OPINIÓN de Sergio Ortiz
EL SUPERMINISTRO PROFUNDIZA EL AJUSTE Y PACTO CON FMI
CRISIS AL ROJO VIVO
La crisis del capitalismo dependiente y semicolonial argentino es variada, aunque se podría sintetizarla como política y económico-social. No es por números que no cierran sino ante todo política. El gobierno hoy de derecha del Frente de Todos pero también la oposición aún más derechista de Juntos por el Cambio, comparten un ajuste que arruina la vida de las mayorías. Están llevando a cabo políticas y planes al gusto de los monopolistas de acá y el extranjero. Y lo hacen en pleno acuerdo (oficialismo, oposición y monopolios) con el pacto firmado con el FMI el 25 de marzo pasado. Este tuvo la bendición del grueso de las bancadas en el Congreso; se ufanan que “por primera vez” el Legislativo entendió en la deuda externa como marcaba la Constitución Nacional.
Que la Canasta Básica Total haya alcanzado los 105.000 pesos para una familia tipo, es una pintura dolorosa de la crisis, porque más de un 40 por ciento de los argentinos no llega a esa suma. Cuando el INDEC publique sus nuevas estadísticas es posible que el porcentaje de pobreza sea del 45 o más.
Esos son los datos que más duelen. Los recambios de ministros en Economía sirven para tomar la temperatura gubernamental. Martín Guzmán duró 30 meses en el cargo y su reemplazante Silvina Batakis 24 días. Desde el 3 de agosto está Sergio Massa, concentrando más poder pues acumula Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, que eran ministerios separados.
¿Cuánto durará Massa? Imposible saberlo, pero da la impresión que en caso de fracaso no será sólo suyo sino quizás el final del gobierno. Es un súper ministro, con una acumulación de poder propia de un primer ministro. Lo suyo es mucho más influyente que si lo hubieran puesto como Jefe de Gabinete, donde sigue el mediocre millonario Juan Manzur sin mover el amperímetro.
Independientemente de cómo le vaya, su ascenso fue un sapo de tamaño gigante que debió tragar Cristina Fernández y el kirchnerismo. Son bien sabidas las acciones y declaraciones massistas en su contra desde que dejó la Jefatura de Gabinete en 2013 y formó el Frente Renovador, rompiendo el Frente para la Victoria (devenido en PJ, Unidad Ciudadana y FDT, otro rasgo de sus crisis, divisiones y reinventos). Massa derrotó al kirchnerismo en las legislativas de 2013, en 2015 con su candidatura presidencial posibilitó la victoria de Mauricio Macri, en 2016 lo acompañó a éste al Foro de Davos, votó muchas leyes del vendaval neoliberal como el pago a los “fondos buitres”, dijo que metería presos a los “ñoquis de la Cámpora”, condenó junto con Washington al gobierno de Venezuela, apoyó las denuncias del suicida sionista fiscal Alberto Nisman contra Cristina. Etcétera.
Cristina y Máximo creyeron conveniente tragar ese sapo. Alberto Fernández siempre fue cercano al massismo: cuando fue nominado en 2019 consoló al de Tigre diciendo que era quién más se había preparado para ser presidente y que tendría su oportunidad. No aclaró que llegaría al poder sin ser votado y entraría por la puerta de atrás de la crisis.
A CUMPLIR CON FMI Y CÍRCULO ROJO
Para muchos dirigentes del oficialismo, aún ex adversarios de Massa, su ascenso sería gran noticia. Algunos lo dicen por “pragmáticos”, léase oportunistas, porque así piensan atraer a buena parte del poder económico local y trasnacional. Y de ese modo, minimizando las gravísimas concesiones a ese poder, podrían llegar vivos a las elecciones de 2023.
Esa línea argumentativa es miserable. Aún concediendo que la jugada salga bien, que Massa llegue entero a octubre del año próximo e incluso sea presidente, ¿eso sería positivo para millones de argentinos que viven en la pobreza?
