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El Gran Debate del 7D anuncia un tiempo nuevo

OPINI脫N de Joan del Alc脿zar.- Lo nuevo est谩 naciendo y lo viejo est谩 moribundo. ¿C贸mo, si no, podemos entender la ausencia de Mariano Rajoy del debate televisivo de anoche? No es dif铆cil imaginar qu茅 hubiera sido de 茅l, incapaz de responder, incapaz de argumentar, incapaz de ir m谩s all谩 de las consignas de sus asesores, esas que est谩n pensadas para los electores de la Espa帽a provinciana de edad madura y para los ya convencidos. Por instinto de conservaci贸n, Rajoy se fue a Do帽ana, que es un lugar de paz, no s茅 si tanta como un cementerio. Su suplente, una mujer inteligente sin duda, sufri贸 cuando hubo de justificar su ausencia diciendo que su jefe no hab铆a ido porque ellos son un equipo. Un argumento tan pueril no merec铆a respuesta, y ella fue consciente.

Eso ocurri贸 en el minuto uno del partido, como quien dice, y la vicepresidenta no levanto el vuelo en toda la noche. Estuvo nerviosa, maleducada incluso. Torpe en ocasiones, como cuando equipar贸 la formaci贸n de una mayor铆a parlamentaria de gobierno con la clasificaci贸n de los equipos en la Liga de f煤tbol. No se puede saber si era ella la que hablaba o era la que dec铆a lo que hubiera querido decir Rajoy. La corrupci贸n la asfixi贸: al alud de Iglesias con nombres y casos solo pudo responder equiparando a la familia Genovese con Monedero. En cualquier caso, S谩ez de Santamar铆a evidenci贸 dos cosas: que en un debate como el de anoche su talla es poco m谩s que la de una opositora redicha, con una prosodia insufrible y una jactancia que evidencia sus insuficiencias; y la segunda, que una cosa es hablar a opositores desde el banco azul amparada en un rodillo parlamentario, y otra muy distinta enfrentarse en un debate [relativamente] abierto.

S谩nchez, sencillamente, naufrag贸 ante unos adversarios superiores. Demasiada sonrisa fotog茅nica, demasiado mirar atr谩s, a la hoja de servicios del PSOE y, sobre todo, un abuso de la idea de la primogenitura: solo 茅l y su partido pueden derrotar al PP, un producto muy dif铆cil de vender ante una opini贸n p煤blica que parece percibir que, como le dijo Iglesias [martillo pil贸n] en varias ocasiones, su partido dice unas cosas desde la oposici贸n que no hace cuando est谩 en el gobierno. Es un l铆der precario, y se le nota [tambi茅n por esa banda entr贸 el de Podemos]. La sombra de Susana D铆az es larga-larga y el peso de la federaci贸n andaluza, amparado en los resultados de las encuestas, aplastante. En cualquier caso, el problema del PSOE no es de nombres, sino de credibilidad. Siguen en activo, neg谩ndose a abandonar el escenario, personajes que son una r茅mora, un lastre, un recordatorio andante de un partido que no volver谩 a ser lo que fue.

Se esperaba m谩s de Rivera, aunque transmiti贸 que la nueva derecha espa帽ola es solvente y cuenta con un liderazgo incuestionado. Esa fue su ventaja y la de Iglesias, ambos son los jefes de filas de los suyos, cosa que ni la representante del PP ni el secretario del PSOE transmiten. Rivera estuvo demasiado comedido con el PP y poco agresivo con el PSOE. Lo de no entrar en el “y t煤 m谩s”, es buena idea; pero la defensa de los pactos con unos en Andaluc铆a y con otros en Madrid result贸 forzada y manida. Estuvo m谩s convincente que el PSOE y el PP en el tema de los compromisos militares de Espa帽a, pero su posici贸n ante la cuesti贸n catalana adoleci贸 de inter茅s por reiterada. Se espera m谩s de un hombre que viene de la periferia peninsular a la hora de entender la pluralidad espa帽ola, y no qued贸 claro qu茅 propone a sus amigos, vecinos y familiares que est谩n en la 贸rbita soberanista.

