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El poder reside en la economía, el apoyo popular y el aparato militar

OPINIÓN de Sergio Ortiz

BANDA, BASTÓN Y LAPICERA TIENEN UNA IMPORTANCIA MENOR

COINCIDENCIAS Y DIFERENCIAS CON CRISTINA




Después de muchos días de injustificado silencio, porque se jugaban cosas muy importantes para el país, como el acuerdo vergonzoso con el FMI, al fin habló la vicepresidenta. Lo hizo en una reunión EuroLat, en el Centro Cultural Kirchner, con 75 eurodiputados y cantidad igual del Parlasur.

Son reuniones superestructurales, de pompa y circunstancia, de efímero o nulo valor práctico porque se limitan a discursos y papeles sin mayor importancia porque no mejoran la vida de europeos ni de latinoamericanos.

A lo sumo les dejan a los participantes una cuota de conocimiento del país anfitrión, destinos turísticos y millas acumuladas. En este caso, dio material para el conocimiento porque hubo un discurso que dejó tela para la discusión: el de Cristina Fernández de Kirchner.

Lo bueno es que ella llamó la atención sobre que el verdadero poder político no reside tanto en la banda y el bastón, porque cuando se dispone solamente de esos aspectos formales no se es obedecido en la realidad. Es así. Y ella admitió que vivió esa incomodidad o límites durante sus dos mandatos. Sabe de lo que hablaba. Su referencia tuvo cierto tono autocrítico, que debe ser más valorado teniendo en cuenta de quién viene, que no se caracteriza precisamente por la humildad.

En su visión política, hay otros factores que inciden mucho a la hora de tomar decisiones, como los de orden económico: poderosos intereses empresarios. Y agregó a los poderes de monopolios mediáticos y de corporaciones judiciales que a ella la han hecho vivir con la espada de Tribunales sobre su cabeza y de su familia. Eran causas armadas como la que terminó cayéndose esta semana, la del Gas Licuado. La habían encausado junto con el ex ministro Julio de Vido y Roberto Baratta, en base a peritajes truchos admitidos por el juez Claudio Bonadío y el fiscal Carlos Stornelli.

Son varias las limitaciones propias de la visión capitalista del poder y del mundo, intrínsecas y explícitas, en el pensamiento de la oradora.

Una limitación es que durante sus dos mandatos de presidenta y el actual de vice no propuso nacionalizar a los monopolios que ejercen aquel poder demoníaco. Con dos excepciones: la recuperación de los fondos previsionales y la mitad de YPF. Por lo demás CFK fue y es la abanderada del capitalismo “fifty-fifty” (que hoy no son mitades, ni se dejan a dos partes iguales de la población sino que se favorece al minoritario “fifty” empresarial).

La segunda limitación es que entre 2007 y 2015, y menos en estos dos últimos años, el cristinismo no apeló a la movilización popular ni a su protagonismo, para romper los límites que ponen los monopolios y que hoy causan el drama de la inflación. “De casa al trabajo y de trabajo a casa”, era la línea para millones de argentinos que no tienen trabajo y tampoco casa propia.

La tercera expresión burguesa del cristinismo es que omitió toda referencia a la última reserva del poder, o primera según épocas y cómo se lo mire, esto es el aparato militar. A 35 años de la Semana Santa de 1987, con los carapintadas de Aldo Rico que exigían la impunidad de los delitos del terrorismo de Estado, debería haberse refrescado la memoria vicepresidencial.


6,7 NO ES 6-7-8

El INDEC reveló el dato de inflación de marzo, tan grave como se esperaba aunque con algunas décimas más. Se estimaba el 6,3 por ciento y al final fue 6,7, la más alta de un mes en las últimas dos décadas. El registro del primer trimestre superó el 16 por ciento y pinta para más del 60 por ciento en el 2022.


El ministro Martín Guzmán recibió una tercera piña de nockout frente a la inflación. Pifió con su 29 por ciento para 2021 (fue 50,9) y con el 33 por ciento para 2022 previsto en el Presupuesto anual; luego de su rechazo parlamentario habló de un 43-48 por ciento según el acuerdo con el FMI. Sarasa. La mesa de los argentinos, donde la inflación de marzo fue del 7,2 por ciento, indican otra cosa.


A pesar de tratarse de un problema de años, con el que los Fernández y Sergio Massa vienen perdiendo desde el 10 de diciembre de 2019, no hay atisbos de soluciones. Mal podría haberlas cuando no cuentan con un diagnóstico certero de la enfermedad.


En Semana Santa hay muchos devotos con picos de religiosidad e idealismo, pero el gobierno nacional debería atenerse al mundo terrenal. El de las góndolas, campos, fábricas y barcos de exportación, con sus respectivos precios por las nubes.


Frente a eso Guzmán confía en las recetas del FMI y pide a la población que crea y rece. Dijo que el registro del 6,7 es el más alto del año y ahora va a bajar. A creer o reventar. El presidente Fernández lo respalda porque el acuerdo con el FMI es suyo, como coautor del programa anunciado por la entidad en Washington el 25 de marzo pasado.


