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Todo por el cochino dinero‏

CARTA de Susana Martínez

Vivimos en una sociedad netamente consumista, donde prevalece la tesis del tener más, cueste lo que cueste. Hay una especie de disconformidad por lo que tenemos, por estar pendiente de lo que no poseemos. El no tener el carro último modelo o el celular de quinta generación, te hace esclavo de tu propia ansiedad; creándose una presión dentro de un círculo que te hace consumir más y más. Aunque, no es malo tener ambiciones, lo que resulta espantoso es la forma delictiva para obtenerlo. Si se analiza objetivamente, lo que está afectando al mundo, lo colocaría en una balanza entre lo económico y lo moral. Tristemente se inclina en lo moral. Porque el problema radica en la pérdida de valores.


Si lo sintetizamos de esta forma. Un individuo se hace corrupto, no siempre es por falta de dinero, sino por su ambición desmedida de obtener dinero, cueste lo que cueste. Alguien pudiera pensar, el fin justifica los medios. Pero eso no es así, cuando se ve afectado el bien común. Pues, no se actúa en comunidad, sino en forma individual. Se pierde de vista lo que es vivir en comuna.

Esto trasciende en lo político, esto va más allá de una ideología. Valores que no los compras en un supermercado o farmacia. Aunque se pudieran comprar estoy segura que nadie hiciera colas para adquirirlos. Porque, de alguna forma, lo que impera es: el no me interesa que te afecta, el no me interesa que te jodas, el no me interesa que sufras… hasta la vida ajena. Pareciera que existe un divorcio en lo emocional, que impide reconciliarnos como persona, impidiendo esa conexión humanista que debemos prevalecer.

Esto nos ha llevado a la guerra del consumismo. Cabe preguntarse: ¿Por qué las guerras? La respuesta es obvia, nos apunta a situaciones bélicas con el único pretexto de poseer lo que carecemos, las consecuencias ya la sabemos: muertes y destrucción de territorios. Según platón, las causas de las guerras radicaban en la corrupción de las almas. No es más, que la supervivencia de los más débiles que, al fin al cabo son los que sufren. Como decía Jean Paul Sartre: “Cuando los ricos se hacen la guerra, son los pobres los que mueren”. Esto lo podemos ver, en la obra del autor titulado: “El diablo y Dios”. Donde se refleja, el conflicto, entre los objetivos y los medios para conseguirlos.

En los actuales momentos, el mundo vive situaciones que, en algunos casos ha producido desenlaces bélicos, con el único objetivo satisfacer el hambre de dominio. Hoy en día, está vigente aquella tesis que, el dueño del petróleo será dueño del mundo. Este a su vez, crea una especie de paternidad, pues decide el destino de los pueblos: sus decisiones políticas, sociales… hasta ideológicas. Por consiguiente, el capitalismo no esconde sus demonios sino lo muestra sin pudor y con desdén.

Lo que nos quedas como parte de esta sociedad, es hacer presión para no ser utilizados, sabiendo de antemano que moriremos mientras otros más fuertes lo observarán en su sitio de confort

Pues sí, el cochino dinero, pudiera ganar esta pelea. Si nos quedáramos dormidos en esta lucha, y un día viéramos pasar con indiferencia la solución. Que a mi juicio, es, asumir al socialismo como forma de vida

No veo otra solución.









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