Por Gustavo Duch Como se advirtió a mediados del año pasado, todos los condicionantes apuntaban a una nueva y grave crisis alimentaria, que se suma a la crisis financiera generalizada y la crisis climática. Son muchos los factores que aparecen para explicarla, pero a mi entender –y al estilo de la catequesis– todos se resumen en uno: la desaparición, bajo el oleaje de la globalización neoliberal, de cualquier atisbo de política agraria y/o alimentaria. Me explico. Uno de los factores causantes de la crisis es –desde luego– la especulación, que los fondos de inversión y sus socios banqueros realizan a base de negociar con los alimentos y otras materias primas. Ahora sabemos bien –y sufrimos– que a estas urracas se les ha abonado el terreno para volar a sus anchas y trapichear con todas las licencias y matasellos necesarios en el mundo de las finanzas. Pues con ese cielo despejado, sin ninguna regulación que lo impidiera, ya hace varias décadas que atesoran beneficios a costa de apos