OPINIÓN de Ilka Oliva Corado , EEUU/ Guatemala.- Cada vez que nos enteramos de una noticia desagradable, (una violación sexual, de un feminicidio, de una masacre, de un acto terrorista) nuestra primera reacción y última es consternarnos y quedarnos ahí; como si con eso cumpliéramos con nuestra cuota de conciencia social como muestra de nuestro compromiso colectivo. Con toda la injusticia y dolor que a través de la historia ha hecho este mundo pedazos, nosotros seguimos refugiándonos en nuestra egolatría. Hasta que el dolor no nos toque de cerca y nos rasgue la piel en carne viva, nosotros seguiremos ajenos, inhumanos e insensibles a la desgracia ajena.