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En Argentina, Justicia y Poder Judicial no son sinónimos

LA SEMANA POLÍTICA

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Con excepciones, los fallosa del Poder Judicial tienen un sentido oligárquico.

OPINIÓN de Sergio Ortiz

LA JUSTICIA DE VENDA CAÍDA

Supuestamente la señora que simboliza a la justicia tiene los ojos vendados para no ver la cara ni la billetera de acusado y acusador, para fallar con criterios legales y justos.

Como tantos otros símbolos del capitalismo, aquel resulta tan falso como creer que la Estatua de la Libertad en Nueva York es sinónimo de democracia. La realidad indica lo opuesto en uno y otro caso.

Por ejemplo, Milagro Sala, lideresa de la organización Tupac Amaru, está presa desde el 16 de enero de 2016 en Jujuy y le han fabricado once causas, en dos de las cuales fue condenada. Una está firme y la otra duerme en un cajón de la Corte Suprema de Injusticia de la Nación. Le pueden seguir inventando causas o en alguna de éstas aumentarle la pena, como le informó una policía armada entrando al hospital donde estaba internada por una severa trombosis.

La injusticia a las órdenes políticas del gobernador Gerardo Morales llevó a cabo allanamientos en merenderos y organizaciones sociales, de diversas tendencias. Eso es persecución política, violación de los derechos humanos, espionaje y discriminación; en suma, represión política y policial a los más pobres.

Es la consecuencia de una “justicia” que Morales manipuló desde su asunción, ampliando la Corte provincial con diputados suyos que acababan de votar esa reforma. Se copió en eso de su maestro Mauricio Macri, quien nombró por decreto a dos cortesanos, Rosenkrantz y Rosatti, que se alternaron en la presidencia de la Corte Suprema manteniendo la línea política muy cercana a los negocios de los monopolios, con sus “cautelares” y el apoyo a las causas fraguadas del lawfare.

El camino de la “justicia” de Jujuy está totalmente dinamitado. Tanto, que para solucionar los tremendos daños ocasionados, los juristas democráticos plantean dos vías posibles: o la intervención federal a ese Poder Judicial o los indultos presidenciales para resolver, aunque tardíamente, situaciones de extrema injusticia como la que padece la lideresa de la Tupac.

Hablando de los presos políticos, otro ejemplo de injusticia es el que sufre Facundo Molares, detenido desde noviembre pasado porque desde Colombia pidieron su detención y extradición. El gobierno argentino y la cancillería, lo aceptaron y el juez Guillermo Otranto, de Esquel, ordenó su prisión. Los abogados de Molares demostraron que el pedido de extradición era improcedente porque quien debería haber actuado, en todo caso, era la Jurisdicción Especial de Paz (JEP). Ahora este organismo suspendió el pedido de extradición, por mal formulado y porque reconoce que la vida de Molares correría serio peligro en Colombia. Son 330 los ex guerrilleros desmovilizados asesinados desde la firma de los acuerdos de paz en 2016. La cancillería había avalado la extradición y Otranto lo había detenido: Molares sigue preso en la cárcel de Ezeiza. Este juez en 2017 avaló los procedimientos represivos de Gendarmería en Chubut contra los mapuches y aseguró que Santiago Maldonado se había ahogado en el mismo lugar inspeccionado varias veces sin resultado alguno.

SALVEN A MACRI

El uso de la justicia también se ve en las diferentes varas usadas respecto a Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner.

Macri recibió los favores de los tribunales desde sus tiempos de empresario y titular de la automotriz Sevel, en causas por contrabando y exportación de vehículos. Tampoco tuvo condena por las deudas del Correo Argentino, una firma estatal privatizada a su favor en tiempos menemistas. Siendo presidente, sus ministros avalaron una propuesta de pago ínfimo y a muchos años, que habría licuado casi la totalidad de la deuda al decir de la fiscal Gabriela Boquín.

El crédito fraudulento con el FMI dirigido por Christine Lagarde y auspiciado por su amigo Donald Trump, por 45.000 millones de dólares, no sirvió para construir ni una escuela para los “que tuvieron que caer en la educación pública”. Ese dinero fue a los fondos acreedores, bancos y empresarios amigos, para fugar capitales. El informe del Banco Central de mayo de 2020 detalló que se fueron 86.200 millones de dólares en un lote encabezado por Telefónica, Pampa Energía, Telecom-Clarín, Techint, etc.

La denuncia promovida contra Macri por la Oficina Anticorrupción no frenó la decisión del gobierno del Frente de Todos de legalizar aquella estafa con el acuerdo firmado con el FMI el 25 de marzo pasado. Se convalidó la deuda y ya se está pagando: entre julio y diciembre de 2022 serán 10.800 millones de dólares los que se llevará el Fondo. Si el gobierno sigue haciendo buena letra y respetando ese acuerdo vergonzoso, esos pagos serán afrontados con desembolsos enviados por Kristalina Georgieva, a pagar con intereses y sobrecargos desde 2024 en adelante.

Macri fue salvado de la causa por el endeudamiento brutal y fraudulento comenzado en 2018. Otra vez impune. Igual que en el reciente fallo de la Cámara Federal (Bruglia, Bertuzzi y Llorens) que lo benefició por el espionaje ilegal a las familias de los 44 tripulantes del ARA San Juan fallecidos en el hundimiento de ese submarino en 2017. Los tres camaristas amigos de Cambiemos-Juntos por el Cambio dijeron que no hubo espionaje ilegal sino una legítima investigación para resguardar la seguridad presidencial.