No. Esos compatriotas seguirían como hoy y quizás peor porque a partir de 2024 se empinan los pagos de intereses y principal de la deuda refinanciada, por 19.000 millones de dólares anuales. Además de los acreedores externos y grupos concentrados locales, a lo sumo se podría salvar una parte de la partidocracia acomodada, esa que suele pasar de oficialismo a oposición y viceversa, onda Massa y Alverso. Los argentinos de a pie van a sufrir muchísimo si Massa llega por derecha a la Rosada o si se produce el regreso del macrismo con cualquiera de sus presidenciables.
La asunción de SM en el súper ministerio fue un paso en dirección de tragedia. ¿Por qué? ¿Sólo por el prontuario del personaje? No. Sus antecedentes son de un tipo muy peligroso y nefasto, que no debe ser borrado como lo hace la mayoría del kirchnerismo, incluida la jefa o “estadista”. Pero no se trata sólo de eso. Es una tragedia en marcha por su política y su equipo.
En su nuevo team hay personeros orgánicos del establishment como Daniel Marx, ubicado en la negociación de la deuda pública. Fue quien tramitó los desastrosos “megacanje” y “blindaje” que precipitaron el crac total de la Alianza en 2001. Gabriel Rubinstein fue nominado como viceministro y ahora está en duda: es un consultor empresarial que retuiteaba al fascista José Luis Espert y ofendía a CFK cavando para ver el saldo de sus supuestas fortunas enterradas en Santa Cruz.
Su plan, como el de Guzmán y Batakis, comienza por respetar el nefasto acuerdo con el FMI y sus anuncios van en la dirección del ajuste. Por ejemplo ratificó el congelamiento de la planta de empleados del Estado y el corte de adelantos del Banco Central al Tesoro, para cumplir con la meta del déficit fiscal del 2,5 para este año, impuesto por Kristalina Georgieva.
El Súper Ministro ya está tramitando nuevos créditos con tres bancos internacionales por 2.000 millones de dólares a una tasa de interés anual en dólares del 15 por ciento, 4 puntos más que el entreguista Prat Gay en 2016.
Y como si todo eso fuera poco, anunció más aumentos de luz, gas y agua. En el primer caso, luego de la segmentación (que el gremio del personal superior denominó “tarifazo”) que dejó a 4 millones de hogares sin subsidios, Massa agregó otros 5 millones más de hogares que tendrán subsidios hasta el tope de 400 KwH por mes y por encima pagarán con aumentos. Eso, además de injusto y ajustador, va a implicar más inflación. En julio los precios aumentarían más del 8 por ciento y para 2022 se pronostica entre 80 y 90 por ciento. Si bien eso tiene muchas causas, obedece a los manejos de precios y del dólar que hacen los monopolios. Son todos del Círculo Rojo empresarial y el flamante súper ministro se precia de ser su amigo.
HOMBRE DE LA EMBASSY
En la jura, cuando lo puso en funciones un ultra desteñido Fernández y brilló por su ausencia la vicepresidenta CFK -si bien lo había recibido en el Senado – Massa fue acompañado por su familia, incluyendo a su suegro Galmarini y la ex vedetonga Moria Casán, y también el FR y 600 invitados.
Entre estos descollaba Daniel Funes de Rioja y la plana mayor de la Unión Industrial “Argentina”, Jorge Brito del Banco Macro y los popes de la energía como Marcelo Midlin, de Pampa Energía, y José Luis Manzano, Daniel Vila y Mauricio Filiberti de Edenor. No en la primera fila estaban las figuras decorativas, o sea los burócratas sindicales Héctor Daer y la momia que bate récord de permanencia en su empresa mercantil, Armando Cavalieri.
No llamó tanto la atención la ausencia de la Suciedad Rural y la Mesa de Enlace, pues funcionan como local político de Juntos por el Cambio. Sin embargo, Massa se reunió virtualmente con el FMI el mismo miércoles de su asunción y lo hizo dos días después con el mal llamado ruralismo, que pide devaluación y no se contenta con el dólar soja ya de tiempos de Batakis y Miguel Pesce. Esto es, que si liquidan las toneladas de soja retenidas, se les cobrará 30 por ciento de retenciones. Sobre lo demás, con un 30 por ciento podrán comprar dólares al precio “solidario” y el 70 restante depositarlo como dollar-link (Massa daría actualización a elegir, entre índice de precios o bien los aumentos del dólar oficial, que viene subiendo).
