OPINIÓN de Álvaro Cuadra. - El estrepitoso fracaso de la candidatura de Laurence Golborne, en medio de situaciones bochornosas y poco transparentes, exigía medidas drásticas antes de correr el riesgo de un fracaso todavía mayor en los próximos comicios presidenciales y parlamentarios. Por ello, la UDI, el partido más votado en la actualidad, decidió proponer la candidatura del mejor de los suyos: Pablo Longueira. Lo que está en juego, desde luego, es la suerte del gremialismo en los años venideros. Por una parte se juega su liderazgo en el seno de la derecha chilena, pero también su capacidad de desacelerar la velocidad de los cambios políticos que se ya se adivinan en el horizonte. Para los opositores no son buenas noticias, pues, en rigor, se ha cambiado a un peso pluma por un peso pesado. Por mucho que se pueda discrepar de la visión política populista conservadora de la UDI, y aunque a muchos no les guste, es menester reconocer que el senador y ministro Longueira es una figur