El 13 de enero sereanudan las negociaciones en Cuba
OPINI脫N de Emilio Mar铆n.- El pr贸ximo 13 de enero se reanudan en Cuba las negociaciones de paz para Colombia. Restan a煤n dos temas muy importantes: el fin del conflicto y la refrendaci贸n de los acuerdos. Al interior del gobierno el procurador general quiere impedir la paz.
El 23 de setiembre pasado, el presidente Juan Manuel Santos y el comandante de las FARC, Timochenko, se estrecharon las manos a invitaci贸n del presidente cubano Ra煤l Castro. Acababan de acordar otro cap铆tulo complejo de las negociaciones iniciadas en la capital cubana en noviembre de 2012, sobre la justicia transicional.
Entusiasmados por ese avance, los l铆deres del estado colombiano y de la mayor guerrilla del continente tuvieron ese gesto, de saludarse, e informaron que antes del 23 de marzo pr贸ximo estar铆a finiquitada toda la agenda. En ese momento restaba el acuerdo sobre las v铆ctimas con un “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparaci贸n y No Repetici贸n”. El conflicto lleva ya m谩s de cinco d茅cadas y provoc贸 220.000 muertos.
Por eso el punto relativo a las v铆ctimas, consensuado el 15 de diciembre de 2015, fue como una feliz prolongaci贸n de aquel saludo de Santos y Timochenko.
En ese clima tan favorable, el gobierno considerar铆a un alto al fuego bilateral, que hasta el momento hab铆a negado. Estaba en vigencia, y sigue est谩ndolo, un cese del fuego unilateral de la insurgencia, que va ganando por goleada: ha establecido seis ceses al fuego, en tanto Santos nunca se sum贸.
Los mal pensados dir谩n que la guerrilla decid铆a pausas porque se sent铆a en inferioridad de condiciones y quer铆a remontar su supuesta mal imagen. El cronista cree, en cambio, que seis medidas como esa, del Secretariado Nacional rebelde, y ninguno de la Casa de Nari帽o, indica qui茅n est谩 m谩s interesado en la paz.
Que no haya un acuerdo para parar los combates en Colombia, mientras se sigue negociando en Cuba, no significa que tal objetivo sea inalcanzable. En pocos d铆as m谩s se reanudar谩n las pl谩ticas entre las dos delegaciones en el Palacio de las Convenciones de La Habana. Al entrar en este tramo final de la negociaci贸n, con suerte y viento a favor, quiz谩s tal alto al fuego pueda ser convenido. Ser铆a una condici贸n favorable para poder abordar, sin el dolor de nuevos muertos y heridos, una parte final pero por eso muy complicada de la negociaci贸n que conducen el ex vicepresidente Humberto de la Calle y el n煤mero 2 de la guerrilla, Iv谩n M谩rquez.
Mientras duran los altos al fuego, a煤n unilaterales como hasta ahora, se reducen las bajas de ambos lados y la poblaci贸n civil. El Centro de Recursos para el An谩lisis del Conflicto (Cerac) sostuvo que en esos lapsos de interrupci贸n de los combates, a lo largo de tres a帽os, ha significado un ahorro en vidas de 1.500 personas de los beligerantes y de 415 de la poblaci贸n civil. Si el presidente se sumara a un parate de enfrentamientos, tal ahorro ser铆a incluso mayor.
¿Qu茅 falta?
Hasta el momento se fueron acordando en general, con disidencias parciales, los temas relativos a la cuesti贸n agraria, las drogas y cultivos il铆citos, la participaci贸n pol铆tica y la justicia transicional, con sus cap铆tulos sobre el reconocimiento de las v铆ctimas, la b煤squeda de los restos de los desaparecidos y los tribunales especiales de tiempos de paz.
Tal avance es indiscutible, aunque no se camina sobre p茅talos de rosas. Como se ha recordado, sobre el primero de los asuntos en debatirse, la cuesti贸n agraria, la delegaci贸n fariana dej贸 sentado que debe desarticularse el latifundio, pues seg煤n su informaci贸n el 70 por ciento de las mejores tierras est谩 en poder del 13 por ciento de los propietarios.