Esa parte de los agrogarcas no se dejó seducir y sigue sentada sobre los silobolsas por unos 14.000 millones de dólares. El billete blue bajó de 340 a 290 pesos, lo que fue presentado por gobierno como una victoria. Bastante pírrica pues estaba a 200 pesos hace pocas semanas, antes de la renuncia de Guzmán.
Los que están muy entusiasmados por la etapa que se abrió el 3 de agosto son los monopolios y exportadores por los anuncios de subsidios y premios. El proyecto de ley de promoción de la agroindustria exportadora, que venía de antes sería aprobado en días y les congelará retenciones, con más subsidios, reintegros, dólares y beneficios impositivos.
Entre los premiados también están las energéticas y petroleras, con el plus de aumento de tarifas a los usuarios; las automotrices multinacionales exportadoras, la minería, etc.
En síntesis, con Massa, como con los otros dos ministros, y el cogobierno fondomonetarista, se profundizará el modelo agro-minero-exportador de sesgo semicolonial.
En cambio no hubo anuncios para favorecer la recuperación del salario. Ni en los casi 20 puntos que bajó en el cuatrienio macrista ni en el recupero de lo perdido con el FDT. Un instituto afín a la CTA kirchnerista, CIFRA-Flacso, informó que “bajo el actual gobierno se transfirió de los asalariados al capital 4,1 billones de pesos”, siendo los más favorecidos la industria con 1,7 billones y el comercio con 1,5 billones. Los márgenes de ganancia aumentaron 15,5 por ciento en el primer sector y 8,2 el segundo. Y eso no lo dice Eduardo Belliboni, del Polo Obrero.
La ausencia de medidas que recuperen salarios y jubilaciones, y la omisión de aumentos de ingresos para los millones de desocupados y trabajadores informales, motivó una fuerte crítica en los movimientos sociales y gremios no burocráticos.
Los cortes de calles y movilizaciones van a redoblarse en las próximas semanas, frente a dependencias del gobierno y grandes empresas y cadenas de supermercado como hubo recientemente. Eso marca un avance en la conciencia popular pues se apunta a los responsables políticos del gobierno y los capos formadores de precios que generan la inflación.
Ese progreso político, con desniveles, se advierte en movimientos que hasta ahora o hasta hace poco eran parte del Frente de Todos. Entre los primeros que se abrieron estuvo Soberanos, de Alicia Castro, Amado Boudou y Gabriel Mariotto. Luego apareció Encuentro Patriótico, de Julio de Vido, Fernando Esteche y Coco Garfagnini de Tupac Amaru. Y ahora está en pleno alejamiento Frente Patria Grande de Juan Grabois, quien aseguró que este gobierno no representa al pueblo ni toma medidas a favor de “los nadies”.
Incluso sectores obsecuentes con el gobierno, como el Partido Comunista de Víctor Kot, han emitido comunicados de crítica al giro massista. Muy tarde. Tardísimo, pero más vale tarde que nunca…
Hubo otras orgas de un arco variado de izquierda y antiimperialista que vienen denunciando al gobierno desde el acuerdo con BlackRock en agosto de 2020 y el ajuste de 2021. Por ejemplo, Convocatoria Segunda Independencia, OLP Resistir y Luchar, el Partido de la Liberación (PL), Autoconvocatoria por la Auditoría y Suspensión de pagos de la deuda externa, y otros movimientos piqueteros. La cooperativa electoral trotskista FITU también luchó y denunció, con su propia óptica, que no compartimos.
Si buena parte de ese arco político de izquierda y nacional y popular se uniera en un Frente Antiimperialista, y practicara la unidad en la acción incluso con el FITU, con el que no hay sintonía política, entonces la oposición en las calles podría derrotar al plan de Massa, el gobierno, JxC, el Círculo Rojo, el Fondo y la Embassy.
La calle y la lucha unida es la única manera de solucionar este drama. El macrismo acentuó la crisis y el Frente de Todos la agudizó, Cristina incluida. Por lo tanto, aquello de “libres o muertos, jamás esclavos”, sanmartiniano, es muy válido, pero depende de la actitud y la lucha de los de abajo. Massa reptó hacia arriba como una víbora venenosa. Es lo que es. El pueblo debe cortarle la cabeza de un solo tajo, al “tajaí”.