Se cree que con el ajuste del gasto público, el alza de las tasas de interés, la menor emisión monetaria y el aumento de las tarifas de luz y gas, recesión mediante, los números de la inflación van a decaer. Y puede que decaigan, pero al precio aún mayor de más recesión, pobreza y desigualdad, como en tiempos de Menem-Cavallo. Peor el remedio que la enfermedad…


Una pena que el enfoque crítico acerca del poder que exhibió Cristina en el CCK, no lo utilizó para enfocar y empezar a dar soluciones al problema de la inflación. Con aquel lente se podría haber visualizado la culpa de los monopolios formadores de precios, grandes responsables del asunto. En el rubro de alimentos son Molinos, Ledesma, La Serenísima, Danone, Arcor, Aceitera General Deheza, Molinos Cañuelas, Los Grobo, Frigoríficos ABC, Sancor, Bimbo, Las Marías, Cargill, Coto, Adeco y otros pesos pesados.


Estos son los “prime suspect” o principales sospechosos, pero derivan la responsabilidad en otros, en la emisión monetaria del BCRA y el gasto público, así como a la “legislación laboral” y las exigencias de los gremios de aumentos según la inflación. Estos planteos sindicales procuran resarcir los daños ya sufridos, lo que nos lleva a la pregunta de ¿quién hizo semejante daño en el poder adquisitivo de los ingresos? Los monopolios apuntados, que no fueron ni amonestados por la alocución vicepresidencial. Ni hablar del presidente y del ministro de Economía, que quieren más acuerdos con el poder económico, luego de su agachada con el team de Kristalina Georgieva.


Hablando del 6,7 por ciento. No existe siquiera el programa 678 en la Televisión Pública para dar informes sobre precios y escrachar a CEOs de los monopolios. Hoy los trabajadores y estudiantes de Cine tienen que protestar en la puerta del INCAA, donde fueron reprimidos por pedir más fondos para el cine, medios del interior, escuelas, bibliotecas. “Macri lo hizo”, pero los Fernández no rehicieron aquel programa ni la ley de servicios audiovisuales.


NO VALEN LOS ENROQUES

El gobierno peronista atraviesa una grave situación, más peleas que las vividas en la oposición derechosa de Juntos por el Cambio. Algunas frases de Cristina en su última alocución pueden ser interpretadas como dirigidas a Alberto Fernández, no en un sentido destituyente sino para exigirle acción y cambios. El presidente se cuida de devolver esas críticas en público, aunque fogonea esos ataques que suelen hacer algunos de sus ministros o su vocera, según los temas.


Ese clima muy caldeado llegó a un punto en que se decía que el jefe del Ejecutivo iba a hacer cambios de gabinete. Ese cambiar de piezas ya lo hizo después de perder las PASO y las legislativas de noviembre pasado, sin resultados. Parece que Juan Manzur dejó de ser un ministro madrugador que llevaría de la mano al resto de los holgazanes…


Sino se mudan de políticas, el cambio de figuras es una jugada menor. Son el viejo truco de cambiar algo para que todo, o casi todo, siga igual.


¿Qué cambiaría con Redrado o Alvarez Agis en lugar de Guzmán? ¿O con Agustín Rossi en vez de Wado de Pedro? ¿O con Sergio Massa en la cancillería en lugar de Santiago Cafiero? Meros cambios de caras, con el inconveniente de que toda modificación requiere de un tiempo aunque sea mínimo de adaptación y formación de equipos. Lo que en medio de una crisis fuerte como la actual es un factor en contra de posibles buenos resultados.


Y no los habrá porque el gobierno viene resolviendo mal los problemas concretos. No acierta con la inflación. No es cierto que entre noviembre de 2020 y mismo mes de 2021 se hayan creado 1.2 millón de puestos de trabajo, sino que la cifra correcta son 164.000 puestos, siete veces menos. Se profundizará el ajuste luego del acuerdo con el FMI, que legalizó la estafa y fuga de capitales del gobierno de Macri. Los salarios de empleados registrados cayeron 2,3 por ciento en 2021 y los de empleos no registrados el 7,1 por ciento, además de la pérdida del 20 por ciento en el cuatrienio macrista.


El gobernador Axel Kicillof dijo hace diez días que “a situaciones excepcionales, medidas excepcionales”. Un buen pensamiento pero que queda como frase para la tribuna en un gobierno, que él integra, cobarde que no se atreve a reimplantar altas retenciones a las exportaciones en tiempos de rentas extraordinarias por altos precios de esas commodities, en parte por la guerra en Ucrania.


No se animaron a poner retenciones acordes a estos tiempos y precios. Ahora hablan de un impuesto a la “rentabilidad extraordinaria”, una buena idea, pero de muy dudosa implementación, igual que el impuesto a la fuga de capitales no declarados, que navega en un mar de dudas. Y en el sumarísimo caso que enderece la proa y llegue a buen puerto, lo que recaude será destinado a pagar al Fondo. O sea a resarcir al corresponsable de una estafa.


Los peronistas y demás posibilistas del arco “progre” se indignarán con este cierre radicalizado. En estos momentos de grave crisis no sirve un cambio de piezas ni enroque. Hay que atreverse a patear el tablero. No haberse atrevido a realizar una reforma judicial a fondo en estos años puede terminar con el titular de una mini Corte de Injusticia, Horacio Rosatti, presidiendo el Consejo de la Magistratura. Ese personaje y sus cortesanos tienen gran parte de la culpa de tal maniobra, pero los que ostentan la banda, el bastón y la lapicera, más la dueña de los votos y del quórum, también, porque son parte de un gobierno eunuco.





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