Eso permite imaginar un futuro donde pueda haberse silenciado el ruido de los bombardeos de la aviaci贸n oficial sobre campamentos guerrilleros, pero sin una paz celestial ni mucho menos. Por ejemplo, ser谩 duro el reclamo campesino por tierras, cr茅ditos y maquinaria, en detrimento del latifundio.
Quedan dos grandes cap铆tulos para componer un acuerdo general para la construcci贸n de una paz estable y definitiva. Uno es el llamado “fin del conflicto”, que incluye la dejaci贸n de las armas por la guerrilla, pero tambi茅n las garant铆as de seguridad para su regreso a la actividad pol铆tica y civil. El otro es la forma como se pondr谩 a consideraci贸n de la poblaci贸n la aprobaci贸n de lo acordado en La Habana entre las partes, y c贸mo se lo implementar谩.
En ambos t贸picos hay diferencias importantes. El gobierno quiere que los guerrilleros entren en zonas delimitadas y entreguen las armas, con supuestas garant铆as del Estado. Los de Timochenko, en cambio, dicen que no dejar谩n las armas hasta que se haya completado la negociaci贸n y la poblaci贸n lo haya aprobado. Reci茅n cuando todo est茅 firme, dejar谩n su armamento (no lo entregar谩n al Ej茅rcito).
Eso lleva a la pregunta de c贸mo ser谩 el fin del conflicto, en caso que se llegue al ansiado acuerdo. La guerrilla propone que el acuerdo general sea motivo de convocatoria a una Asamblea Constituyente, que lo apruebe (y seguramente en su fuero 铆ntimo, lo mejore o precise en aquellos aspectos incompletos).
Santos y el grueso de los partidos pol铆ticos no admite la Constituyente porque aducen que traer铆a inestabilidad pol铆tica y jur铆dica. Que mejor es un plebiscito, donde la poblaci贸n refrende lo convenido en la mesa de negociaci贸n con los rebeldes. El presidente se tiene fe en ganar una elecci贸n, con una campa帽a r谩pida y con las banderas de la paz, opuestas a la de la continuidad de una guerra que ha costado tanto al pa铆s. ¿Qui茅n podr铆a votar en contra?, piensa.
Procurador general, adverso
A favor de un arreglo pac铆fico seguramente va a estar una mayor铆a de los colombianos que han sufrido persecuci贸n, c谩rcel, secuestros, asesinatos, destierros, exilios, “falsos positivos”, bombardeos, fumigaci贸n de sus cultivos con glifosato, desapoderamiento de sus tierras, persecuci贸n de comunidades originarias, etc.
Sobre qui茅nes fueron los responsables de ese ciclo de violencia, siempre habr谩 dos o m谩s lecturas. El estado, sus clases dominantes, sus medios concentrados como Caracol, El Tiempo, etc, y en particular sus fuerzas militares, dir谩n que el casi 煤nico responsable fueron las FARC y el ELN.
Entidades de derechos humanos citadas por ANNCOL (Agencia de Noticias Nueva Colombia), en nota firmada por Dick y Miriam Emanuelsson, sostienen que el 75 por ciento de las muertes y violaciones a aquellos derechos fue responsabilidad de la fuerza militar y el paramilitarismo, hijo putativo del Estado.
Los sectores m谩s recalcitrantes de derecha, que en pol铆tica est谩n m谩s cerca del ex presidente 脕lvaro Uribe (Centro Democr谩tico) y de los altos mandos en actividad y retiro que quer铆an ganar la guerra a como diera lugar, tienen posiciones adversas a lo negociado en La Habana.
Uno de los m谩s obstinados en poner palos en esa rueda de paz es el procurador general Alejandro Ord贸帽ez. En declaraciones a El Tiempo de Bogot谩 (6/1), sostuvo que las FARC fueron las responsables de cr铆menes de lesa humanidad y deben ir a prisi贸n efectiva. Que la reparaci贸n a las v铆ctimas debe hacerse con dinero de las FARC porque de lo contrario se blanquear谩 dinero del narcotr谩fico. En vez de plebiscito propuso un referendo para que si gana el NO se caigan los convenios. Estim贸 que el cese de la fumigaci贸n con glifosato fue una claudicaci贸n ante la guerrilla y que ahora “el pa铆s nadar谩 en coca”.