EL SUPERMINISTRO PROFUNDIZA EL AJUSTE Y PACTO CON FMI
CRISIS AL ROJO VIVO
La crisis del capitalismo dependiente y semicolonial argentino es variada, aunque se podría sintetizarla como política y económico-social. No es por números que no cierran sino ante todo política. El gobierno hoy de derecha del Frente de Todos pero también la oposición aún más derechista de Juntos por el Cambio, comparten un ajuste que arruina la vida de las mayorías. Están llevando a cabo políticas y planes al gusto de los monopolistas de acá y el extranjero. Y lo hacen en pleno acuerdo (oficialismo, oposición y monopolios) con el pacto firmado con el FMI el 25 de marzo pasado. Este tuvo la bendición del grueso de las bancadas en el Congreso; se ufanan que “por primera vez” el Legislativo entendió en la deuda externa como marcaba la Constitución Nacional.
Que la Canasta Básica Total haya alcanzado los 105.000 pesos para una familia tipo, es una pintura dolorosa de la crisis, porque más de un 40 por ciento de los argentinos no llega a esa suma. Cuando el INDEC publique sus nuevas estadísticas es posible que el porcentaje de pobreza sea del 45 o más.
Esos son los datos que más duelen. Los recambios de ministros en Economía sirven para tomar la temperatura gubernamental. Martín Guzmán duró 30 meses en el cargo y su reemplazante Silvina Batakis 24 días. Desde el 3 de agosto está Sergio Massa, concentrando más poder pues acumula Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, que eran ministerios separados.
¿Cuánto durará Massa? Imposible saberlo, pero da la impresión que en caso de fracaso no será sólo suyo sino quizás el final del gobierno. Es un súper ministro, con una acumulación de poder propia de un primer ministro. Lo suyo es mucho más influyente que si lo hubieran puesto como Jefe de Gabinete, donde sigue el mediocre millonario Juan Manzur sin mover el amperímetro.
Independientemente de cómo le vaya, su ascenso fue un sapo de tamaño gigante que debió tragar Cristina Fernández y el kirchnerismo. Son bien sabidas las acciones y declaraciones massistas en su contra desde que dejó la Jefatura de Gabinete en 2013 y formó el Frente Renovador, rompiendo el Frente para la Victoria (devenido en PJ, Unidad Ciudadana y FDT, otro rasgo de sus crisis, divisiones y reinventos). Massa derrotó al kirchnerismo en las legislativas de 2013, en 2015 con su candidatura presidencial posibilitó la victoria de Mauricio Macri, en 2016 lo acompañó a éste al Foro de Davos, votó muchas leyes del vendaval neoliberal como el pago a los “fondos buitres”, dijo que metería presos a los “ñoquis de la Cámpora”, condenó junto con Washington al gobierno de Venezuela, apoyó las denuncias del suicida sionista fiscal Alberto Nisman contra Cristina. Etcétera.
Cristina y Máximo creyeron conveniente tragar ese sapo. Alberto Fernández siempre fue cercano al massismo: cuando fue nominado en 2019 consoló al de Tigre diciendo que era quién más se había preparado para ser presidente y que tendría su oportunidad. No aclaró que llegaría al poder sin ser votado y entraría por la puerta de atrás de la crisis.
A CUMPLIR CON FMI Y CÍRCULO ROJO
Para muchos dirigentes del oficialismo, aún ex adversarios de Massa, su ascenso sería gran noticia. Algunos lo dicen por “pragmáticos”, léase oportunistas, porque así piensan atraer a buena parte del poder económico local y trasnacional. Y de ese modo, minimizando las gravísimas concesiones a ese poder, podrían llegar vivos a las elecciones de 2023.
Esa línea argumentativa es miserable. Aún concediendo que la jugada salga bien, que Massa llegue entero a octubre del año próximo e incluso sea presidente, ¿eso sería positivo para millones de argentinos que viven en la pobreza?
No. Esos compatriotas seguirían como hoy y quizás peor porque a partir de 2024 se empinan los pagos de intereses y principal de la deuda refinanciada, por 19.000 millones de dólares anuales. Además de los acreedores externos y grupos concentrados locales, a lo sumo se podría salvar una parte de la partidocracia acomodada, esa que suele pasar de oficialismo a oposición y viceversa, onda Massa y Alverso. Los argentinos de a pie van a sufrir muchísimo si Massa llega por derecha a la Rosada o si se produce el regreso del macrismo con cualquiera de sus presidenciables.
