OPINIÓN de Ollantay Itzamná, Guatemala .- ¿Por qué muchas de nuestras abuelas, durante la primera Colonia, al saberse embarazadas, prefirieron abortar a sus criaturas, como un acto de resistencia? ¿Por qué muchas estatuas de la Virgen María o de los santos, esculpidos por artistas indígenas, llevaban escondido en sus adentros nuestras wakas (estatuíllas de deidades nativos)?..., son preguntas que externalizan las resistencias creativas y fecundas emprendidas por nuestros abuel@s desde hace varios siglos. Ell@s no asumieron la resistencia como la “capacidad de aguante” premiada como una virtud sublime de un buen cristiano. La resistencia no fue un acto folclórico reducido a los selfies de cada 12 de octubre. Para ell@s, la resistencia fue una virtud cotidiana existencial. Era un estilo de vida que le quitaba el sueño al opresor Y, para nosotr@s, herederos de las y los sobrevivientes al holocausto indígena en Abya Yala, ¿cuáles son los retos y desafíos que nos deja esta resistencia de m