OPINIÓN de Carlos Carnicero.- 30.07.13. Mariano Rajoy comparece tarde, a la fuerza y mal ante el Congreso de los Diputados para dar explicaciones del que probablemente es el mayor escándalo político de corrupción de la democracia. La opinión pública cree más a Bárcenas que a Rajoy. Confía más en la palabra del que ha sido tardíamente declarado delincuente por el PP que en la del presidente de Gobierno. No es un asunto menor. A favor del declarante juega el mes de agosto, el reglamento de la cámara y la mala calidad dialéctica de sus interpelantes. Además, como si el PSOE no tuviera bastantes problemas, la precipitada nominación de la candidata “búlgara” a la Junta de Andalucía facilita un altavoz extraordinario al asunto de los falsos ERE. En un universo tan proclive al “y tu más”, una baza para romper el ritmo de la sesión diseñada para acorralar a Rajoy. Solo José Griñán sabrá si tenía necesidad de tanta premura en anunciar su huída hacia delante o también ha aprovechado la ocas