OPINIÓN de Ollantay Itzamná A principios del presente siglo, cuando Bolivia subsistía en el caos e incertidumbre sociopolítico generalizado, algunos analistas coincidía, en aquel entonces, quizás con cierta resignación: “Bolivia es una constante disputa en caída libre que jamás toca fondo…, porque justo antes de estallar… encuentra alguna vía de solución circunstancial que le permite continuar en caída/conflicto constante”. Años después, el 18 de diciembre, 2005, “la constante disputa” se “resolvió” en las urnas a favor de la organización política Movimiento Al Socialismo (MAS), que enarboló “proceso de cambios estructurales” para el país. Desde entonces, hasta el golpe de Estado del 10 de noviembre del 2009, Bolivia vivió una suerte de una inédita “luna miel” alargada (estabilidad sociopolítica y económica). A nivel económico, el Bolivia dejó de ser el país más paupérrimo del Continente. Su modelo económico y político se constituyó en motivo de estudios referenciales a nivel mun