Ord贸帽ez es un defensor incondicional de los militares involucrados en delitos cometidos en el conflicto. Por eso en el reportaje afirm贸: “esa plena seguridad jur铆dica se les debe dar a los miembros de las Fuerzas Militares y de Polic铆a, pues de ninguna manera pueden quedar al vaiv茅n de los acontecimientos futuros”.
Sin embargo, la oposici贸n a ultranza de grupos a imagen y semejanza del procurador, que pueden tener cierta fuerza, no podr铆a -en principio- poner en riesgo la aprobaci贸n del acuerdo. El mayor peligro proviene del gobierno de Santos, que -como se dice en Argentina- pone “una de cal y otra de arena”.
Por un lado est谩 lo positivo de continuidad de la negociaci贸n en cuatro d铆as m谩s. Para ordenar mejor los planes de De la Calle y su delegaci贸n, el presidente estuvo reunido varios d铆as en Cartagena con sus asesores, incluidos el israel铆 Sholo Ben Ami y el ex guerrillero salvadore帽o devenido en consultor de multinacionales y gobiernos conservadores, Joaqu铆n Villalobos. All铆 le habr谩n “bajado l铆nea” a sus negociadores para manejarse en este tramo final.
Por otro lado, muchas veces a las palabras de Santos se las lleva el viento. Hoy hace 48 d铆as que prometi贸 un indulto para 30 guerrilleros con cargos no muy graves. Y no fueron liberados. Dijo que brigadas de salud ir铆an a cada prisi贸n para ver los casos m谩s urgentes, y tampoco lo hizo. Y eso que en noviembre pasado 1.500 prisioneros de guerra hicieron una huelga de hambre en 21 c谩rceles del pa铆s, que forz贸 esos anuncios.
Se puede conjeturar que el presidente quiere llegar a un acuerdo, siempre y cuando sea favorable para el Estado. Y su inspiraci贸n no tiene nada de pacifista sino que en el marco del endeudamiento externo de Colombia (109.000 millones de d贸lares) y las ca铆das del PBI y el precio de petr贸leo, su gobierno necesita extraer m谩s recursos naturales y poner en actividad muchas zonas petroleras, mineras y boscosas donde la guerrilla mantiene fuertes posiciones.
Sergio Ortiz
facebook.com/sergio.ortiz.906
twitter: @Sergioortizpl
El 23 de setiembre pasado, el presidente Juan Manuel Santos y el comandante de las FARC, Timochenko, se estrecharon las manos a invitaci贸n del presidente cubano Ra煤l Castro. Acababan de acordar otro cap铆tulo complejo de las negociaciones iniciadas en la capital cubana en noviembre de 2012, sobre la justicia transicional.
Entusiasmados por ese avance, los l铆deres del estado colombiano y de la mayor guerrilla del continente tuvieron ese gesto, de saludarse, e informaron que antes del 23 de marzo pr贸ximo estar铆a finiquitada toda la agenda. En ese momento restaba el acuerdo sobre las v铆ctimas con un “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparaci贸n y No Repetici贸n”. El conflicto lleva ya m谩s de cinco d茅cadas y provoc贸 220.000 muertos.
Por eso el punto relativo a las v铆ctimas, consensuado el 15 de diciembre de 2015, fue como una feliz prolongaci贸n de aquel saludo de Santos y Timochenko.
En ese clima tan favorable, el gobierno considerar铆a un alto al fuego bilateral, que hasta el momento hab铆a negado. Estaba en vigencia, y sigue est谩ndolo, un cese del fuego unilateral de la insurgencia, que va ganando por goleada: ha establecido seis ceses al fuego, en tanto Santos nunca se sum贸.
Los mal pensados dir谩n que la guerrilla decid铆a pausas porque se sent铆a en inferioridad de condiciones y quer铆a remontar su supuesta mal imagen. El cronista cree, en cambio, que seis medidas como esa, del Secretariado Nacional rebelde, y ninguno de la Casa de Nari帽o, indica qui茅n est谩 m谩s interesado en la paz.
