OPINIÓN de Nerea Ramírez Piris*
Desde Greenpeace España nos sumamos un año más a las reivindicaciones y acciones que desde las distintas comisiones del 8M se han convocado por todo el país.
El feminismo nos enseña y nos recuerda la vulnerabilidad de la vida, nuestra interdependencia y nuestra ecodependencia. Nuestras vidas son vulnerables y tanto más difíciles de sostener, además, cuanto más socavamos los ecosistemas y profundizamos el cambio climático. El feminismo también nos enseña que no se pueden valorar unas vidas por encima de otras y que todos los sistemas contra los que luchamos: patriarcado, capitalismo, extractivismo y colonialismo son las causas de la desigualdad y de la violencia.
Así que nos sumamos al plan feminista para cambiar el sistema, nos unimos al grito global de este 8M que reune a mujeres de todos los rincones del planeta, de realidades rurales y urbanas, a defensoras indígenas y a las que resisten a cada guerra, a las que luchan contra la pobreza energética y a las que pueden juntarse para crear un modelo energético más democrático.
Nos subimos al barco que lleva como rumbo la sostenibilidad de la vida y como puerto la justicia global para todas las personas independientemente de su género u origen.
Este 8M nos vuelve a poner delante nuestra responsabilidad y también, nuestras ganas de remar juntas. Por eso desde Greenpeace seguiremos trabajando por dar prioridad a:
Un cambio radical del modelo socio-económico, en el que todos los seres vivos, el Planeta y el bien común estén por encima de los beneficios de unos pocos.
Un sistema energético justo y democrático, donde la pobreza energética no tenga cabida y donde los combustibles fósiles permanezcan bajo tierra.
La protección de los océanos, los bosques y de todos los ecosistemas que nos cuidan y nos permiten sostener vidas dignas y en común.
La construcción de un mundo desmilitarizado donde la paz y la justicia terminen con mordazas, guerras y con la violencia sobre las mujeres.
Visibilizar a todas las mujeres que luchan en diferentes rincones del planeta para defender la tierra.
Promover un mundo rural que sea protagonista de la transición ecológica y justa que necesitamos, con todo el apoyo y reconocimiento del peso que el liderazgo de todas las redes de mujeres campesinas tiene en esta transformación.
Defender un modelo de movilidad sostenible para todas, inclusivo, accesible y menos contaminante.
Para poder albergar un futuro vivible, necesitamos más ecofeminismo.
Desde todas las calles y todos los rincones, aquí estamos las feministas.