OPINIÓN de Ramón Cotarelo / Palinuro.- Ayer, durante unas horas, un país entero pasó por el diván del psiquiatra. Unos entraron con depresión y salieron eufóricos y otros entraron triunfantes y salieron, literalmente, sin voz. ¡Cuántas cosas se dijeron y cuántas se callaron que serán pienso de arrepentidos!