OPINIÓN de Emilio Marín, Argentina.- Recrudeció el conflicto palestino-israelí. Hay muertos y heridos por ambas partes, pero muchísimos más del lado palestino. El fondo del asunto es el mismo: le niegan a los palestinos el derecho a vivir y rezar en su tierra, y tener su estado. Desde el último día de setiembre se agudizó el conflicto de palestinos e israelitas. Esta vez la reacción de los palestinos fue ante la prohibición de Benjamin Netanyahu de acceder a orar a la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén. Allí está la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar sagrado de los musulmanes, pero los judíos tienen allí su Monte del Templo, lo que da lugar a conflictos. El cierre temporal para los musulmanes, decretado “manu militari” por el premier israelí, fue el detonante de un conflicto que ya venía recibiendo combustible para arder. La protesta masiva de los palestinos fue reprimida en forma brutal y ocasionó muertos y heridos entre los pobladores de barrios del este de Jerusalén, zona á