OPINIÓN de Sergio Ortiz
La plaza llena por Cristina. Hacen falta otras plazas contra el ajuste y el FMI.
EL ATENTADO, UNA LÍNEA DIVISORIA
El atentado con una Bersa calibre 32, el jueves 1/9, contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en la puerta de su domicilio, sigue revolviendo las aguas de la política. Es lógico, por la criminalidad de la persona detenida y de cómplices directos que podría haber tenido para ese intento de magnicidio.
La Argentina, o al menos una buena mayoría, se puso de pie por la investidura de la víctima y el aprecio que le tiene. Los votos son otra cosa en esta democracia burguesa decadente: van y vienen, como el dinero, por la conveniencias, trenzas e influencia de los poderes fácticos y mediáticos.
Sin ser ninguna “Santa Evita”, como muchos de sus seguidores fantasean, desde aquella noche casi fatídica se expresó el cariño de la gente – no toda y menos ahí en la concheta Recoleta- por la vicepresidenta. Los organizadores del acto del viernes 2/9 en Plaza de Mayo dijeron que se habían reunido 500.000 personas. Aún cuando el número real hubiera sido un poco menor, fue una multitud puntual y entusiasta, no por el feriado ni por los choripanes y en los colectivos, como dice despectivamente la derecha. Fue porque quiso apoyar a su lideresa principal desde hace varios años.
La derecha política de Juntos por el Cambio y liber-fachos quiere pegarse un tiro en los testículos por esa reacción social. Estaban paladeando el alegato del fiscal Diego Luciani contra Cristina y su pedido de condena a 12 años de cárcel por corrupción y jefa de una asociación ilícita, con inhabilitación absoluta para cargos públicos. Esa causa Vialidad había puesto a la derecha en clima de orgasmo y ofensiva política. Cristina no estaba derrotada, pero sí un poco nerviosa, como se la vio en su descargo por las redes, después que Luciani dijo tantas barbaridades y le negaron ampliar su declaración.
Y de golpe esa bala que no salió de la pistola de Fernando Sabag Montiel, pero todos vieron en la tele y las redes, invirtió la situación. Mostró un atentado contra la vice y la democracia, que objetivamente se articulaba con la campaña de odio y hurras a la muerte. Evidenció que CFK es querida por una gran cantidad de argentinos, prestos a movilizarse en su defensa.
A la derecha esa novedad le creó un sinnúmero de problemas políticos y líos internos. Los peores de todos, como siempre, fueron Patricia Bullrich del PRO y los liber-fachos Javier Milei y José Luis Espert que no repudiaron el atentado. El PRO en Diputados adhirió tarde a la muy mediocre declaración del FDT y se retiró del recinto. Si algún ingenuo esperaba un llamado de Mauricio Macri a Cristina, ex presidentes, sabrá que no lo hubo.
Los que se no condenaron el atentado a la vicepresidenta han quedado aislados políticamente. Esa línea divisoria es muy importante, pero hay que tener en cuenta que varios de los que, de palabra, repudiaron ese intento de magnicidio, en los hechos están en el bando del tirador.
CONCESIONES AL ODIO
La mayoría de quienes se pronunciaron en repudio a ese intento criminal lo hizo acorde a sus pensamientos y sentimientos. Pero la bancada de Juntos por el Cambio bajó a la sesión de Diputados y algunos de sus discursos como el de Mario Negri, imitando a Raúl Alfonsín, fueron un acting. Sus pares del PRO, al retirarse, como lo informó Cristian Ritondo, estaban más cerca de la realidad de lo que opinan esos reaccionarios.
El prontuario de ese sector oligárquico, en especial de Macri y Bullrich, indica que aquello fue sólo “un gesto para la tribuna”. Las declaraciones de Horacio Rodríguez Larreta, supuestamente compungido, no borran su actitud represiva hacia los manifestantes que apoyaban a Cristina en cercanías de su casa, durante los días del tiroteo judicial de Luciani. El jefe de gobierno de CABA puso vallas y policías contra esos ciudadanos favorables a Cristina. Reprimieron y detuvieron personas. ¿Quién puede creer sus lágrimas de cocodrilo?