Que no haya un acuerdo para parar los combates en Colombia, mientras se sigue negociando en Cuba, no significa que tal objetivo sea inalcanzable. En pocos d铆as m谩s se reanudar谩n las pl谩ticas entre las dos delegaciones en el Palacio de las Convenciones de La Habana. Al entrar en este tramo final de la negociaci贸n, con suerte y viento a favor, quiz谩s tal alto al fuego pueda ser convenido. Ser铆a una condici贸n favorable para poder abordar, sin el dolor de nuevos muertos y heridos, una parte final pero por eso muy complicada de la negociaci贸n que conducen el ex vicepresidente Humberto de la Calle y el n煤mero 2 de la guerrilla, Iv谩n M谩rquez.
Mientras duran los altos al fuego, a煤n unilaterales como hasta ahora, se reducen las bajas de ambos lados y la poblaci贸n civil. El Centro de Recursos para el An谩lisis del Conflicto (Cerac) sostuvo que en esos lapsos de interrupci贸n de los combates, a lo largo de tres a帽os, ha significado un ahorro en vidas de 1.500 personas de los beligerantes y de 415 de la poblaci贸n civil. Si el presidente se sumara a un parate de enfrentamientos, tal ahorro ser铆a incluso mayor.
¿Qu茅 falta?
Hasta el momento se fueron acordando en general, con disidencias parciales, los temas relativos a la cuesti贸n agraria, las drogas y cultivos il铆citos, la participaci贸n pol铆tica y la justicia transicional, con sus cap铆tulos sobre el reconocimiento de las v铆ctimas, la b煤squeda de los restos de los desaparecidos y los tribunales especiales de tiempos de paz.
Tal avance es indiscutible, aunque no se camina sobre p茅talos de rosas. Como se ha recordado, sobre el primero de los asuntos en debatirse, la cuesti贸n agraria, la delegaci贸n fariana dej贸 sentado que debe desarticularse el latifundio, pues seg煤n su informaci贸n el 70 por ciento de las mejores tierras est谩 en poder del 13 por ciento de los propietarios.
Eso permite imaginar un futuro donde pueda haberse silenciado el ruido de los bombardeos de la aviaci贸n oficial sobre campamentos guerrilleros, pero sin una paz celestial ni mucho menos. Por ejemplo, ser谩 duro el reclamo campesino por tierras, cr茅ditos y maquinaria, en detrimento del latifundio.
Quedan dos grandes cap铆tulos para componer un acuerdo general para la construcci贸n de una paz estable y definitiva. Uno es el llamado “fin del conflicto”, que incluye la dejaci贸n de las armas por la guerrilla, pero tambi茅n las garant铆as de seguridad para su regreso a la actividad pol铆tica y civil. El otro es la forma como se pondr谩 a consideraci贸n de la poblaci贸n la aprobaci贸n de lo acordado en La Habana entre las partes, y c贸mo se lo implementar谩.
En ambos t贸picos hay diferencias importantes. El gobierno quiere que los guerrilleros entren en zonas delimitadas y entreguen las armas, con supuestas garant铆as del Estado. Los de Timochenko, en cambio, dicen que no dejar谩n las armas hasta que se haya completado la negociaci贸n y la poblaci贸n lo haya aprobado. Reci茅n cuando todo est茅 firme, dejar谩n su armamento (no lo entregar谩n al Ej茅rcito).
Eso lleva a la pregunta de c贸mo ser谩 el fin del conflicto, en caso que se llegue al ansiado acuerdo. La guerrilla propone que el acuerdo general sea motivo de convocatoria a una Asamblea Constituyente, que lo apruebe (y seguramente en su fuero 铆ntimo, lo mejore o precise en aquellos aspectos incompletos).
Santos y el grueso de los partidos pol铆ticos no admite la Constituyente porque aducen que traer铆a inestabilidad pol铆tica y jur铆dica. Que mejor es un plebiscito, donde la poblaci贸n refrende lo convenido en la mesa de negociaci贸n con los rebeldes. El presidente se tiene fe en ganar una elecci贸n, con una campa帽a r谩pida y con las banderas de la paz, opuestas a la de la continuidad de una guerra que ha costado tanto al pa铆s. ¿Qui茅n podr铆a votar en contra?, piensa.
Procurador general, adverso
A favor de un arreglo pac铆fico seguramente va a estar una mayor铆a de los colombianos que han sufrido persecuci贸n, c谩rcel, secuestros, asesinatos, destierros, exilios, “falsos positivos”, bombardeos, fumigaci贸n de sus cultivos con glifosato, desapoderamiento de sus tierras, persecuci贸n de comunidades originarias, etc.
