OPINIÓN de Joan del Alcàzar.- El verano ha sido más caliente de lo normal políticamente hablando, y decir caliente es una forma suave de referirnos a la suciedad que día tras día debemos tragarnos los ciudadanos. Las informaciones interesadas cuando no la propaganda negra [la intoxicación y la manipulación informativa, para decirlo de forma sencilla]; las tergiversaciones y las medias verdades de responsables, portavoces oficiales y oficiosos; las tertulias sesgadas ad nauseam, la descalificación absoluta y la deslegitimación inapelable del adversario; la negativa recalcitrante a practicar cualquier tipo de autocrítica y el uso de la amenaza como moneda corriente en el ámbito de lo público, todo ello, está teniendo un efecto perverso y peligroso al mismo tiempo entre la ciudadanía atenta a la vida política española. Las posiciones cada vez están más polarizadas.