OPINIÓN de Bruno Peron Loureiro.- Hay dos causas de los desalojos: naturales y forzadas. La primera sucede por condiciones ambientales como la erosión de suelos, la caída de árboles, las excesivas lluvias y las inundaciones. Aquí abordaré la segunda, como un aspecto de la falta de conciliación entre la “maquinaria” brasilera y los desalojados, que sustentan luchas históricas por una mayor inserción social. La modernidad estableció una incompatibilidad entre los medios rural y urbano: se adoptaron prácticas agrícolas modernas en el campo y se crearon distritos industriales. En esta relación, miles de personas cambian su forma de vida o se mudan a otro lugar. Las mayores víctimas del desalojo son los pueblos originarios y las comunidades ribereñas donde se construyen represas, campesinos y pequeños productores rurales que sienten la presión del agronegocio, habitantes de las favelas y moradores en áreas irregulares que incomodan la lucratividad del sector inmobiliario. No hay casas par