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Ana Lilia Esquivel Ayala.- Principios del Buen Vivir, o Vivir Bien, son rescatados en toda la región.
La recuperación de prácticas, conocimientos y saberes ancestrales propios de los pueblos indígenas, enfocados en el bienestar común y en el reencuentro entre los seres humanos y la naturaleza, se ha insertado en el debate sobre el desarrollo, y bajo el nombre de Buen Vivir, o Vivir Bien, se instauran como una alternativa. Estos conceptos, emanados de la cosmovisión andina, se fundamentan en principios de complementariedad y reciprocidad, donde el respecto a la vida y a la Madre Tierra es fundamental para mantener un equilibrio y establecer una armonía entre seres humanos y naturaleza.
En Bolivia, se habla del Vivir Bien, concepto derivado del suma qamaña en aymara. Para el canciller boliviano David Choquehuanca, esta vivencia “significa complementarnos y no competir, compartir y no aprovecharnos [del otro], vivir en armonía entre las personas y con la naturaleza”.
Bajo esta noción, se abandona la idea de explotador y explotado y más bien se concibe al trabajo como felicidad y medio de aprendizaje. Asimismo, la idea de individualidad se sustituye por la de comunidad, donde la cooperación y el apoyo mutuo son indispensables y las leyes de la naturaleza son las que regulan el actuar de todos. Estos y otros principios consolidaron la nueva Constitución de Bolivia en el 2009, en la que lo relacionado al Vivir Bien está al mismo nivel y jerarquía de principios clásicos, como la unidad, igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto, equidad social y de género, bienestar común y justicia social, entre otros.
Sumak kawsay y suma qamaña
En Ecuador, la noción del Buen Vivir o sumak kawsay en kichwa, al articular visiones y prácticas ancestrales con la realidad contemporánea, da sustento a la creación de alternativas que tienen como principio, establecer una relación armónica entre seres humanos y naturaleza.
Al respecto, Alberto Acosta, exministro de Energía y Minas, explicó en el Encuentro Latinoamericano del Foro Mundial de Alternativas realizado en Quito en el 2008, que “el Buen Vivir nace de la experiencia de vida colectiva de los pueblos y las nacionalidades indígenas. Busca la vida armoniosa entre los seres humanos y de estos con la naturaleza (…), elemento fundamental para pensar una sociedad diferente, una sociedad que rescate los saberes y las tecnologías populares, la forma solidaria de organizarse, de dar respuesta propia”.
El creciente protagonismo indígena, junto con diversos movimientos ciudadanos, permitió que las propuestas del Buen Vivir se concretaran en la nueva Constitución ecuatoriana, aprobada en el 2008. Sin embargo, a diferencia de Bolivia, todos los principios procedentes del sumak kawsay, aparecen como “derechos del buen vivir”, dentro de los cuales se incluyen otros, como el de alimentación, salud, educación, ambiente sano, entre otros. Por lo tanto, el Buen Vivir es reconocido como derecho constitucional.
En ambos casos, el Vivir Bien y el Buen Vivir están directamente vinculados con saberes y prácticas tradicionales indígenas. Sin embargo, hay diferencias importantes entre ellos. En Bolivia, el suma qamaña es considerado un fundamento ético-moral, mientras que en Ecuador el sumak kawsay aparece dentro del acervo de derechos. Otra diferencia es que Ecuador reconoce a la naturaleza, a la Pachamama, como sujeto susceptible de derechos, los cuales están enfocados en el respeto integral de su existencia, estructura y todos los procesos vitales y evolutivos, y la restauración integral de la misma también es un derecho.
Entonces, el Buen Vivir ecuatoriano se fundamenta con derechos humanos y derechos de la naturaleza. En cambio, en la Constitución de Bolivia no existe un reconocimiento explícito de los derechos de la naturaleza, a pesar de que dentro de la filosofía del Vivir Bien, es primordial recuperar la armonía y respeto mutuo con la madre naturaleza.
