*1.11.13. OPINI脫N de Ricardo Luis Mascheroni.- Seguramente el lector se preguntar谩 qu茅 tienen que ver los t茅rminos del ep铆grafe entre s铆, por lo que intentar茅 ensayar una explicaci贸n al respecto.

A la par de la desertificaci贸n de los suelos, existe una desertificaci贸n monetaria, que aunque distintas, producen efectos similares, empobrecimiento, una de los suelos y la otra de la gente.
Cuando se exportan commoditis, no se llevan soja, ma铆z o trigo, sino que fundamentalmente se llevan humus, nutrientes y agua y el suelo se queda sin ellos, por lo que queda pobre.
La globalizaci贸n ha impuesto planetariamente un modelo consumista aplastante, que hace del tener un paradigma de vida.
Ese modelo impulsado por las grandes multinacionales que como ej茅rcitos de ocupaci贸n colonizan hasta las zonas m谩s rec贸nditas del mundo y tambi茅n las mentes, generan una dependencia cultural hacia ese sistema, que promete un para铆so, que nunca alcanzaremos.
Sus armas son la mercadotecnia, las marcas, patentes y royalties y los medios de comunicaci贸n monop贸licos en lo ideol贸gico, que machacan hasta el cansancio las verdades reveladas de la nueva religi贸n del Mercado.
A trav茅s de esas armas, el mercado global se expande y maximiza sus ganancias, incrementando la tasa de transferencia monetaria desde los pa铆ses empobrecidos hacia los enriquecidos del mundo, lo que le reporta no solo m谩s divisas, sino fundamentalmente poder de decisi贸n en pocas manos y por encima de los Estados mismos.
En ese esquema, sus regimientos, se encarnan en shopping, hiper y megamercados, bancos, casinos y salas de juegos y empresas de servicios (telefon铆a, turismo, prepagas de salud, etc.), de capitales globales.
Estos negocios, cual barrenos que horadan la piedra, van succionando hora a hora, d铆a a d铆a y a帽o a a帽o, el esfuerzo, el trabajo, el sacrificio y el ahorro de los pueblos en que se aposentan, con una rentabilidad mayor y m谩s desproporcionada que en sus pa铆ses de or铆genes, que es remesada a sus casas centrales sin soluci贸n de continuidad.
Mientras las pasteras, mineras, petroleras, empresas agr铆colas y dem谩s se llevan el agua, los bosques, los nutrientes de la tierra, el oro, la plata, el cobre y tantos otros minerales de valor estrat茅gico, liquidando nuestro patrimonio, los shopping, telef贸nicas, megamercados y casinos completan la expoliaci贸n, llev谩ndose el dinero del bolsillo de los trabajadores, sumi茅ndolos en carencias y miseria.
Esto constituye el basamento de la desertificaci贸n econ贸mica y es lo 煤nico que explica que mientras Argentina creci贸 muchos a帽os por arriba del 8% de su producto bruto, solo unos pocos hayan mejorado su situaci贸n y un gran porcentaje de la poblaci贸n contin煤e bajo la l铆nea de pobreza.
Por lo general estos negocios se radican en ciudades capitales o de magnitud, irradiando sus “ventajas” a las poblaciones vecinas, generando un mini turismo de proximidad sobre todo los d铆as feriados y fines de semana.
Para ello cuentan con normas de flexibilizaci贸n laboral que les permitan abrir los 365 d铆as del a帽o y una cartera laboral, que a tenor de sus dichos, alberga dudas sobre la procedencia de la medida.
Los habitantes de las poblaciones cercanas, se sienten atra铆dos por este “progreso” y como los insectos con la luz, van hacia ella y terminan quem谩ndose en la misma, ya que dejan casi todos sus salarios en esas escapadas de fin de semana y regresan a sus localidades flacos de bolsillos.
Consecuentemente, los comercios que desde siempre en pueblos y ciudades peque帽as, se tuvieron que bancar todas las 茅pocas, ven mermar sus ingresos y van languideciendo, generando un empobrecimiento generalizado, con p茅rdidas de puestos de trabajo y la emigraci贸n de sus j贸venes.
La desertificaci贸n de los suelos como la econ贸mica, tienen mucho en com煤n, ya que ambas hacen desaparecer la riqueza y generan pobreza. La tierra yerma y arrasada y la desaparici贸n del circulante y de la capacidad de ahorro, van quedando a su paso, matando toda posibilidad de futuro y la desocupaci贸n, la precariedad laboral y los quebrantos de la peque帽a y mediana empresa florecen como hongos despu茅s de la lluvia."
Por fortuna la C谩mara de Diputados de Santa Fe acaba de dar media sanci贸n a un proyecto que dispone el descanso dominical, que en cierta medida es un freno a lo rese帽ado.
Esta sabia iniciativa vino a devolver una vieja conquista de los sectores del trabajo, conculcada injustamente y es producto de un amplio consenso por parte de casi todos los sectores involucrados en el tema.
Quiz谩s algunos, que no se han convencido de las ventajas de esta norma, tendr铆an que preguntarse qu茅 hac铆an los Domingos con sus padres y qu茅 hicieron o hacen con sus hijos, recordando paseos dominicales, las comidas en familia o actividades comunes en ese d铆a de encuentro.
Hoy los trabajadores de esos rubros, se ven privados de lo expuesto, en aras de mayor rentabilidad de las patronales, lo que repercute negativamente en las econom铆as de pueblos y localidades de la regi贸n.
El Senado Provincial tiene en sus manos la herramienta para frenar esa sangr铆a conocida como desertificaci贸n monetaria.
Este Cuerpo encarna la representaci贸n pol铆tica territorial de los distintos departamentos de la provincia y los senadores tienen como misi贸n defender los intereses econ贸micos, sociales y productivos de los distritos de donde provienen, velando por el desarrollo y mejoramiento de las condiciones de los mismos.
Dentro de los asuntos a tratar por el Cuerpo, se encuentra la ley de Descanso Dominical, cuyo voto les da la posibilidad, de no s贸lo devolver un derecho injustamente conculcado a los trabajadores, sino de defender a las peque帽as y medianas empresas y comercios de su departamento.
Que los Senadores de La Capital y de Rosario o de alguna otra ciudad grande, se hayan manifestado en contra de esta ley, es entendible, ya que defienden las ventajas de las grandes cadenas que se ven beneficiadas con el empobrecimiento del resto de la Provincia.
A contrario sensu, no es entendible que el resto de los miembros del Senado no asuman el desaf铆o de defender los intereses de su Departamento, evitando una sangr铆a monetaria constante, que pone a sus actividades econ贸micas al borde del colapso con el consiguiente descalabro social, en el que sus habitantes emigran a las ciudades engrosando los cordones de miseria y precariedad, cuando no atrapados en redes delictivas o de trata.
Quiero creer que los senadores estar谩n a la altura del desaf铆o y adoptar谩n el mejor criterio que los haga dignos del mandato pol铆tico otorgado por sus representados.
Los dejo para que lo piensen y me despido hasta las pr贸ximas aguafuertes.