En los medios y redes hubo comunicados de entidades monopólicas como Asociación Empresaria Argentina (AEA), Unión Industrial Argentina (UIA), COPAL, Asociación de Bancos (Adeba) y hasta la Mesa de Enlace. Dijeron repudiar el atentado, aunque los sojeros no se solidarizaron con la víctima.
Hay que ser muy tonto y/o claudicante para tomar esos comunicados por válidos, como si esas organizaciones patronales tuvieran sentimientos democráticos y humanitarios. Han hecho campañas políticas durante años en contra de los aspectos positivos de la llamada “década ganada” y fueron el sostén del macrismo para los cuatro años de la infamia y neoliberalismo total (2015-2019). Desde entonces presionan al gobierno para limitar sus insignificantes medidas a favor de los más humildes; tienen trabado el Ingreso Básico Universal de 15.000 pesos para 4 millones de indigentes y pobres.
Esos monopolios dicen repudiar el atentado, pero siguen su campaña por la devaluación, para un dólar único a 280 pesos. Eso, más las maniobras monopólicas de precios, disparó la inflación al 7 por ciento mensual. ¿Y esos popes monopolistas presumen de democráticos? ¿Quién se cree ese verso?
Algo parecido pasa con los comunicados del Departamento de Estado, de Antony Blinken, y de los legisladores del bipartidismo yanqui reenviados por Jorge Argüello, embajador argento-estadounidense no por nacionalidad sino por lealtad política a ambas divisas.
Los que se negaron a repudiar el atentado son pésimos, pero entre quienes de palabra dijeron criticarlo hay unos cuantos que se hacen los buenitos. Son enemigos de la democracia, el pueblo y la Nación.
El gobierno de Fernández-Fernández-Massa sigue aflojando frente a los monopolios y la derecha, también en el caso del atentado. El proyecto original de declaración en Diputados era floja porque planteaba como objetivo “la paz social”, bien cuestionada por Myriam Bregman (FITU). Al menos incluía una crítica “al odio”, pero los odiadores seriales, de la bancada de JxC, reclamaron que esa referencia se sacara. Y Cecilia Moreau, presidente de la Cámara, en acuerdo con todo el FDT, concedió y la amputó.
Esta es la cuestión importante de ese debate, no si Milei le dijo a Moreau “presidente” y la aludida le respondió “diputada”. Esas son boludeces. El gobierno, con tal de mostrar “unidad nacional” y “democracia con todos”, concedió donde la declaración alertaba a la ciudadanía sobre los odiadores que le dieron letra al tirador frustrado.
NO BASTA RECHAZAR EL ODIO: TAMBIÉN EL AJUSTE Y FMI
Se seguirá discutiendo sobre el atentado, a la luz de la pésima custodia de la Policía Federal y la posibilidad que renuncie el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández. Y de los graves errores cometidos entre el juzgado de María E. Capuchetti, la Federal y Seguridad Aeroportuaria, que perdieron el contenido del celular del detenido.
Ahora, sin cerrarse esa historia, se reabre la primordial que nunca se cerró: el debate sobre el ajuste que hace este gobierno, con Sergio Massa como figura relevante en Economía, en forma obediente con los lineamientos acordados (léase impuestos) con el FMI.
Las Disposiciones Administrativas 826 y 827 recortaron el gasto público en 210.000 millones de pesos y congelaron la planta de empleados públicos y de entes descentralizados, en regla con la voz de Kristalina Georgieva. Eso es ajuste y hasta fin de año podarán 530.000 millones de pesos más, equivalentes a 3.840 millones de dólar al precio oficial.
Comienzan a regir las nuevas tarifas de luz y gas, y en poco tiempo más las de agua, con lo que varios millones de hogares sufrirán esos incrementos. Eso también fue obra del concierto donde el Fondo llevaba la batuta como director de orquesta. Guzmán, Batakis y ahora Massa, lo siguen en forma afinada.
La otra demanda del poder cogobernante es el pago religioso del préstamo de Macri renegociado por Fernández. Y eso explica las políticas gubernamentales enmascaradas con cierta cháchara. Ahí se destacaron Flavia Rayón, de Energía, negando tarifazos pues se trataría de una “redistribución de los subsidios”; Matías Tombolini, diciendo que la inflación de los precios de alimentos son una “percepción”, y Mercedes Marcó del Pont con su “no hay ajuste, sino una desaceleración en el crecimiento real del gasto”.
