OPINIÓN de Julio Ortega Hace tiempo a Rosa Díez, sí, la de UpyD, taurófila confesa, le cayó “la del pulpo” por utilizar en un alarde de ingenio chabacano la gracieta de llamar “gallego” a quien pretendía calificar de “tonto”. Y yo, “zoquete” de nacimiento, me siento muy satisfecho ante la reacción de repulsa provocada por su grosera agudeza no sólo en mi tierra, sino también en otras Comunidades, como en Cataluña, la de los “separatistas” en el sentido más peyorativo del término, los que abolieron la tauromaquia no porque les duela el maltrato institucionalizado a un animal, sino, según los taurinos, por afanes independentistas. Y puestos a seguir con tópicos que inundan esta España, todavía subtitulada en algunas conciencias con guiones del NODO, he de admitir que a mí, nacido y criado a muchos kilómetros de Andalucía, me “vendieron” la imagen de esas tierras del sur, como aquellas donde habitan un buen número de vagos chistosos y marrulleros que viven por y para ir a los toro