Jorge Zavaleta Alegre.- Mi infancia fue influenciada por la radio. Las emisoras del Ecuador cubrían, con extraordinaria claridad, el firmamento. Las ciudades del Callejón de Huaylas, al pie de una cadena de nevados, tenían como compañía, los pasillos y sanjuanitos, y pasajes literarios de Huasipungo. Eran tiempos en los que la enemistad oficial, alimentada por los gobiernos de Perú y Ecuador, era una fuente de corrupción, en una incontenible carrera armamentista. Cuando, años después, en 1965, viajamos con mis compañeros de la Universidad de Trujillo, comprobamos que la solidaridad ecuatoriana era amplia, generosa. July Balarezo, Una aldea en los andes