TIREN CONTRA CRISTINA

La ex presidenta por dos mandatos y actual vicepresidenta es un blanco predilecto de la derecha política, los medios hegemónicos de desinformación y de los juzgados de Inodoro Py o Comodoro Pro, como usted prefiera llamarlos.

Le abrieron 10 causas por supuestos delitos, en general apuntando a supuesta corrupción, aunque también los hubo claramente políticos, como el del Memorándum con Irán. No fue casualidad que 7 de aquellos procesos cayeran, por rarísimo sorteo (digitado) en el juzgado de Claudio Bonadío, que si el infierno existiera estaría allí armando causas.

Al ex ministro macrista Javier Iguacel, que impulsó la causa “Vialidad” o supuesta direccionalidad de obra pública en Santa Cruz, se sumaron promotores del estilo de Cambiemos, como Margarita Stolbizer, en las causas Hotesur y Los Sauces, por lavado de dinero. Estas, como las demás, eran causas truchas que se cayeron en noviembre en 2021 y CFK fue sobreseída. Los contratos de esos hoteles estaban en regla y a precios del mercado, todo en blanco.

Otros sobreseimientos hubo en la causa “Dólar futuro”, una operatoria legal usada por diversos gobiernos, y en la del Memorándum, firmado por nuestra cancillería en 2013 y aprobado por amplia mayoría en las dos cámaras del Congreso. Además nunca entró en vigencia porque Irán no lo ratificó.

Una de las más graves acusaciones contra la ex presidenta es la de los Cuadernos o Fotocopias, sobre el pago de coimas de empresarios en la obra pública. Al declarar en un juicio en España, el supuesto redactor de los Cuadernos, el chofer Oscar Centeno, ex suboficial del Ejército, dijo no recordar que los hubiera escrito. Antes le declaró a Diego Cabot (escribiente de La Nazión) que había quemado los originales y le dio sólo fotocopias. Tiempo después unas pericias pedidas por uno de los empresarios procesados demostró que esos escritos tenían tachaduras y reescrituras.

El circo político llegó al extremo con Bonadío en febrero de 2019 al citar a Cristina para declarar en 8 causas un mismo día. Ese año era electoral y se reflejó en que la Cámara la citó a declarar el 21 de mayo en el inicio del juicio oral de “Vialidad”. En sus tuits de ayer, la damnificada denunciaba: “con calendario electoral en mano, iniciaron el juicio oral el 21 de mayo del 2019, exactamente un mes antes de que cerraran las listas para las presidenciales”.

Que la empresa de Báez ganó 51 de 88 licitaciones en la provincia patagónica, es cierto, pero no se demostraron sobreprecios ni incumplimientos de las obras. Y menos que la “contraprestación” para los Kirchner y otros funcionarios, como Julio De Vido, fuera el lavado de dinero en Hotesur y Los Sauces.

UNA AUTOCRÍTICA ALLÍ…

Sin poner las manos en el fuego por la completa inocencia de los Kirchner, es evidente la manipulación y fabricación de causas con el objetivo de favorecer a la derecha macrista y arruinar políticamente a lo que llaman “el populismo”, identificando peronismo con corrupción. Cumplieron un primer objetivo, al colocar al macrismo en el gobierno en 2015; ahora quieren favorecer su retorno en 2023 y lograr algunas condenas contra Cristina. Ese es el objetivo. Que lo logren, eso está por verse.

Quizás Cristina es inocente en todos esos cargos. No lo es en otro: no concretó una profunda reforma judicial durante su mandato 2007-2015 ni en lo que va del gobierno del FdT, 2019-2022. Y que no alegue que los números legislativos no daban porque ante todo es un problema político: no hubo reforma por falta de plan, de decisión y de movilización social para lograrla, no precisamente con buenos modales.

Por eso el autor cree errónea la política de CFK, propia de su concepto capitalista de conciliación de capital y trabajo. Luego de cuestionar a la actual Corte Suprema, ella tuiteó ayer: “todos los Partidos Políticos de la República Argentina; de izquierda a derecha y pasando por el centro, tienen un imperativo categórico y republicano: el de construir, como hizo Néstor Kirchner en el 2003, una Corte de la que todos y todas podamos volver a sentir orgullo”. Dijo que aquella Corte era “ejemplar”. ¿No será mucho Cristina?

En este punto de confrontación política, es “por las buenas, por las malas o las peores también”. Y el cristinismo, ni hablar Alberto Fernández, no lo intentó siquiera, pegándose un tiro en el pie. En su pie, el pie de Milagro y el de millones de argentinos que sufren fallos injustos o falta total de justicia.

Este debate no está al tope del interés del pueblo, que sufriendo altísima inflación y al carecer de asado, frutas, hogar y trabajo, al tema de la justicia no lo siente urgente. Error. Es propio, cercano y se vuelve como bumerán que golpea a los más humildes. Porque como se dijo al principio, la señora “Justicia” tiene la venda baja para ver al cliente y fallar según su billetera y su orientación política. A los pobres, a los zurdos y hasta a los populistas, no se los presume inocentes.





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