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8 de noviembre de 1936: La Batalla de Madrid


¡Madrid, Madrid; qué bien tu nombre suena,
rompeolas de todas las Españas!
La tierra se desgarra, el cielo truena,
tú sonríes con plomo en las entrañas.
Antonio Machado



Hace sólo seis días que ha empezado el otoño y en los campos soplan tempestades revolucionarias y vientos de miedo. Un rumor de pasos africanos se acerca a Madrid. Los generales sublevados, los vencedores de Toledo, quieren tomar café en la Gran Vía y oír misa en los Jerónimos. Un cerco de muerte acecha desde Majadahonda hasta Vallecas. Regulares y legionarios atacan en la Casa de Campo y asaltan la Ciudad Universitaria protegidos por los cañones del cerro Garabitas. Allí, en las trincheras, junto a las facultades, en las salas del Clínico, les esperan los milicianos anarquistas, las brigadas internacionales, el pueblo de Madrid, hombres y mujeres anónimos que no les dejarán pasar. Durante cuatro largos meses de combate, Madrid será la patria del sufrimiento. Cuando, agotados, descansen los frentes, seguirá la batalla en el cielo. Bombas sobre Alcalá, bombas sobre el Prado, bombas sobre el Clínico de San Carlos, bombas sobre Atocha… Arden las chabolas del barrio de Tetuán, arde el palacio de Liria. Una alfombra de niños muertos cubre el paseo de Rosales. Cuando paren los bombardeos llegará la punzada del hambre. Ya no hay qué comer en Madrid, pero Madrid resiste. Mujeres famélicas desuellan un mulo destripado por las bombas, mientras perros enloquecidos por el hambre hacen cabriolas a su alrededor; pero Madrid resiste. A oscuras, las calles están desiertas y ciegas, mientras resuenan las descargas de fusilería, el chasquido rítmico de las ametralladoras y, de vez en vez, los cañonazos densos y opacos. En el pecho la angustia, la zozobra y el dolor de todo y por todo, pero Madrid resiste. Y se hace leyenda. Jorge M. Reverte




Entre el 8 y el 23 de noviembre de 1936 tuvo lugar la primera fase de la denominada Batalla de Madrid, prolongado e intenso conflicto por el control de la capital española tras el fracaso del golpe de Estado contra la Segunda República. Durante estos días se llevaron a cabo los enfrentamientos más duros ya que los sublevados lanzaron sus ataques más determinados para tomar la ciudad, incluyendo bombardeos aéreos contra zonas residenciales.

Durante estos días de noviembre de 1936, Madrid se convirtió en el símbolo de una ciudad asediada. Los intentos del ejército de Franco por tomar la capital chocaban una y otra vez con la defensa de los republicanos, que acuñaron como lema de la resistencia el famoso "No pasarán". A la dureza de los combates se sumaron el hambre y el frío, provocados por el desabastecimiento de alimentos y combustible, y el miedo a los bombardeos franquistas y a los desmanes de la retaguardia republicana. Y a todos estos problemas debía hacer frente la llamada Junta de Defensa de Madrid, un organismo delegado del propio gobierno de la República, que se había trasladado a Valencia. 





A comienzos de noviembre la línea del frente se encuentra a las puertas de Madrid: la base aérea de Getafe había caído en manos sublevadas con gran facilidad al atardecer del día 4 y poco después la de Cuatro Vientos, hecho de gran importancia para las armas sublevadas pues sus excelentes pistas asfaltadas se encontraban a escasos kilómetros del centro urbano de la capital, recrudeciendo los bombardeos que ya llevaban efectuándose desde finales de agosto. La moral del pueblo madrileño se encontraba hundida y el gobierno de la República empezó a preparar su evacuación y la de los ministerios a Valencia, pues daba por hecho que aunque la ciudad resistiera, acabaría finalmente sucumbiendo. 



