OPINIÓN de Ricardo L. Mascheroni, Argentina.- Casi 20 siglos de historia no son poca cosa para la vida de una organización social, tampoco lo es, mantenerse durante todo ese tiempo con cierto grado de preponderancia mundial. En el transcurso de ese tiempo y en distintos espacios, la Iglesia Católica, ha visto el alumbramiento y caída de imperios y reinados, la desaparición de países y de innumerables organizaciones e instituciones que tenían pretensiones de perpetuidad. Más allá de vaivenes históricos y de períodos de florecimiento o de decadencia, la Iglesia ha logrado mantenerse, capeando temporales y escisiones difíciles de sobrellevar para muchos, lo cual no deja de asombrar. Hoy, en el trono de la misma se ha sentado Jorge Bergoglio, con el nombre de Francisco I, un político de fuste y un publicista notable, a la que se agrega una habilidad innata y también cultivada para concitar adhesiones populares, seguramente como muchos otros Papas o líderes políticos mundiales q