aquella reforma antiobrera para aumentar la economía y los puestos de trabajo. Entre 2003 y 2015, dijo Cristina, con la misma legislación laboral, los gobiernos de Kirchner y de ella, aumentaron los empleos de 3 millones a 6 millones en su mejor momento, o sea hubo 3 millones más.

Hoy el Salario Mínimo Vital y Móvil es de 29.160 pesos. Eso es por responsabilidad central de los grandes socios de la UIA, la Asamblea Empresaria “Argentina”, la Cámara de la Construcción (reino del trabajo precario), la Suciedad Rural (ídem con el trabajo incluso esclavo) y otras. También hay complicidad del Estado y de la burocracia sindical de la CGT y hasta la CTA de Yasky que lo votó en el Consejo del Salario.

La línea de pobreza para una familia tipo es de 67.577 pesos, según el INDEC. Por eso, por ingresos, el 42 por ciento de la población es pobre, aunque medida en forma multidimensional (ingresos, empleo, vivienda y salud) la pobreza es del 49,6. Así lo certificó el Consejo Federal de Políticas Sociales que presidió Victoria Tolosa Paz. Son 22.7 millones de argentinos viviendo en esas condiciones y muchos de ellos, indigentes, tienen hambre.

Con un misérrimo salario mínimo de menos de 30.000 pesos, supeditar tomar un empleado a que otros pierdan menguados derechos, resulta cínico y hasta criminal.

Cristina afirmó que bajo sus administraciones se crearon 3 millones de empleos, lo que es cierto. Y dijo que el salario de esos empleados, medidos en dólares, era de los más altos de la región, otra verdad.


SIN TANTA GRIETA

¿Donde el discurso de CFK se convierte en sarasa?

Primera sarasa. No dijo que aquel salario, mejor que el actual, tampoco satisfacía a los trabajadores. Éstos reclamaban más: antes del 2013, cuando había margen para ello, y después de esa fecha por la creciente inflación y por impuesto a las ganancias.

Segunda sarasa. No mencionó que esos mejores salarios, comparativamente, no eran nada en relación a las ganancias extraordinarias de los grupos económicos locales y multinacionales. Alguna vez ella lo reconoció ante la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Fue en agosto de 2012, en el acto por el aniversario de esa entidad tan poco productiva. Delante del proimperialista Adelmo Gabbi, entonces titular de la Bolsa, y de Macri, jefe de gobierno en CABA, Cristina les espetó que “bancos y empresas nunca ganaron tanta plata como con este gobierno”. Agregó en su filípica procapitalista: “el índice Merval, que mide las acciones de las principales empresas argentinas subieron 254 por ciento bajo mi gobierno”. Era ella la que hablaba. Macri, ceñudo, sentía que le robaban su discurso ante su público.

Lo que no fue sarasa en Cristina fue cuando le dijo a los macristas que durante su gobierno el peronismo les había votado todo. Otra vez sin tanta grieta. Miguel Pichetto no estaba en Tecnópolis, pero Sergio Massa sí y se hizo el bolú; Malena Galmarini se mordió pero no se notó abajo del barbijo.

Techint fue uno de los monopolios que ganó fortunas con el kirchnerismo y con el macrismo, como para no creer que la gran industria es sinónimo de ganancias sólo con gobiernos del primer signo. Jorge Brito, del Banco Macro, también la llevó en pala con uno y con otro, como para desmentir que la financiarización es sólo un rasgo macrista-larretista.

Los bancos han recibido 800.000 millones de pesos en lo que va del año, en concepto de pago por las Leliq y pases, del Banco Central. ¿Capitalismo productivo? Lo disimula bastante bien.

Macri nos endeudó a lo loco y el gobierno actual, cuando termine el tironeo con el Fondo, terminará pagando esa factura fraudulenta. Es posible que todos los partidos, con excepciones, voten esa canallada en el Congreso, porque así lo pide el Fondo y sus principios “a lo Groucho Marx” se los permiten.

Cuando Rodríguez Larreta mostró la hilacha bolsonarista en materia de reforma laboral (el neonazi brasileño tiene una que va más al hueso, en su Congreso), le dio al gobierno de los Fernández la ocasión de infligirle una dura derrota política. Eso no consistía en un discurso en Tecnópolis, por TV, sino en movilizar a la clase trabajadora y desocupados en masa frente a la sede del gobierno porteño. Eso le habría hecho perder muchos votos a la derecha. La CGT y la UTEP no lo quisieron. El Frente de Todos tampoco.

No movilizar al pueblo en las calles es otra coincidencia del capitalismo dependiente bipartidista, más allá de los importantes matices entre las dos versiones. La mejor es sólo el mal menor.

https://plsergio.wixsite.com/lasemanapolitica/post/no-son-dos-modelos-es-capitalismo-dependiente-en-dos-modalidades




">


ARCHIVOS

Mostrar más


OTRA INFORMACIÓN ES POSIBLE

Información internacional, derechos humanos, cultura, minorías, mujer, infancia, ecología, ciencia y comunicación

El Mercurio Digital (elmercuriodigital.es) se edita bajo licencia de Creative Commons
©Desde 2002 en internet
Otra información es posible




AI FREE: DIARIO LIBRE DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL