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Educaci贸n ambiental: Una asignatura pendiente

OPINI脫N de Ricardo Luis Mascheroni   

Desde hace a帽os se viene hablando de la necesidad e importancia de incluir en los contenidos curriculares de la ense帽anza formal y no formal, la disciplina Educaci贸n Ambiental, pese a ello, m谩s all谩 de algunas pocas excepciones y esfuerzos al respecto, la misma brilla por su ausencia,.

Es m谩s, este novedoso objeto de estudio, ha sido consagrado en distintas normas legales, tanto de jurisdicci贸n nacional, provincial o municipal, surgidas a partir de la d茅cada del ’90 y fundamentalmente a la luz de la Constituci贸n reformada en 1994, como referenciaremos m谩s adelante.

En similar direcci贸n, el tema siempre est谩 presente en el discurso de funcionarios de todos los niveles y jurisdicciones, sobre todo en las celebraciones o efem茅rides ambientales, los que enfatizan sobre la importancia de la materia como mecanismo para el cambio de los comportamientos, actitudes o conductas agraviantes y destructivas para con el entorno.

Pese a lo referido, en la instrumentaci贸n efectiva de la disciplina, la mora resulta sospechosa y preocupante.

Insisto que si bien es cierto que la EA se ha incorporado al discurso oficial, falta mucho para que se incluya en los programas curriculares y mucho m谩s en las partidas presupuestarias.

Si se conceptualiza a la EA, como “un proceso fundamental orientado a la b煤squeda de caminos alternativos que posibiliten la construcci贸n de una sociedad diferente, justa, participativa y diversa”(1), quiz谩s a partir del mismo podamos develar el ¿por qu茅? de las omisiones apuntadas.

La EA, es esencialmente cuestionadora y cr铆tica de los modelos productivos imperantes, del consumo irracional y la injusta distribuci贸n de la riqueza, incursionando en el terreno de lo complejo, hol铆stico y sist茅mico, que en muchos aspectos colisiona con los conocimientos fragmentados de las ciencias modernas.

La Ley General del Ambiente N潞 25.675, expresamente en los art铆culos transcriptos, dispone:

Art铆culo 2-h) “Promover cambios en los valores y conductas sociales que posibiliten el desarrollo sustentable, a trav茅s de una Educaci贸n Ambiental, tanto en el sistema formal como en el no formal”

Art铆culo 14. “La Educaci贸n Ambiental constituye el instrumento b谩sico para generar en los ciudadanos, valores, comportamientos y actitudes que sean acordes con un ambiente equilibrado, propendan a la preservaci贸n de los recursos naturales y su utilizaci贸n sostenible, y mejoren la calidad de vida de la poblaci贸n”

Art铆culo 15. “La Educaci贸n Ambiental constituir谩 un proceso continuo y permanente, sometido a constante actualizaci贸n que, como resultado de la orientaci贸n y articulaci贸n de las diversas disciplinas y experiencias educativas, deber谩 facilitar la percepci贸n integral del ambiente y el desarrollo de una conciencia ambiental”…

Durmiendo el sue帽o de los justos y olvidada en alg煤n caj贸n de los despachos oficiales, en la Provincia de Santa Fe, se encuentra, la Ley N潞 10.759, sancionada all谩 por el a帽o 1991, por la Legislatura provincial, y publicada en el Bolet铆n Oficial del 04 de Febrero de 1992, la que establec铆a:

“Art铆culo 1.- Incl煤yase en la Renovaci贸n Curricular, de los niveles inicial, primario, medio y t茅cnico, el estudio sistem谩tico de la Educaci贸n Ambiental.

Art铆culo 2.- Implem茅ntanse los elementos t茅cnico-pedag贸gicos necesarios que apunten a insertar la Educaci贸n Ambiental en el nuevo dise帽o curricular, dentro de un marco interdisciplinario.”

Queda claro, que el texto de la ley es letra muerta, cuando no hay voluntad pol铆tica de ponerla en ejecuci贸n.

Creo que los 20 a帽os que han transcurrido desde su sanci贸n, son tiempo m谩s que suficiente para haber comenzado con su puesta en ejecuci贸n, o cuando menos con la discusi贸n de los marcos te贸ricos que posibiliten la misma.

Ello nos lleva a preguntarnos: A qui茅nes favorece esta omisi贸n o qui茅nes tienen intereses en que los docentes, j贸venes y ni帽os no cuestionen el modelo de desarrollo imperante?

Quiz谩s, algunos intuyan como muy riesgoso poner en manos de toda la comunidad una herramienta tan poderosa, impulsora de un cambio de conciencias, paradigmas y acciones, generadora de una contra cultura al modelo globalizado.

Mientras pasan los a帽os y el tiempo perdido en esta materia es invalorable, a los docentes y a la sociedad se los entretiene con m谩s fraccionamientos de saberes (educaci贸n sexual, vial, de g茅nero, etc.), importantes sin dudas, pero que ninguno alcanza la dimensi贸n de la EA, sobre todo desde el punto de vista de su penetraci贸n transversal a todas las ciencias, quehaceres y saberes.

La EA es en definitiva una manera genuina de hacer cultura, entendida 茅sta como mecanismo de inserci贸n arm贸nica al medio.

La crisis ambiental que padecemos, no necesariamente debe ser abordada desde lo t茅cnico, ya que como crisis civilizatoria, la misma es pol铆tica, econ贸mica, cultural y sobre todo 茅tica y filos贸fica.

La EA en la explicaci贸n de la crisis planetaria se erige en una aventura al saber, al conocimiento y sobre todo a la participaci贸n y al compromiso.

Es una educaci贸n para la libertad, y un impedimento para que toda una generaci贸n de j贸venes siga siendo sacrificada en el altar del mercado, por fuerzas y poderes ajenos a sus prioridades e intereses.

Tampoco podemos entender a la EA como la incorporaci贸n de un bagaje de datos o informaciones sobre los ecosistemas o el ambiente, que reproduzca los conocimientos tradicionales, sino que debe constituirse en una din谩mica para la construcci贸n colectiva de una sociedad distinta, a trav茅s de perge帽ar nuevos valores y paradigmas.

Dentro de ello, la solidaridad, la diversidad, el respeto y el escuchar al otro son instrumentos de acci贸n y de cambio para desterrar la creencia y el voluntarismo de un crecimiento ilimitado, en un mundo finito y acotado, en el cual la injusticia y la inequidad son monedas constantes y sonantes para el mejoramiento econ贸mico de unos pocos y la postergaci贸n de los m谩s.

Todos estos principios hacen o deber铆an hacer de la EA una herramienta de rebeli贸n, un instrumento de la tolerancia y el encuentro entre humanos, que permitan no s贸lo mirar, sino fundamentalmente ver.

Dice el refr谩n popular: “El que no sabe es como el que no ve”, en consecuencia si no sabemos y no vemos, no estamos en condiciones de enfrentarnos con 茅xito a pol铆ticas, tecnolog铆as, procesos y producciones que en un tiempo m谩s o menos largos pueden afectarnos en nuestra vida y su calidad.

En este contexto la Educaci贸n Ambiental deviene en utop铆a y fuerza esperanzadora para un cambio que permita la satisfacci贸n de las necesidades humanas sin diferencias ni restricciones.

Si nos negamos a avanzar en estos desaf铆os, seguiremos consolidando y manteniendo una pol铆tica y una agenda reformista y complaciente, que no incide sobre las estructuras de poder, retardando la posibilidad de lograr una mayor dignidad para las actuales y futuras generaciones.

Por 煤ltimo, los dejo para que lo piensen y me despido hasta la pr贸xima aguafuertes.




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