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“Los Cristos mudos”

OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave


 

Lo prometido para este “Viernes Santo”, el intenso poema del Tio Fernando Celada Miranda, “Exaltador de los Humildes”, “Defensor de los Desvalidos“ de ahí su obra poética manumisora, titulado “Los Cristos Mudos”. Me remito a la glosa que al respecto nos obsequia el escritor, investigador y recopilador peruano, César Gutiérrez:   

 

“Dejémonos conducir un instante por la poesía.  Escuchemos el ritmo musical de los versos y, en el fondo, lo que dijo el poeta.  Fernando Celada Miranda fue un poeta, dramaturgo y periodista mexicano que luchó por los derechos de la clase trabajadora.  Periódicos como Jalisco Nuevo,  Bandera Roja, Redención, entre otros, plasmaron sus ideas revolucionarias.  Escribió Cantos Épicos a Juárez, Martillos y Yunques, Himnos de los Martillos, libros que aún hoy hablarán de sus luchas.

 

Fernando Celada pasó a la posteridad por sus poemas tan profundos, cuidadosamente estructurados y llenos de sensibilidad humana.  Rasgos que pueden notarse en el conocido poema “La Caída de las Hojas”.  Pero también, “Los Cristos Mudos”, escrito en versos endecasílabos con excepción de tres, alza la voz que saldría quizás del corazón del propio Cristo.  Es, pues, un botón que prueba la deuda que tiene la literatura con los seres humanos”

.

                En los claustros desiertos

hay Cristos que con ojos entreabiertos

inspiran una eterna compasión;

Cristos de frente triste y labios yertos

que aprietan de quebranto el corazón.

 

                Hay Cristos que al fulgor de la divina

lámpara que sus llagas ilumina,

contemplan con dolor grande y profundo

al reptil de los males, que camina

vencedor y terrible por el mundo.

 

                Hay Cristos que parecen tener pena

por no poder calmar la angustia ajena

que se retuerce con agudo grito;

Cristos que con amargo desconsuelo

alzan la frente al cielo

y dudan que aún exista el infinito.

 

                Hay Cristos desolados

que reclinan la frente en sus costados

donde ruedan las lágrimas salobres,

y al oír las blasfemias de los pobres,

se arrepienten de estar crucificados.

 

                Hay Cristos que no saben

cuantas inmensas desventuras caben

en muchos corazones oprimidos;

ni alivian el dolor de los que imploran,

ni reavivan la fe de los que lloran

ni suavizan la cruz de los caídos.


                Hay Cristos que en su inmensa desventura

comprenden que es inútil la tortura

y el hondo afán que les lastima el pecho;

Cristos que con estática mirada

ven cruzar por la tierra desolada

niños enclenques sin amor ni lecho.

 

                Cristos tristes, mudos y sombríos,

que abren sus brazos lánguidos y fríos

y expiran con la hiel entre la boca,

viendo que es imposible

romper el diente horrible

del dolor que tortura lo que toca 

 

             Cristos tristes y pálidos y yertos

que en los claustros desiertos

lloran su angustia palpitante y sola,

y desploman la frente entristecida

viendo a la humanidad rodar perdida

en el terrible vértigo de una ola.

               

Fernando Celada Miranda, poeta y periodista pre revolucionario, nació el 30 de mayo de 1873 en Xochimilco y falleció el 7 de julio de 1929 en la Ciudad de México, se le conoce además como “El cantor de los Obreros”, “El cantor de Xochimilco”, así como, “El último poeta del romanticismo mexicano”.

Felicidades en este Domingo de resurrección, Domingo de Gloria, Pascua de Resurrección o Pascua Florida, la fiesta central del cristianismo. Y siempre sean felices.





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