OPINIÓN de Salvador González Briceño, México.- Como ocurre en muchas partes del mundo, en México los empresarios han sido siempre los mejores aliados del poder político. Y viceversa. Pero prevalece el refrán de el que paga manda. No obstante, ambos sectores caminan de la mano, cuando no aquellos se encaraman en el poder político para hacer de la suyas. El ejemplo claro y reciente, el de Vicente Fox Quesada (2000-2006) un “gobierno de empresarios y para empresarios”. El presidente del “cambio”, o de la oportunidad perdida de alternancia al régimen septuagenario del PRI, el viejo heredero de la Revolución Mexicana cuyos logros redujo a oropel. Escurridizos como son, los empresarios están siempre atentos y exigiendo, mediante sus organismos o asociaciones empresariales, o bien los dineros/crédito para sus negocios, o la consabida estabilidad económica, política y social igualmente indispensable. Lo exigen porque son los aportantes de recursos para las campañas de los políticos, o son s