OPINIÓN de Emilio Marín , Argentina.- Mauricio Macri tuvo su entrevista a solas con el Papa Francisco. Aunque el visitante la presentó como una reunión de dos viejos conocidos porteños, el saldo pareció más bien módico y protocolar. La concertación de la entrevista entre el Papa y el presidente argentino no debe haber sido fácil, porque desde la victoria de éste en noviembre pasado habían transcurrido tres meses. Incluso cuando la misma había sido confirmada oficialmente, surgieron algunos inconvenientes extras. El Pontífice envió con una persona de su confianza un rosario bendecido para la detenida política Milagro Sala, una luchadora a la que había recibido como amiga un par de años antes. Ese gesto solidario no cayó nada bien en el seno del macrismo, donde acusaron a Francisco de estar desinformado sobre la calidad de “delincuente” que atribuyen a la jujeña. Entre los dirigentes de Cambiemos hubo rupturistas como Elisa Carrió, que no se sabía si estaba invitada a Roma pero declaró m