OPINIÓN de Carlos H. Ávila Bello .- Desde 2013 y gracias a una demanda colectiva, estaban detenidos los permisos para que empresas como Monsanto sembraran maíz transgénico en México. Este 19 de este agosto, el juez duodécimo de distrito de materia civil del primer circuito, Francisco Peñaloza Heras, resolvió suspender esta prohibición. Aparentemente los argumentos presentados por diferentes científicos, a través de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS), no fueron tomados en consideración por el mencionado magistrado. Poner en manos de transnacionales el alimento más importante del país, no sólo provocará una mayor dependencia alimentaria y económica; los maíces nativos se contaminarán (cerca de 60 tipos diferentes), seguramente muchos desaparecerán; el efecto en la cultura profunda del maíz será catastrófico. Ya en octubre de 1999 comenté en este mismo diario (“Liberación de organismos transgénicos en el medio ambiente: ¿revolución o involución?”) que “los recu