OPINIÓN de Amy Goodman La celebración de la Navidad se canceló en Belén, la ciudad de los territorios ocupados de Cisjordania donde tanto los historiadores como los cristianos creen que nació Jesús. El alcalde de la ciudad, Hanna Hanania, proclamó: “Por primera vez, no se colocará el árbol de Navidad en Belén y las calles de Belén no se iluminarán”. En concordancia, los líderes religiosos decidieron acotar sus rituales y celebraciones navideñas. Los patriarcas y jefes de las Iglesias de Jerusalén afirmaron en una declaración: “Debemos recordar que, durante la primera Navidad, la situación no distaba mucho de la de hoy… Muchos niños fueron asesinados. Había una ocupación militar. Y la Sagrada Familia se vio obligada a desplazarse y buscar refugio”. Las autoridades religiosas aluden así al relato bíblico del nacimiento de Jesús, que narra cómo un despiadado rey Herodes —temeroso del advenimiento de un rey profetizado— ordenó matar a todos los niños recién nacidos de Belén, y cómo María