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Encuestas e incertidumbres electorales ante el 20D

OPINI脫N de Joan del Alc脿zar.- Cada medio de comunicaci贸n ―prensa, radio y televisi贸n― que se precie encarga y publica su encuesta electoral. Las previsiones demosc贸picas florecen como los almendros en primavera, y cada ciudadano es muy libre de creerlas o no. Sabemos que hay medios y medios, y entre ellos algunos que son, en la pr谩ctica, un simple 贸rgano oficioso de partido. M谩s all谩, no obstante, de las manipulaciones que soci贸logos y estad铆sticos puedan hacer en el cocinado de los datos obtenidos por los encuestadores, hay tres elementos que conviene tener en cuenta: uno, que las muestras suelen ser insuficientes porque una encuesta con un universo amplio es muy cara; dos, las habituales no ofrecen resultados fiables del reparto de esca帽os por provincias; y, tres, la ley electoral espa帽ola prima a los partidos mayoritarios en las circunscripciones peque帽as, esto es en las provincias menos pobladas. Fernando Abril Martorell [UCD] y Alfonso Guerra [PSOE] hicieron d茅cadas atr谩s lo que tuvieron que hacer para conciliar el reparto que asegurar铆a sus mayor铆as alternativas.

Por eso, pese a sus imperfecciones y a la desconfianza que afecta a todo aquello que de una forma o de otra tenga relaci贸n con este gobierno del PP, se le ha dado tanta importancia a la 煤ltima encuesta del Centro de Investigaciones Sociol贸gicas [CIS]. No son pocos los que piensan que, ―visto lo que se ve a diario en TVE; sabido lo que hizo y no hizo el Banco de Espa帽a con las maniobras en la oscuridad de la banca; y o铆do como se oye mentir sin rubor a Rajoy y a sus ministros―, nadie puede fiarse de lo que diga el CIS. 脡ste, m谩s all谩 de la seriedad de sus profesionales, est谩 vinculado al ejecutivo como organismo p煤blico que es, y eso levanta sospechas de parcialidad en el cocinado de los resultados que se hacen p煤blicos.

Pese a todo, la encuesta del CIS tiene dos caracter铆sticas que la hacen 煤nica y la mejor. La primera es el tama帽o de la muestra. La segunda que, m谩s all谩 de porcentajes en bruto, atiende a la distribuci贸n de esca帽os por provincias. Tras haberse hecho p煤blica esta misma semana, algunas cosas pueden afirmarse casi, casi con seguridad. Veamos.

1) El grueso de los 350 diputados que antes se repart铆an fundamentalmente entre dos [PP y PSOE], ahora se van a repartir entre cuatro. Eso va a hacer imposible una mayor铆a absoluta, algo deseable, tanto m谩s tras la amarga experiencia del rodillo austericida impuesto por el PP durante los 煤ltimos cuatro a帽os.

2) La participaci贸n va a ser muy alta. M谩s del 75 por ciento afirma que votar谩, pero el 40 por ciento de los electores todav铆a duda. Ese factor puede convertir en papel mojado la mejor de las proyecciones demosc贸picas.

3) El PP va a ser el partido m谩s votado, pese a todo. Basa su victoria en las circunscripciones peque帽as, en el voto rural y en el segmento de poblaci贸n de edad m谩s avanzada, pero resiste. No se trata de un voto simplemente conservador, sino directamente reaccionario que tiene que ver con que a esos electores el PP les parece un partido de orden y de un espa帽olismo castizo sin fisuras. Sin embargo, se espera que pierda m谩s de 60 esca帽os.

4) El PSOE enfrenta una muy dif铆cil realidad. Ha dejado de resultar convincente como el referente del voto 煤til de la izquierda. Algo que ha venido rentabilizando desde, por lo menos, 1993. Una idea que le dio la 煤ltima victoria a Felipe Gonz谩lez, y que hizo valer en las dos elecciones que llevaron a Zapatero a La Moncloa. Ya no cuela. Su l铆der m谩ximo y sus coros no se cansan de repetir que ellos son los 煤nicos que pueden vencer al PP, pero esta vez a Pedro se lo comer谩 el lobo, si me permiten la iron铆a.

5) El PSOE pierde votos por su derecha y por su izquierda, a manos de Ciudadanos y de las coaliciones que se vertebran en torno a Podemos y que responden a la diversidad regional espa帽ola. El respetado dirigente vasco Od贸n Elorza afirmaba recientemente que el PSOE ha iniciado un proceso interno de transformaci贸n para recuperar su identidad. Quiz谩 tenga raz贸n, pero, seg煤n las encuestas, no se percibe. Adem谩s, si se se帽alan algunos de los nombres que aparecen en las listas socialistas, da la impresi贸n que la transformaci贸n de Elorza est谩 medio sumergida en formol.

6) El PP se convierte en irrelevante en Catalu帽a y en el Pa铆s Vasco, lo que no debiera dejar de preocuparles para el modelo de Espa帽a que defienden, pero sobre todo resulta llamativo el [pronosticado] resultado catal谩n, donde se juegan muchos esca帽os: es demoledor para los de Rajoy.