La asunción de SM en el súper ministerio fue un paso en dirección de tragedia. ¿Por qué? ¿Sólo por el prontuario del personaje? No. Sus antecedentes son de un tipo muy peligroso y nefasto, que no debe ser borrado como lo hace la mayoría del kirchnerismo, incluida la jefa o “estadista”. Pero no se trata sólo de eso. Es una tragedia en marcha por su política y su equipo.
En su nuevo team hay personeros orgánicos del establishment como Daniel Marx, ubicado en la negociación de la deuda pública. Fue quien tramitó los desastrosos “megacanje” y “blindaje” que precipitaron el crac total de la Alianza en 2001. Gabriel Rubinstein fue nominado como viceministro y ahora está en duda: es un consultor empresarial que retuiteaba al fascista José Luis Espert y ofendía a CFK cavando para ver el saldo de sus supuestas fortunas enterradas en Santa Cruz.
Su plan, como el de Guzmán y Batakis, comienza por respetar el nefasto acuerdo con el FMI y sus anuncios van en la dirección del ajuste. Por ejemplo ratificó el congelamiento de la planta de empleados del Estado y el corte de adelantos del Banco Central al Tesoro, para cumplir con la meta del déficit fiscal del 2,5 para este año, impuesto por Kristalina Georgieva.
El Súper Ministro ya está tramitando nuevos créditos con tres bancos internacionales por 2.000 millones de dólares a una tasa de interés anual en dólares del 15 por ciento, 4 puntos más que el entreguista Prat Gay en 2016.
Y como si todo eso fuera poco, anunció más aumentos de luz, gas y agua. En el primer caso, luego de la segmentación (que el gremio del personal superior denominó “tarifazo”) que dejó a 4 millones de hogares sin subsidios, Massa agregó otros 5 millones más de hogares que tendrán subsidios hasta el tope de 400 KwH por mes y por encima pagarán con aumentos. Eso, además de injusto y ajustador, va a implicar más inflación. En julio los precios aumentarían más del 8 por ciento y para 2022 se pronostica entre 80 y 90 por ciento. Si bien eso tiene muchas causas, obedece a los manejos de precios y del dólar que hacen los monopolios. Son todos del Círculo Rojo empresarial y el flamante súper ministro se precia de ser su amigo.
HOMBRE DE LA EMBASSY
En la jura, cuando lo puso en funciones un ultra desteñido Fernández y brilló por su ausencia la vicepresidenta CFK -si bien lo había recibido en el Senado – Massa fue acompañado por su familia, incluyendo a su suegro Galmarini y la ex vedetonga Moria Casán, y también el FR y 600 invitados.
Entre estos descollaba Daniel Funes de Rioja y la plana mayor de la Unión Industrial “Argentina”, Jorge Brito del Banco Macro y los popes de la energía como Marcelo Midlin, de Pampa Energía, y José Luis Manzano, Daniel Vila y Mauricio Filiberti de Edenor. No en la primera fila estaban las figuras decorativas, o sea los burócratas sindicales Héctor Daer y la momia que bate récord de permanencia en su empresa mercantil, Armando Cavalieri.
No llamó tanto la atención la ausencia de la Suciedad Rural y la Mesa de Enlace, pues funcionan como local político de Juntos por el Cambio. Sin embargo, Massa se reunió virtualmente con el FMI el mismo miércoles de su asunción y lo hizo dos días después con el mal llamado ruralismo, que pide devaluación y no se contenta con el dólar soja ya de tiempos de Batakis y Miguel Pesce. Esto es, que si liquidan las toneladas de soja retenidas, se les cobrará 30 por ciento de retenciones. Sobre lo demás, con un 30 por ciento podrán comprar dólares al precio “solidario” y el 70 restante depositarlo como dollar-link (Massa daría actualización a elegir, entre índice de precios o bien los aumentos del dólar oficial, que viene subiendo).
