OPINIÓN de Amy Goodman y Denis Moynihan. - Los dirigentes republicanos de Carolina del Norte han desatado una tormenta política. Primero, el gobernador republicano Pat McCrory se negó a aceptar su derrota durante casi un mes. Luego, con el pretexto de destinar fondos especiales a la recuperación tras el huracán Matthew, convocaron varias sesiones especiales consecutivas con la finalidad de limitar el poder del gobernador electo demócrata Roy Cooper antes de que asuma su mandato. La Asamblea Legislativa de Carolina del Norte ha sido el centro de protestas multitudinarias y actos de desobediencia civil en contra de las sesiones nocturnas llevadas a cabo por los legisladores. Mientras el Presidente Barack Obama está honrando la tradición de realizar un traspaso de mando pacífico, un pilar fundamental de la democracia estadounidense, los republicanos de Carolina del Norte han adoptado una actitud diferente.