Jorge Zavaleta Alegre.- No hay país en lo que va del presente siglo, con excepción de algunas administraciones de Europa del Norte, donde la corrupción privada y/o pública no provoque la indignación de los pueblos. La presencia abrumadora de la tecnología de la comunicación viene ratificando que la acumulación de cuentas y negocios van de la mano con la impunidad y la ausencia de la ética.