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Los esclavos de la casa

Por Jorge Majfud

Qué triste los disfrazados

del pobre Sur en el grandioso Norte

pies secos de países masacrados

como Vietnam, empobrecidos y fumigados

como las repúblicas bananeras o bloqueados

como los negros desobedientes.

*

Oye, qué triste esos esclavos que gritan

¡libertad! ¡libertad! ¡libertad!

¡Bienvenidos a la bendita casa de la libertad!

*

Qué triste tantos mercenarios

sin sueldo, burlándose sin descanso

del hambre de sus hermanos

en los países que dejaron, mientras posan

delante de vidas que pagan en cuotas, delante de altos

edificios de cristal a los que nunca entrarán sino como

aspirantes a esclavos exitosos que comienzan

desde abajo en el sótano y terminan arriba

en la planta baja, o como

turistas en sus propias ciudades.

*

Qué triste tantos disfrazados

pobres de buen estatus, con sudor acumulado

en sus deudas, llenos de sueños de grandeza

a la sombra de un león, para lamerle

las garras, para sentirse importantes, para creerse

felinos, aunque solo sean pequeños

roedores presumiendo del éxito ajeno según

la definición ajena del éxito.

*

Qué triste tantos héroes

como rémoras que se pegan

a los tiburones en busca de protección, para comer

los parásitos del gran depredador. 

*

Qué triste cuando los esclavos gritan

¡libertad! ¡libertad! ¡libertad!

¡Bienvenidos a la tierra de la libertad!

*

Qué triste tantos amantes

como los buenos esclavos que defendían

a los amos blancos cuando azotaban

a los malos esclavos negros.

*

Qué triste tantos creyentes

como el Judas que le vendió

al imperio un rebelde de los de abajo

por treinta monedas de plata y luego se compró

una iglesia y un Lamborghini.

*

Qué triste tanto sudor lleno de pastores

del Evangelio según el Éxito

de la vida según la muerte

de la libertad según las bombas

del coraje de one dollar según la risa

y la furia cobarde de Ronald McDonald.

*

Qué triste tantos arrimados

gritando por más muros por más

látigos del hacendado que los proteja

contra sus hermanos perdedores

los perdedores que necesitan

los ganadores de la muerte dorada.

*

Qué triste ese esclavo que grita

¡libertad! ¡libertad! ¡libertad!

¡Bienvenidos a la gran tierra de la libertad!

*

Los negros de la casa

(los llamaba el gran negro del campo, Malcom X)

los esclavos bien vestidos

los esclavos arrimados al brillo del cristal

los esclavos convencidos, orgullosos

los esclavos con derechos especiales

los esclavos que odian a sus hermanos pobres

aquellos que quedaron trabajando

bajo el sol de un dios indiferente.

*

Pobres los esclavos que gritan

¡libertad! ¡libertad! ¡libertad!

¡Bienvenidos a la tierra de la libertad!

A la libertad del amo blanco

a la libertad rica del amo rico.






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