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Crimen político

¿Quién mató al comendador?
Fuenteovejuna
¿Quién es Fuenteovejuna?
Todos a una

OPINIÓN de Samuel Schmidt

El asesinato/linchamiento del comendador en apariencia era por sus abusos de poder especialmente en contra de las mujeres, pero detrás de la historia parece haber una fuerte pugna por el poder, que Lope de Vega conoce y denuncia pero disfraza a los culpables por sus intereses personales.



No es raro en la historia encontrar asesinatos de los líderes ni de los aspirantes a serlo. Quien mata cree, o cree saber, que elimina una opción que le es desagradable o inconveniente y muchas veces esconde la mano dejando para la especulación  la duda de que o a quién se trataba de beneficiar. Como lo hizo Lope de Vega.

En Estados Unidos todavía indagan sobre quién mató a Kennedy, la lista de posibles incluye a los cubanos, a la mafia, y hay muchos convencidos, lo que no necesariamente es la verdad, de que la mano tenebrosa de la CIA está detrás del asesinato. De probarse esta conjetura, uno empieza a creer en la existencia de un gobierno oculto con grandes bolsillos llenos de dinero, que da golpes de Estado, propicia guerras, se alía con criminales, fomenta crímenes como el tráfico de drogas y se atreve a asesinar a los “suyos” si así le conviene a su diseño de control. Esta opción es aterrorizadora.

El crimen de Colosio es similar. Se imagina que la mano que meció la cuna es Salinas, que a mi gusto fue el gran perdedor, incluye a los narcos porque el político les habría declarado su no apoyo, tal y como denunció una película, pero los cineastas gozan de libertad poética.

Desde antes y durante el gobierno de Salinas fueron asesinados 696 perredistas, entre las víctimas se encuentran los expertos en estadística electoral que habían diseñado un sistema para evitar el fraude electoral, y fueron eliminados antes de la elección.
Durante el proceso electoral de 2017-18 fueron asesinados 133 políticos en 26 estados; una ola de asesinato político recorre a México. 2024 ya lleva 3 asesinados en un número igual de Estados y cada uno es de un partido distinto, el estilo parece ser similar, cierto tipo de ejecución.

Se asesina a líderes locales, activistas pro ambiente, derechos humanos, protección de los bosques que parecen afectar intereses locales. Ante esos crímenes tanto la sociedad como el Estado culpan de entrada al crimen organizado, lo que implica una cierta renuencia a investigar a fondo; como los “buenos” no son atacados, se “sospecha” que la víctima algo debía para haber sido asesinado, así se convierte en culpable de su propio asesinato y los asesinos quedan impunes.

Se culpa a un clima general en el país, es algo similar a la tesis de Vallejo en “La virgen de los sicarios”, como si cierto deterioro hubiera concedido carta blanca para matar a placer y hasta se puede contratar sicarios para satisfacer venganzas y agravios personales.

La falacia de éstas tesis reside en que el común de los mortales no es asesino, repudia a los asesinos y se horroriza con cualquier asesinato, aunque su morbo lo lleve  a comprar revistas como Alarma o Alerta, a las que les chorreaba la sangre, o se detiene cuando ve un accidente.

Vi a mi primer muerto cuándo tenía 16 años. Caminaba de la tienda de mi padre en la zona de La Merced en la Ciudad de México, hacia la estación de camión para viajar a mi entrenamiento de basquetbol, cuando vi una gran aglomeración y me sume a los curiosos; ahí estaba tirado el cadáver en una accesoria, esa zona tenía un cementerio de elefantes, ahí a dónde los teporochos llegaban a morir, me fui horrorizado y sin detenerme para enterarme del chisme social, que seguramente estaría muy alejado de la verdad, además que se me hacía tarde para llegar al entrenamiento. He soñado al muerto muchos años.

La sociedad no asesina a sus líderes, ni a los que pretenden representarla, la sociedad no mata a los políticos que la engañan por muchos agravios que reciba de ellos. Siempre hay alguien que se beneficia del río que ayudó a revolver.

Monsieur de Villefort dice:
“Fuenteovejuna sin duda fue la ejecutora material del crimen del comendador Fernán Gómez de Guzmán. Pero quienes instigaron al populacho, quienes urdieron materialmente el crimen y que no quisieron mancharse las manos con la sangre de un noble fueron otros situados geográficamente no muy lejos de la villa … en Fuenteovejuna no existía castillo o fortaleza alguna y en la cercana villa de Bélmez, la fortaleza que hubiera debido estar a disposición del comendador (y en la cual quizá hubiera podido defenderse mejor y, por ende, salvar su vida) la había retenido Pedro Girón al permutar la villa a la orden. Una afrenta a la familia Guzmán que, a la larga, acabó con la vida del comendador, hecho éste hoy en día conocido urbi et orbi gracias a la comedia lopesca. Aunque esta disfrace unos hechos y oculte otros.





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