OPINIÓN de Joan del Alcàzar .- El resultado de las elecciones del 20D ha generado un parlamento endemoniadamente complicado. No tanto por el número de fuerzas presentes [diez, una menos que en la legislatura anterior], sino por la distribución de escaños: mientras que en 2011 el PP obtuvo 186 [mayoría absoluta] y el PSOE 110, es decir el 73 por ciento de los diputados entre ambos; en 2015 solo mantienen el 50 por ciento, distribuidos en 123 para el PP [ha perdido 63] y 90 para el PSOE [que ha perdido 20]. Además, como se esperaba, han irrumpido con fuerza los dos partidos nuevos: Podemos que junto a sus aliados regionales ha obtenido 69, y Ciudadanos que ha alcanzado los 40. Todos tienen, a la vista de las cifras, motivos para reír y para llorar. El PP ríe porque, pese a todo, pese a un candidato que no ha hecho sino restar votos a la marca, pese a su pésima gestión de la crisis y pese a su insensibilidad social, sigue siendo la fuerza más votada a la que, lógicamente, le corresponde i