Los salarios, jubilaciones y planes están perdiendo frente a la inflación, de 90 por ciento a fin de año. Sin embargo la CGT y la CTA oficialista se niegan a realizar un paro general por estos motivos (habiendo estado tan solícitos y express en el tema Cristina).
Massa se fue hoy a Estados Unidos, no sin antes anunciar otra concesión al lobby agroexportador, de un dólar soja de 200 pesos hasta fines de septiembre. Antes fue a la planta de Toyota a concretar al demorado decreto para favorecer a las multis automotrices con cero retención a todo lo que exporten por sobre lo del año pasado. Los monopolios de ADEFA, felices.
La misión massista en su casi madre Patria tiene dos objetivos conocidos y un tercero en las sombras.
Los dos a la luz del día son tramitar créditos del BID y otros organismos financieros internacionales, y viajar a Houston a reunirse con el lobby petrolero de Chevron, Exxon y Techint-Tecpetrol, buscando que amplíen sus negocios en Vaca Muerta.
El tercer objetivo, más velado, es su presentación como el futuro candidato del Frente de Todos más afín a los intereses de EE UU. Massa sabe que, puestos a elegir entre él y Cristina, optarán por él. Y apuesta a que entre Rodríguez Larreta u otro de JxC y él, la Embassy lo bendiga.
Ese plan massista tiene dos contras.
Uno es que en estas semanas se vio que la principal figura del FDT no son él ni Alberto Fernández sino Cristina. Y la otra contra es que el ajuste que este Massa y todo el gobierno llevan a cabo, y que se agudizará en los próximos meses, empujará a muchos miles de argentinos a las calles.
Y cuando el pueblo sale, dispuesto a luchar en serio, los personajes como Massa se devalúan, entran en pánico y huyen a consultar a la embajada.
La plaza llena por Cristina. Hacen falta otras plazas contra el ajuste y el FMI.
LA SEMANA POLÍTICA
ES NECESARIO SEGUIR REPUDIANDO EL ATENTADO A CRISTINA
EL ATENTADO, UNA LÍNEA DIVISORIA
El atentado con una Bersa calibre 32, el jueves 1/9, contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en la puerta de su domicilio, sigue revolviendo las aguas de la política. Es lógico, por la criminalidad de la persona detenida y de cómplices directos que podría haber tenido para ese intento de magnicidio.
La Argentina, o al menos una buena mayoría, se puso de pie por la investidura de la víctima y el aprecio que le tiene. Los votos son otra cosa en esta democracia burguesa decadente: van y vienen, como el dinero, por la conveniencias, trenzas e influencia de los poderes fácticos y mediáticos.
Sin ser ninguna “Santa Evita”, como muchos de sus seguidores fantasean, desde aquella noche casi fatídica se expresó el cariño de la gente – no toda y menos ahí en la concheta Recoleta- por la vicepresidenta. Los organizadores del acto del viernes 2/9 en Plaza de Mayo dijeron que se habían reunido 500.000 personas. Aún cuando el número real hubiera sido un poco menor, fue una multitud puntual y entusiasta, no por el feriado ni por los choripanes y en los colectivos, como dice despectivamente la derecha. Fue porque quiso apoyar a su lideresa principal desde hace varios años.
La derecha política de Juntos por el Cambio y liber-fachos quiere pegarse un tiro en los testículos por esa reacción social. Estaban paladeando el alegato del fiscal Diego Luciani contra Cristina y su pedido de condena a 12 años de cárcel por corrupción y jefa de una asociación ilícita, con inhabilitación absoluta para cargos públicos. Esa causa Vialidad había puesto a la derecha en clima de orgasmo y ofensiva política. Cristina no estaba derrotada, pero sí un poco nerviosa, como se la vio en su descargo por las redes, después que Luciani dijo tantas barbaridades y le negaron ampliar su declaración.
