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De la huerta a la mesa

Un sueño hecho realidad en Paraguay •elmercuriodigital ▫ Con espíritu emprendedor y mucho trabajo, la familia de Alcides Obregón y Nélida González ya logró duplicar el tamaño de su huerta y pretende cuadruplicarla antes de fin de año. Los ahorros familiares también se invierten en la cría de animales: las gallinas, que eran aproximadamente 50, ya son más de 150 después de seis meses de iniciado el proyecto de huertas familiares.

CC BY-NC-ND/CICR/Luis Vera




Hace seis meses , el programa de huertas familiares ha transformado la realidad de 150 familias del pequeño asentamiento de Tacuaty Poty , en el departamento de San Pedro, norte de Paraguay. El cambio no es sólo económico. La comunidad cuenta ahora con una dieta más rica y variada, llevando a la mesa de lo que se cultiva cerca de casa.


Con el uso de técnicas agroecológicas de preparación del suelo y de cultivo transmitidas por el CICR, muchos de los beneficiarios lograron mantener una producción de verduras constante, suficiente para satisfacer las necesidades de cada familia durante todo el año.

CC BY-NC-ND/CICR/Luis Vera


Los cultivos trabajados en el proyecto fueron seleccionados en base a las demandas de las comunidades, adecuación al suelo y clima y necesidades nutricionales. Además de tomate, los beneficiarios cultivan lechuga, zanahoria, cebolla, pimiento, remolacha, rabanito, berenjena, pepino, repollo, cilantro, perejil y pimienta.

CC BY-NC-ND/CICR/Luis Vera


El matrimonio de Susana González y Venancio Solís trabaja en la huerta familiar. Solís, que en un principio desconfiaba de la iniciativa, fue convencido por su mujer y por los buenos resultados logrados en pocos meses. Actualmente, con los ahorros que consiguieron reunir, piensan en mejorar la casa donde viven e invertir en animales de cría, como cerdos y gallinas.

CC BY-NC-ND/CICR/Luis Vera


Genaro García sabía desde pequeño trabajar con huertas, pero afirma que se benefició con las técnicas propuestas por el CICR. En su chacra, su principal fuente de ingresos, comenzó a plantar cebollas con el objetivo de venderlas, y sueña que, en un futuro, aumentará la producción para vendérsela a los programas de alimentación escolar del gobierno.

CC BY-NC-ND/CICR/Luis Vera

Tomasa Escobar trabaja entre dos y tres horas diarias en la huerta familiar. Debido al éxito de la iniciativa, su marido, que abandonó la comunidad para trabajar en las grandes haciendas de la región, está pensando en volver junto a su familia y ayudarla con el emprendimiento.

CC BY-NC-ND/CICR/Luis Vera






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