OPINIÓN de Ollantay Itzamná Vargas Llosa, en algún momento, definió al Perú oficial contemporáneo (que él mismo abonó), como el “país del espectáculo”. Es decir, una sociedad superficial, sin mayor criticidad, ni contenido. Donde el “chongo” y la chacota mediática estructuran la coyuntura apabullante. En dos siglos de República criolla, el pasado 6 de junio del 2021, las grandes mayorías sociales “negadas” en el país, convirtieron su mayoría demográfica en mayoría política, y eligieron al campesino, Pedro Castillo, como presidente de la República más acriollada y achorada de Abya Yala. En ese entonces, incluso con la adrenalina política a tope, sabíamos que Pedro Castillo, por más que lo “apartasen” del Perú Libre (partido con el que fue electo) o se “olvidase” de sus potentes promesas electorales, no lo tendría fácil. ¡El Perú, por su naturaleza colonial, está diseñado para el gobierno de criollos, para los ricos! ¡No para campesinos, mucho menos para un provinciano “sin poses limeñas