Comunalidad y trabajo colectivo
En toda América Latina existen propuestas similares y complementarias a las del Buen Vivir y Vivir Bien, que de igual manera, provienen de la cosmovisión de los pueblos originarios. En México, la “comunalidad”, o forma de vida comunitaria, y el “mandar obedeciendo”, derivado de las prácticas zapatistas, llevan implícitos procesos de resistencia y lucha, y al mismo tiempo tienen como principios rectores el respeto a la naturaleza y la complementariedad entre todos, así como el reconocimiento y rescate de prácticas ancestrales, como el trueque.
El trabajo colectivo es parte del buen vivir de comunidades indígenas guatemaltecas, quienes reconocen la importancia de preservar y salvaguardar los bienes naturales, así como la conservación de prácticas agrícolas tradicionales. En el Perú, las mujeres andinas y amazónicas, pese a ser las más vulnerables a la pobreza y discriminación, son las que están formulando propuestas encaminadas a construir el Buen Vivir de sus pueblos, mientras que en zonas rurales se están impulsando esfuerzos por incluir la filosofía del Buen Vivir y de la cultura andina dentro de la educación de los niños. En el marco del Buen Vivir, la educación se concibe en función de la sociedad y de los intereses comunes, es decir, que valore los saberes de todas las culturas.
El Buen Vivir “como un nuevo referente al desarrollo y al crecimiento económico, como crítica y alternativa es una de las propuestas más importantes y profundas en el contexto de la globalización”, señaló a Noticias Aliadas Mónica Chuji, vicepresidenta de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía del Ecuador (CONFENIAE),
Incluir dentro de la formulación de políticas públicas la noción del Buen Vivir para crear un verdadero desarrollo sustentable constituye un reto y una oportunidad para, como señala Chuji, tomar “decisiones políticas consensuadas y colectivas que generen orientaciones y seguridades en función del bienestar de la colectividad”. —Noticias Aliadas
Ana Lilia Esquivel Ayala.- Principios del Buen Vivir, o Vivir Bien, son rescatados en toda la región.
La recuperación de prácticas, conocimientos y saberes ancestrales propios de los pueblos indígenas, enfocados en el bienestar común y en el reencuentro entre los seres humanos y la naturaleza, se ha insertado en el debate sobre el desarrollo, y bajo el nombre de Buen Vivir, o Vivir Bien, se instauran como una alternativa. Estos conceptos, emanados de la cosmovisión andina, se fundamentan en principios de complementariedad y reciprocidad, donde el respecto a la vida y a la Madre Tierra es fundamental para mantener un equilibrio y establecer una armonía entre seres humanos y naturaleza.
En Bolivia, se habla del Vivir Bien, concepto derivado del suma qamaña en aymara. Para el canciller boliviano David Choquehuanca, esta vivencia “significa complementarnos y no competir, compartir y no aprovecharnos [del otro], vivir en armonía entre las personas y con la naturaleza”.
Bajo esta noción, se abandona la idea de explotador y explotado y más bien se concibe al trabajo como felicidad y medio de aprendizaje. Asimismo, la idea de individualidad se sustituye por la de comunidad, donde la cooperación y el apoyo mutuo son indispensables y las leyes de la naturaleza son las que regulan el actuar de todos. Estos y otros principios consolidaron la nueva Constitución de Bolivia en el 2009, en la que lo relacionado al Vivir Bien está al mismo nivel y jerarquía de principios clásicos, como la unidad, igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto, equidad social y de género, bienestar común y justicia social, entre otros.
Sumak kawsay y suma qamaña
En Ecuador, la noción del Buen Vivir o sumak kawsay en kichwa, al articular visiones y prácticas ancestrales con la realidad contemporánea, da sustento a la creación de alternativas que tienen como principio, establecer una relación armónica entre seres humanos y naturaleza.