El Gobierno ha resuelto, para poder continuar cumpliendo con su primordial cometido de defensa de la causa republicana, trasladarse fuera de Madrid, encarga a VE de la defensa de la capital a toda costa. A fin de que lo auxilien en tan trascendental cometido, (…) se constituye una Junta de Defensa de Madrid, (…) Esa Junta tendrá facultades delegadas del Gobierno para la coordinación de todos los medios necesarios para la defensa de Madrid que deberá ser llevada al límite y, en el caso de que a pesar de todos los esfuerzos haya de abandonarse la capital, (…) las fuerzas deberán replegarse a Cuenca para establecer una línea defensiva en el lugar que le indique el General Jefe del Ejército del Centro.
firmado por Largo Caballero.

Efectivamente, el 6 de noviembre se produce la salida del Gobierno hacia Valencia, donde será establecida la capital de la República en los siguientes meses. Se creará un organismo específico para que se haga cargo del vacío legal dejado por el conocido ahora como ‘‘Gobierno de Valencia’’ y que se denominará la Junta de Defensa de Madrid, bajo la presidencia y dirección de José Miaja. Desde la estrategia militar, Miaja, junto al muy eficiente Vicente Rojo (la organización de la defensa de Madrid es esencialmente obra suya), también se encargará de organizar la defensa de Madrid y empezará la construcción de trincheras, nidos de ametralladores y puestos de artillería a lo largo del río Manzanares.

El 8 de noviembre Varela ordenó el asalto final contra Madrid, comenzando el avance desde la Casa de Campo hacia el Manzanares, mientras que desde el Sur se dirigirán para apoyar el principal esfuerzo de los sublevados en el Oeste. La resistencia de las brigadas al mando de comandantes como Líster, Barceló o Galán retrasó considerablemente el avance de las columnas sublevadas, de tal modo que los combates en la Casa de Campo seguían todavía los días 9 y 10. En esos días también se producen fuertes combates en torno al Puente de Castilla aunque dichos ataques son finalmente rechazados y el puente es finalmente volado. El día 9, en plena efervescencia de los combates, llegan a Madrid la primera unidad de las Brigadas internacionales, la XI Brigada Internacional al mando de Lazar Stern, más conocido como Emilio Kléber o General Kléber y realizan un desfile por la Gran Vía entre gritos de ¡Vivan los Rusos!. Estos se dirigirán a la Ciudad Universitaria, instalando su cuartel general en la Facultad de Filosofía y Letras y preparando las posiciones en torno al Manzanares y el Puente de los Franceses. Este era un puente ferroviario que comunicaba la capital con la Sierra y el norte de España.

Uno de los hechos decisivos durante el Asalto de Madrid fue el golpe de suerte que tuvieron los defensores: un carro de combate italiano que se había perdido dentro de la Casa de Campo, fue puesto fuera de combate y tropas republicanas, inspeccionando el mismo, encontraron una copia del plan general de los sublevados. Al llegar a manos de Rojo, este pudo reorganizar las tropas en los puntos críticos y así saber de antemano los movimientos de los sublevados. La aviación franquista bombardea fuertemente las posiciones del Manzanares, la Gran Vía, las estaciones del Norte y de Atocha y la Casa de Campo. El dominio del aire empieza a ser contestado por los nuevos aviones soviéticos Polikarpov I-15 e I-16, conocidos respectivamente por los republicanos como Chato y Mosca, que logran hacerse con los cielos. Por otro lado, empieza a correr la consigna, posteriormente famosa, No Pasarán, cuyo efecto será elevar la moral de la población madrileña a medida que se hace evidente que la resistencia republicana será dura.


Ya nunca podrá dormirse,
porque si Madrid se duerme,
querrá despertarse un día
y el alba no vendrá a verle.

No olvides, Madrid, la guerra;
jamás olvides que enfrente
los ojos del enemigo
te echan miradas de muerte.
Rafael Alberti





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