Y de golpe esa bala que no salió de la pistola de Fernando Sabag Montiel, pero todos vieron en la tele y las redes, invirtió la situación. Mostró un atentado contra la vice y la democracia, que objetivamente se articulaba con la campaña de odio y hurras a la muerte. Evidenció que CFK es querida por una gran cantidad de argentinos, prestos a movilizarse en su defensa.
A la derecha esa novedad le creó un sinnúmero de problemas políticos y líos internos. Los peores de todos, como siempre, fueron Patricia Bullrich del PRO y los liber-fachos Javier Milei y José Luis Espert que no repudiaron el atentado. El PRO en Diputados adhirió tarde a la muy mediocre declaración del FDT y se retiró del recinto. Si algún ingenuo esperaba un llamado de Mauricio Macri a Cristina, ex presidentes, sabrá que no lo hubo.
Los que se no condenaron el atentado a la vicepresidenta han quedado aislados políticamente. Esa línea divisoria es muy importante, pero hay que tener en cuenta que varios de los que, de palabra, repudiaron ese intento de magnicidio, en los hechos están en el bando del tirador.
CONCESIONES AL ODIO
La mayoría de quienes se pronunciaron en repudio a ese intento criminal lo hizo acorde a sus pensamientos y sentimientos. Pero la bancada de Juntos por el Cambio bajó a la sesión de Diputados y algunos de sus discursos como el de Mario Negri, imitando a Raúl Alfonsín, fueron un acting. Sus pares del PRO, al retirarse, como lo informó Cristian Ritondo, estaban más cerca de la realidad de lo que opinan esos reaccionarios.
El prontuario de ese sector oligárquico, en especial de Macri y Bullrich, indica que aquello fue sólo “un gesto para la tribuna”. Las declaraciones de Horacio Rodríguez Larreta, supuestamente compungido, no borran su actitud represiva hacia los manifestantes que apoyaban a Cristina en cercanías de su casa, durante los días del tiroteo judicial de Luciani. El jefe de gobierno de CABA puso vallas y policías contra esos ciudadanos favorables a Cristina. Reprimieron y detuvieron personas. ¿Quién puede creer sus lágrimas de cocodrilo?
En los medios y redes hubo comunicados de entidades monopólicas como Asociación Empresaria Argentina (AEA), Unión Industrial Argentina (UIA), COPAL, Asociación de Bancos (Adeba) y hasta la Mesa de Enlace. Dijeron repudiar el atentado, aunque los sojeros no se solidarizaron con la víctima.
Hay que ser muy tonto y/o claudicante para tomar esos comunicados por válidos, como si esas organizaciones patronales tuvieran sentimientos democráticos y humanitarios. Han hecho campañas políticas durante años en contra de los aspectos positivos de la llamada “década ganada” y fueron el sostén del macrismo para los cuatro años de la infamia y neoliberalismo total (2015-2019). Desde entonces presionan al gobierno para limitar sus insignificantes medidas a favor de los más humildes; tienen trabado el Ingreso Básico Universal de 15.000 pesos para 4 millones de indigentes y pobres.
Esos monopolios dicen repudiar el atentado, pero siguen su campaña por la devaluación, para un dólar único a 280 pesos. Eso, más las maniobras monopólicas de precios, disparó la inflación al 7 por ciento mensual. ¿Y esos popes monopolistas presumen de democráticos? ¿Quién se cree ese verso?
Algo parecido pasa con los comunicados del Departamento de Estado, de Antony Blinken, y de los legisladores del bipartidismo yanqui reenviados por Jorge Argüello, embajador argento-estadounidense no por nacionalidad sino por lealtad política a ambas divisas.
Los que se negaron a repudiar el atentado son pésimos, pero entre quienes de palabra dijeron criticarlo hay unos cuantos que se hacen los buenitos. Son enemigos de la democracia, el pueblo y la Nación.
El gobierno de Fernández-Fernández-Massa sigue aflojando frente a los monopolios y la derecha, también en el caso del atentado. El proyecto original de declaración en Diputados era floja porque planteaba como objetivo “la paz social”, bien cuestionada por Myriam Bregman (FITU). Al menos incluía una crítica “al odio”, pero los odiadores seriales, de la bancada de JxC, reclamaron que esa referencia se sacara. Y Cecilia Moreau, presidente de la Cámara, en acuerdo con todo el FDT, concedió y la amputó.