Sobre qui茅nes fueron los responsables de ese ciclo de violencia, siempre habr谩 dos o m谩s lecturas. El estado, sus clases dominantes, sus medios concentrados como Caracol, El Tiempo, etc, y en particular sus fuerzas militares, dir谩n que el casi 煤nico responsable fueron las FARC y el ELN.
Entidades de derechos humanos citadas por ANNCOL (Agencia de Noticias Nueva Colombia), en nota firmada por Dick y Miriam Emanuelsson, sostienen que el 75 por ciento de las muertes y violaciones a aquellos derechos fue responsabilidad de la fuerza militar y el paramilitarismo, hijo putativo del Estado.
Los sectores m谩s recalcitrantes de derecha, que en pol铆tica est谩n m谩s cerca del ex presidente 脕lvaro Uribe (Centro Democr谩tico) y de los altos mandos en actividad y retiro que quer铆an ganar la guerra a como diera lugar, tienen posiciones adversas a lo negociado en La Habana.
Uno de los m谩s obstinados en poner palos en esa rueda de paz es el procurador general Alejandro Ord贸帽ez. En declaraciones a El Tiempo de Bogot谩 (6/1), sostuvo que las FARC fueron las responsables de cr铆menes de lesa humanidad y deben ir a prisi贸n efectiva. Que la reparaci贸n a las v铆ctimas debe hacerse con dinero de las FARC porque de lo contrario se blanquear谩 dinero del narcotr谩fico. En vez de plebiscito propuso un referendo para que si gana el NO se caigan los convenios. Estim贸 que el cese de la fumigaci贸n con glifosato fue una claudicaci贸n ante la guerrilla y que ahora “el pa铆s nadar谩 en coca”.
Ord贸帽ez es un defensor incondicional de los militares involucrados en delitos cometidos en el conflicto. Por eso en el reportaje afirm贸: “esa plena seguridad jur铆dica se les debe dar a los miembros de las Fuerzas Militares y de Polic铆a, pues de ninguna manera pueden quedar al vaiv茅n de los acontecimientos futuros”.
Sin embargo, la oposici贸n a ultranza de grupos a imagen y semejanza del procurador, que pueden tener cierta fuerza, no podr铆a -en principio- poner en riesgo la aprobaci贸n del acuerdo. El mayor peligro proviene del gobierno de Santos, que -como se dice en Argentina- pone “una de cal y otra de arena”.
Por un lado est谩 lo positivo de continuidad de la negociaci贸n en cuatro d铆as m谩s. Para ordenar mejor los planes de De la Calle y su delegaci贸n, el presidente estuvo reunido varios d铆as en Cartagena con sus asesores, incluidos el israel铆 Sholo Ben Ami y el ex guerrillero salvadore帽o devenido en consultor de multinacionales y gobiernos conservadores, Joaqu铆n Villalobos. All铆 le habr谩n “bajado l铆nea” a sus negociadores para manejarse en este tramo final.
Por otro lado, muchas veces a las palabras de Santos se las lleva el viento. Hoy hace 48 d铆as que prometi贸 un indulto para 30 guerrilleros con cargos no muy graves. Y no fueron liberados. Dijo que brigadas de salud ir铆an a cada prisi贸n para ver los casos m谩s urgentes, y tampoco lo hizo. Y eso que en noviembre pasado 1.500 prisioneros de guerra hicieron una huelga de hambre en 21 c谩rceles del pa铆s, que forz贸 esos anuncios.
Se puede conjeturar que el presidente quiere llegar a un acuerdo, siempre y cuando sea favorable para el Estado. Y su inspiraci贸n no tiene nada de pacifista sino que en el marco del endeudamiento externo de Colombia (109.000 millones de d贸lares) y las ca铆das del PBI y el precio de petr贸leo, su gobierno necesita extraer m谩s recursos naturales y poner en actividad muchas zonas petroleras, mineras y boscosas donde la guerrilla mantiene fuertes posiciones.
Sergio Ortiz
facebook.com/sergio.ortiz.906
twitter: @Sergioortizpl