Palacio de Cristal del Parque del Retiro de Madrid, España. Wikimedia Commons / LucVi Por Ángel Enrique Salvo Tierra y Antonio Flores Moya Para el sector inmobiliario y los responsables del urbanismo municipal el valor de un parque sería el precio tasado del valor catastral de su superficie. En muchos casos, para los vecinos del entorno no deja de ser una carga negativa, al tratarse de un lugar de concentración juvenil generador de contaminación acústica y de inseguridad. Para los colectivos con más sensibilidad ecológica su valor sería incalculable. Pero ¿podríamos valorizar un parque? A pesar de que aún existen muchas reticencias, es factible proporcionar un valor económico a los servicios ambientales que la Naturaleza nos aporta. Hablamos de valor y no de precio, que como sentenciaba Quevedo y remachaba Machado, es de necios confundir ambos conceptos. La valorización de los servicios ecosistémicos se hace cada vez más necesaria para poder llevar a cabo una contabilidad ambie