7) En ayuda del PSOE [y del PP] viene el reparto pactado por la extra帽a pareja Abril Martorell/Guerra: siempre respecto a las elecciones de 2011, en las 26 provincias m谩s peque帽as, el PP obtiene 48 diputados y 27 el PSOE. No obstante, la novedad es que en ellas tambi茅n recoge frutos Ciudadanos, con 17 e, incluso, Podemos con 5. Es una novedad porque hasta ahora PSOE y PP se lo repart铆an como buenos amigos. Es decir que, pese al apa帽o electoral tradicional, se est谩n gestando cambios de fondo.

8) Los resultados [seg煤n la previsi贸n del CIS] en las regiones que reparten m谩s esca帽os son muy significativos. En Madrid, el PP pierde m谩s de una cuarta parte, el PSOE pierde la mitad [y pasa a ser la cuarta fuerza], C’s dobla a los socialistas y Podemos los supera.

9) En Catalu帽a el PP pierde dos tercios de sus diputados, Converg猫ncia pierde la mitad, el PSC casi lo mismo, Esquerra Republicana de Catalunya [ERC] m谩s que triplica los de 2011 e irrumpen con fuerza Ciudadanos y la coalici贸n En Com煤 Podem, que igualan a ERC. El cuadro de la anterior representaci贸n catalana en Madrid salta hecho pedazos, y evidencia que la fractura partidaria resultante del proceso soberanista es indiscutible.

10) Adem谩s, los siempre esenciales esca帽os que el socialismo catal谩n ha aportado tradicionalmente a los resultados del PSOE van a generar un s铆ndrome de abstinencia horrorosa para 茅l.

11) En el Pa铆s Valenciano, el PP puede perder la mitad de sus diputados y un poco menos el PSOE. Adem谩s, 茅ste 煤ltimo se ve superado por la coalici贸n Comprom铆s- Podem 脡s el moment, y tambi茅n por C’s. Un vuelco hist贸rico.

12) En Andaluc铆a el PSOE se mantiene, confirm谩ndose [junto a Extremadura] como la reserva espa帽ola del voto socialista. El PP pierde un tercio respecto a 2011, Izquierda Unida se hunde, y emergen C’s y Podemos, doblando los de Rivera a los de Iglesias.

13) El PP y el PSOE parece que son percibidos como partidos viejos, tradicionales, envejecidos. El PP se dirige a su p煤blico m谩s tradicional, pero lo mismo hace el PSOE. El empe帽o en hablar de lo que Felipe Gonz谩lez o Zapatero aportaron a la modernizaci贸n de Espa帽a, siendo cierto, no le llega fundamentalmente a la gente joven. Es un discurso que no lo aleja del PP, que tambi茅n se presenta [con enorme descaro y falta de 茅tica] como el partido modernizador de Espa帽a. Sin embargo, se trata en ambos casos de una modernizaci贸n que un buen segmento de poblaci贸n ya tiene descontada [los que votaron socialista desde 1977 o 1982], y que otro [los nacidos ya en los ochenta y noventa] ni comprenden ni valoran.

14) No obstante todo lo anterior, nada est谩 escrito. Hay mucho voto por decidir todav铆a. Seg煤n los expertos una buena parte de ese voto est谩 lo suficientemente desideologizado como para ser decidido por peque帽os detalles en los 煤ltimos momentos. Habr谩 que estar atento a la campa帽a, particularmente a los errores que los l铆deres puedan cometer.

15) En cualquier caso, el pr贸ximo gobierno ser谩 resultado de un pacto. Particularmente los dos grandes partidos ya tienen sobre la mesa su Plan B. El PP ha promocionado a Soraya S谩ez de Santamar铆a a la categor铆a de suplente de Rajoy [lo que con mordacidad Pablo Iglesias ha llamado la Operaci贸n Menina] para un hipot茅tico pacto con Ciudadanos, que vetar铆a al actual presidente. El PSOE, por su parte, desde el argumento de que es necesario enviar al PP a la oposici贸n, ya ha ofrecido conversaciones a todos aquellos que tras el 20D est茅n dispuestos a pactar un gobierno regenerador, alejado de los vicios y perversiones que han caracterizado al gobierno de Mariano Rajoy.

El actual presidente es al茅rgico a los debates con otros dirigentes. No quiere medirse a ellos porque se sabe inferior. Sus torpezas verbales hacen arder las redes sociales, y el rid铆culo reiterado averg眉enza a propios y extra帽os. Habr谩 que ver si el electorado penaliza su cobard铆a y sus m煤ltiples torpezas.

Finalmente, habr谩 que ver si, efectivamente, el gobierno que salga de las elecciones afronta los grandes problemas del pa铆s en vez de refugiarse en el silencio, la inacci贸n o el recurso estomagante a la judicializaci贸n de la vida pol铆tica, que han sido los distintivos de Rajoy. Dentro de dos semanas tendremos los resultados de la 煤nica encuesta que vale: la que se hace en las urnas.

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