Esta es la cuestión importante de ese debate, no si Milei le dijo a Moreau “presidente” y la aludida le respondió “diputada”. Esas son boludeces. El gobierno, con tal de mostrar “unidad nacional” y “democracia con todos”, concedió donde la declaración alertaba a la ciudadanía sobre los odiadores que le dieron letra al tirador frustrado.
NO BASTA RECHAZAR EL ODIO: TAMBIÉN EL AJUSTE Y FMI
Se seguirá discutiendo sobre el atentado, a la luz de la pésima custodia de la Policía Federal y la posibilidad que renuncie el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández. Y de los graves errores cometidos entre el juzgado de María E. Capuchetti, la Federal y Seguridad Aeroportuaria, que perdieron el contenido del celular del detenido.
Ahora, sin cerrarse esa historia, se reabre la primordial que nunca se cerró: el debate sobre el ajuste que hace este gobierno, con Sergio Massa como figura relevante en Economía, en forma obediente con los lineamientos acordados (léase impuestos) con el FMI.
Las Disposiciones Administrativas 826 y 827 recortaron el gasto público en 210.000 millones de pesos y congelaron la planta de empleados públicos y de entes descentralizados, en regla con la voz de Kristalina Georgieva. Eso es ajuste y hasta fin de año podarán 530.000 millones de pesos más, equivalentes a 3.840 millones de dólar al precio oficial.
Comienzan a regir las nuevas tarifas de luz y gas, y en poco tiempo más las de agua, con lo que varios millones de hogares sufrirán esos incrementos. Eso también fue obra del concierto donde el Fondo llevaba la batuta como director de orquesta. Guzmán, Batakis y ahora Massa, lo siguen en forma afinada.
La otra demanda del poder cogobernante es el pago religioso del préstamo de Macri renegociado por Fernández. Y eso explica las políticas gubernamentales enmascaradas con cierta cháchara. Ahí se destacaron Flavia Rayón, de Energía, negando tarifazos pues se trataría de una “redistribución de los subsidios”; Matías Tombolini, diciendo que la inflación de los precios de alimentos son una “percepción”, y Mercedes Marcó del Pont con su “no hay ajuste, sino una desaceleración en el crecimiento real del gasto”.
Los salarios, jubilaciones y planes están perdiendo frente a la inflación, de 90 por ciento a fin de año. Sin embargo la CGT y la CTA oficialista se niegan a realizar un paro general por estos motivos (habiendo estado tan solícitos y express en el tema Cristina).
Massa se fue hoy a Estados Unidos, no sin antes anunciar otra concesión al lobby agroexportador, de un dólar soja de 200 pesos hasta fines de septiembre. Antes fue a la planta de Toyota a concretar al demorado decreto para favorecer a las multis automotrices con cero retención a todo lo que exporten por sobre lo del año pasado. Los monopolios de ADEFA, felices.
La misión massista en su casi madre Patria tiene dos objetivos conocidos y un tercero en las sombras.
Los dos a la luz del día son tramitar créditos del BID y otros organismos financieros internacionales, y viajar a Houston a reunirse con el lobby petrolero de Chevron, Exxon y Techint-Tecpetrol, buscando que amplíen sus negocios en Vaca Muerta.
El tercer objetivo, más velado, es su presentación como el futuro candidato del Frente de Todos más afín a los intereses de EE UU. Massa sabe que, puestos a elegir entre él y Cristina, optarán por él. Y apuesta a que entre Rodríguez Larreta u otro de JxC y él, la Embassy lo bendiga.
Ese plan massista tiene dos contras.
Uno es que en estas semanas se vio que la principal figura del FDT no son él ni Alberto Fernández sino Cristina. Y la otra contra es que el ajuste que este Massa y todo el gobierno llevan a cabo, y que se agudizará en los próximos meses, empujará a muchos miles de argentinos a las calles.
Y cuando el pueblo sale, dispuesto a luchar en serio, los personajes como Massa se devalúan, entran en pánico y huyen a consultar a la embajada.