El m谩s medi谩tico y experimentado en debatir de los dirigentes fue el que se llev贸 el gato al agua, aunque le sobr贸 cierta soberbia cuando abus贸 de pedir calma a sus antagonistas. 脡l supo transmitir que existe una posibilidad real de cambio, con una convicci贸n y una naturalidad que no tuvieron sus adversarios. Fue valiente en su defensa de la pluralidad de Espa帽a y se present贸 como lo que es: un unionista, seg煤n la f贸rmula que los independentistas catalanes utilizan para denostar a sus contrincantes. Pero no es un partidario de la permanencia de Catalu帽a en Espa帽a a cualquier precio. Fue el 煤nico que parece comprender que Espa帽a es un estado plurinacional, y que hay que aceptarlo y ajustar lo que sea menester para que siga unido. En pol铆tica econ贸mica evidenci贸 que tiene ideas nuevas, que cuanto menos evidencian que no se resigna al m谩s de lo mismo que proponen el PP, Bruselas, Berl铆n y la Troika. La respuesta de S谩nchez sacando a Tsipras y a Grecia de la chistera fue de un tenor parecido a la de S谩ez de Santamar铆a oponiendo la factura de Monedero a B谩rcenas, Rato, la G眉rtel, etc., etc., etc.

Pese a que se oblig贸 a los intervinientes a aguantar dos horas a pie firme, sin un atril en el que apoyarse [Rajoy estar铆a hoy con lumbalgia aguda]; pese a que el escenario pareci贸 pensado con cierto sadismo, fue un buen debate, hist贸rico en la medida que nunca se hab铆a hecho algo similar. Lo que es normal en las democracias avanzadas, en Espa帽a no se hab铆a hecho nunca. La nota tuvo que darla el presidente del Gobierno, con su ausencia; pero eso dice m谩s de las flaquezas del PP que de la realidad del arco partidario que tenemos.

Es verdad que temas muy importantes quedaron en el tintero. Es verdad que apenas se habl贸 de grandes problemas como las alianzas en pol铆tica internacional, las amenazas sobre Europa, el cambio clim谩tico, las migraciones, los tratados internacionales en ciernes. Es verdad que el debate result贸 un poco como del planeta Espa帽a, solitario en la galaxia. Esto es lo que hay.

Tambi茅n cabe destacar, en positivo, que los periodistas fueron como los buenos 谩rbitros de futbol: hoy no hay que hablar de ellos.

Pese a todo, los dos ejes de los que tanto se hab铆a hablado combinaron bien: el eje izquierda/derecha, y el eje viejo/nuevo. Cuanto al primero, una izquierda desconectada de la mayor铆a ciudadana se vio superada por la nueva que, con los errores e inexperiencias que se quiera, proponen otro camino. No quiere tomar el cielo por asalto, sino algo m谩s tangible, m谩s en consonancia con las necesidades reales de la mayor铆a de la gente que est谩 en el lado malo de una Espa帽a mucho m谩s desigual que hace cuatro a帽os. El eje viejo/nuevo qued贸 negro sobre blanco: los dos j贸venes de los partidos viejos no pudieron con la frescura de los otros dos que llegan ligeros de equipaje. Sencillamente no pudieron.

Veremos qu茅 pasa en el pr贸ximo debate entre Rajoy y S谩nchez. Ambos acuden por motivos distintos. Uno, porque quiere hacer, como 茅l mismo dice, lo que siempre se ha hecho: un juego de mon贸logos alternantes. El otro, porque el ser reconocido como jefe de la oposici贸n le da un espacio televisivo en el que espera recuperar terreno. Veremos. En cualquier caso, trabajo tienen los organizadores para innovar un formato que no huela a naftalina. O a muerto, que ser铆a mucho peor. En cualquier caso, creo, la criatura ya est谩 aqu铆.


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