Esa parte de los agrogarcas no se dejó seducir y sigue sentada sobre los silobolsas por unos 14.000 millones de dólares. El billete blue bajó de 340 a 290 pesos, lo que fue presentado por gobierno como una victoria. Bastante pírrica pues estaba a 200 pesos hace pocas semanas, antes de la renuncia de Guzmán.
Los que están muy entusiasmados por la etapa que se abrió el 3 de agosto son los monopolios y exportadores por los anuncios de subsidios y premios. El proyecto de ley de promoción de la agroindustria exportadora, que venía de antes sería aprobado en días y les congelará retenciones, con más subsidios, reintegros, dólares y beneficios impositivos.
Entre los premiados también están las energéticas y petroleras, con el plus de aumento de tarifas a los usuarios; las automotrices multinacionales exportadoras, la minería, etc.
En síntesis, con Massa, como con los otros dos ministros, y el cogobierno fondomonetarista, se profundizará el modelo agro-minero-exportador de sesgo semicolonial.
En cambio no hubo anuncios para favorecer la recuperación del salario. Ni en los casi 20 puntos que bajó en el cuatrienio macrista ni en el recupero de lo perdido con el FDT. Un instituto afín a la CTA kirchnerista, CIFRA-Flacso, informó que “bajo el actual gobierno se transfirió de los asalariados al capital 4,1 billones de pesos”, siendo los más favorecidos la industria con 1,7 billones y el comercio con 1,5 billones. Los márgenes de ganancia aumentaron 15,5 por ciento en el primer sector y 8,2 el segundo. Y eso no lo dice Eduardo Belliboni, del Polo Obrero.
La ausencia de medidas que recuperen salarios y jubilaciones, y la omisión de aumentos de ingresos para los millones de desocupados y trabajadores informales, motivó una fuerte crítica en los movimientos sociales y gremios no burocráticos.
Los cortes de calles y movilizaciones van a redoblarse en las próximas semanas, frente a dependencias del gobierno y grandes empresas y cadenas de supermercado como hubo recientemente. Eso marca un avance en la conciencia popular pues se apunta a los responsables políticos del gobierno y los capos formadores de precios que generan la inflación.
Ese progreso político, con desniveles, se advierte en movimientos que hasta ahora o hasta hace poco eran parte del Frente de Todos. Entre los primeros que se abrieron estuvo Soberanos, de Alicia Castro, Amado Boudou y Gabriel Mariotto. Luego apareció Encuentro Patriótico, de Julio de Vido, Fernando Esteche y Coco Garfagnini de Tupac Amaru. Y ahora está en pleno alejamiento Frente Patria Grande de Juan Grabois, quien aseguró que este gobierno no representa al pueblo ni toma medidas a favor de “los nadies”.
Incluso sectores obsecuentes con el gobierno, como el Partido Comunista de Víctor Kot, han emitido comunicados de crítica al giro massista. Muy tarde. Tardísimo, pero más vale tarde que nunca…
Hubo otras orgas de un arco variado de izquierda y antiimperialista que vienen denunciando al gobierno desde el acuerdo con BlackRock en agosto de 2020 y el ajuste de 2021. Por ejemplo, Convocatoria Segunda Independencia, OLP Resistir y Luchar, el Partido de la Liberación (PL), Autoconvocatoria por la Auditoría y Suspensión de pagos de la deuda externa, y otros movimientos piqueteros. La cooperativa electoral trotskista FITU también luchó y denunció, con su propia óptica, que no compartimos.
Si buena parte de ese arco político de izquierda y nacional y popular se uniera en un Frente Antiimperialista, y practicara la unidad en la acción incluso con el FITU, con el que no hay sintonía política, entonces la oposición en las calles podría derrotar al plan de Massa, el gobierno, JxC, el Círculo Rojo, el Fondo y la Embassy.
La calle y la lucha unida es la única manera de solucionar este drama. El macrismo acentuó la crisis y el Frente de Todos la agudizó, Cristina incluida. Por lo tanto, aquello de “libres o muertos, jamás esclavos”, sanmartiniano, es muy válido, pero depende de la actitud y la lucha de los de abajo. Massa reptó hacia arriba como una víbora venenosa. Es lo que es. El pueblo debe cortarle la cabeza de un solo tajo, al “tajaí”.