Al respecto, Alberto Acosta, exministro de Energía y Minas, explicó en el Encuentro Latinoamericano del Foro Mundial de Alternativas realizado en Quito en el 2008, que “el Buen Vivir nace de la experiencia de vida colectiva de los pueblos y las nacionalidades indígenas. Busca la vida armoniosa entre los seres humanos y de estos con la naturaleza (…), elemento fundamental para pensar una sociedad diferente, una sociedad que rescate los saberes y las tecnologías populares, la forma solidaria de organizarse, de dar respuesta propia”.
El creciente protagonismo indígena, junto con diversos movimientos ciudadanos, permitió que las propuestas del Buen Vivir se concretaran en la nueva Constitución ecuatoriana, aprobada en el 2008. Sin embargo, a diferencia de Bolivia, todos los principios procedentes del sumak kawsay, aparecen como “derechos del buen vivir”, dentro de los cuales se incluyen otros, como el de alimentación, salud, educación, ambiente sano, entre otros. Por lo tanto, el Buen Vivir es reconocido como derecho constitucional.
En ambos casos, el Vivir Bien y el Buen Vivir están directamente vinculados con saberes y prácticas tradicionales indígenas. Sin embargo, hay diferencias importantes entre ellos. En Bolivia, el suma qamaña es considerado un fundamento ético-moral, mientras que en Ecuador el sumak kawsay aparece dentro del acervo de derechos. Otra diferencia es que Ecuador reconoce a la naturaleza, a la Pachamama, como sujeto susceptible de derechos, los cuales están enfocados en el respeto integral de su existencia, estructura y todos los procesos vitales y evolutivos, y la restauración integral de la misma también es un derecho.
Entonces, el Buen Vivir ecuatoriano se fundamenta con derechos humanos y derechos de la naturaleza. En cambio, en la Constitución de Bolivia no existe un reconocimiento explícito de los derechos de la naturaleza, a pesar de que dentro de la filosofía del Vivir Bien, es primordial recuperar la armonía y respeto mutuo con la madre naturaleza.
Comunalidad y trabajo colectivo
En toda América Latina existen propuestas similares y complementarias a las del Buen Vivir y Vivir Bien, que de igual manera, provienen de la cosmovisión de los pueblos originarios. En México, la “comunalidad”, o forma de vida comunitaria, y el “mandar obedeciendo”, derivado de las prácticas zapatistas, llevan implícitos procesos de resistencia y lucha, y al mismo tiempo tienen como principios rectores el respeto a la naturaleza y la complementariedad entre todos, así como el reconocimiento y rescate de prácticas ancestrales, como el trueque.
El trabajo colectivo es parte del buen vivir de comunidades indígenas guatemaltecas, quienes reconocen la importancia de preservar y salvaguardar los bienes naturales, así como la conservación de prácticas agrícolas tradicionales. En el Perú, las mujeres andinas y amazónicas, pese a ser las más vulnerables a la pobreza y discriminación, son las que están formulando propuestas encaminadas a construir el Buen Vivir de sus pueblos, mientras que en zonas rurales se están impulsando esfuerzos por incluir la filosofía del Buen Vivir y de la cultura andina dentro de la educación de los niños. En el marco del Buen Vivir, la educación se concibe en función de la sociedad y de los intereses comunes, es decir, que valore los saberes de todas las culturas.
El Buen Vivir “como un nuevo referente al desarrollo y al crecimiento económico, como crítica y alternativa es una de las propuestas más importantes y profundas en el contexto de la globalización”, señaló a Noticias Aliadas Mónica Chuji, vicepresidenta de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía del Ecuador (CONFENIAE),
Incluir dentro de la formulación de políticas públicas la noción del Buen Vivir para crear un verdadero desarrollo sustentable constituye un reto y una oportunidad para, como señala Chuji, tomar “decisiones políticas consensuadas y colectivas que generen orientaciones y seguridades en función del bienestar de la colectividad”. —Noticias Aliadas